George V. Higgins
Los amigos de Eddie Coyle
José María Guelbenzu
22 de octubre de 2011
Narrativa. Esta es una afamada novela que tiene gran predicamento entre los escritores norteamericanos del género noir y la verdad es que los elogios son merecidos. Se trata de un thriller muy dinámico que desciende de maestros fundadores como Dashiell Hammett o Ross MacDonald. Es una historia sencilla y lineal: un hombre metido en asuntos turbios, que se encuentra a las puertas de un juicio que presumiblemente le costará la cárcel, acepta entregar a otros delincuentes con los que se relaciona a cambio de un trato favorable. El autor, antiguo fiscal y policía, se decide por un relato de tiempos simultáneos a lo largo de unos pocos días. El propio Eddie Coyle, una banda de atracadores de bancos, el propietario de un bar que es asesino a sueldo en sus ratos libres, un duro policía y un segundo chivato oculto que, en cierto modo, representa el destino de Coyle, son los que ocupan las escenas que se suceden con verdadero dinamismo. La escritura es directa, precisa y al cuerpo, como el despliegue de brazos de un buen peso welter a lo largo de un combate estelar. Está escrita en los años setenta y se nota que se apoya en una tradición ya consolidada. Pero lo que hace de esta novela un hito es el manejo de los diálogos, que dejan al lector literalmente anonadado. Son la verdadera fuerza de la novela, mucho más que la historia en sí -como muy bien señala Dennis Lehane en el prólogo- o, dicho de otro modo, son la historia en sí porque sin ellos la novela sería la mitad de la mitad. Perfectamente ensamblados en la estructura de simultaneidad de escenas y personajes, reproducen tan bien el habla del sórdido submundo gansteril, representan con tal convicción y veracidad la subcultura del hampa de medio pelo, representan tan visceralmente esa concepción del crimen como medio de subsistencia, como herramienta de trabajo, que puede decirse que abren un nuevo camino en la literatura negra norteamericana. Esta novela es un hecho singular porque ni su autor fue capaz de repetir semejante proeza. Una vez escrita, ni él mismo podía imitarla. Es un caso singular, una pieza magistral y única. Son diálogos irrepetibles tal cual, pero que han servido a muchos otros escritores para encontrar un camino expresivo que ha marcado la evolución del género y hacen que el lector los recorra con mayor interés que la intriga misma porque ellos son la auténtica intriga, tan poderosos y absorbentes que uno tiene la sensación de que todos los demás diálogos de las novelas del género que siguieron a esta le deben pleitesía.
Los amigos de Eddie Coyle
George V. Higgins
Prólogo de Dennis Lehane
Traducción de Montserrat Gurguí
y Hernán Sabater
Libros del Asteroide. Barcelona, 2011
202 páginas. 16,95 euros
EL PAÍS
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