Maj Sjöwall |
La escritora Maj Sjöwall dice que "la mayoría de las novelas negras suecas de hoy son malísimas"
Madrid.- Huye de la etiqueta de ser la gran dama de la novela negra escandinava pero sí asegura que fueron ella, Maj Sjöwall y su marido Per Wahlöö, los que "abrieron la puerta del género a los autores suecos" que hoy viven un boom "incomprensible", porque la mayoría de las novelas suecas de hoy son "malísimas".
LA INFORMACIÓN
23 de octubre de 2009
Madrid.- Huye de la etiqueta de ser la gran dama de la novela negra escandinava pero sí asegura que fueron ella, Maj Sjöwall y su marido Per Wahlöö, los que "abrieron la puerta del género a los autores suecos" que hoy viven un boom "incomprensible", porque la mayoría de las novelas suecas de hoy son "malísimas".
En una entrevista a Efe, Sjöwall, de paso por Madrid para participar en la semana negra de Getafe, muestra su perplejidad por el auge y la popularidad de la novela negra sueca. "Muchos escritores suecos de literatura de crímenes tienen un estilo pobrísimo, sus novelas son difíciles de leer", subraya la escritora de 74 años.
"Las descripciones son muy amplias y la trama no va al grano", añade Maj Sjöwall, tras lo cual elogia a otros escritores europeos como la francesa Fred Vargas, el italiano Andrea Camilleri o el español Manuel Vázquez Moltalbán, que ha leído en inglés.
Sobre el aluvión de mujeres escandinavas al género, Sjöwall explica que esta llegada masiva de escritoras se debe a una cuestión puramente comercial porque "de repente se han dado cuenta de que pueden ganar mucho dinero, sobre todo en Alemania".
De uno de sus sucesores, Henning Mankell, la escritora afirma que es un autor que "carece de humor" y es "muy aburrido", tanto como su inspector Kurt Wallander, recientemente jubilado por su creador, una retirada que, después de once novelas, Sjöwall alaba: "había llegado el momento, es una decisión muy buena".
El gesto de la escritora de melena blanca cambia al oír el nombre de Stieg Larsson y su trilogía "Millennium" para rápidamente contestar que sólo ha leído la primera parte porque no le gustan "los tochos".
Tampoco entiende el éxito mundial del escritor al que reconoce su modernidad, frente a otros autores de literatura negra que siguen bebiendo de la idea de "policía con problemas".
En su opinión, Larsson se ha concentrado en otras cuestiones y ha creado a la hacker Lisbeth Salander, un personaje "muy moderno" con el que ha logrado actualizar el género.
Un género que cree "bueno" para describir y criticar la sociedad actual porque permite adentrarse y criticar toda clase de comportamientos y estratos sociales, sin olvidar el humor "imprescindible" en una buena novela policíaca.
Maj Sjöwall (1935) y Per Wahlöö escribieron, entre 1965 y 1975, diez novelas policiacas, una por año, protagonizadas por el subinspector Martin Beck, el "típico policía sueco" que comenzó a demostrar que la geografía nórdica podía ser un escenario perfecto para la novela negra.
"Roseanna", "El hombre que se esfumó", "El hombre del balcón" o "El policía que ríe" son algunos de los títulos del tándem sueco que han sido traducidos a más de treinta idiomas y que en España publica RBA desde 2007 en orden cronológico.
"En aquella época no había casi ninguna novela negra y las que había tenían como referente a Agatha Christie", explica la escritora, tras lo cual recuerda que su marido y ella, tuvieron la idea de crear la inspector Beck para narrar la sociedad real.
Defiende que consiguieron crear "un estilo cómodo, un lenguaje sencillo, no demasiado intelectual pero tampoco simple" para criticar el verdadero crimen de Suecia, el de la traición de la socialdemocracia a la clase trabajadora.
A Sjöwall y Wahlöö, ambos periodistas de investigación y políticamente de izquierdas, no les resultó fácil conocer los entresijos de la policía sueca "muy cerrada" a los medios de comunicación y cuyo trabajo todavía era muy desconocido.
Tras la muerte de su marido Sjöwall volvió a su trabajo de traductora del danés, del noruego, del alemán y del inglés al sueco. No piensa en volver a escribir ninguna novela, entre otras razones, porque le horroriza el trabajo de promoción a los que hoy en día se ven sometidos los escritores.
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