martes, 26 de febrero de 2002

Françoise Sagan, condenada

Françoise Sagan



FRANÇOISE SAGAN, CONDENADA


París, 26 de febrero de 2002

La escritora francesa Françoise Sagan, de 66 años, fue condenada ayer a un año de prisión con libertad condicional por fraude en el impuesto sobre la renta en 1994. El fiscal había pedido una pena de cárcel no determinada y una multa de 50.000 euros. La escritora, cuyo proceso había sido aplazado en varias ocasiones por motivos de salud, no estaba presente cuando se hizo pública la sentencia ni tampoco acudió al juicio. Estaba acusada de haber ocultado al fisco unos ingresos de 838.469 euros, que utilizó para los arreglos de su casa de Barneville, arrasada por un incendio en 1991.

EL PAÍS



sábado, 23 de febrero de 2002

La biografía de Salinger escrita por su hija retrata a un iluminado entregado a sí mismo

SALINGER


La biografía de Salinger escrita por su hija retrata a un iluminado entregado a sí mismo

Se edita en español 'El guardián de los sueños', despiadado examen del escritor escondido


MIGUEL MORA
23 DE FEBRERO DE 2002

Así que J. D. Salinger no es el hombre brillante, sensible, lleno de inteligencia, sentido del humor y sentimiento tragicómico de la vida que se adivina en sus libros. Según su hija Margaret A. Salinger, es más bien lo contrario: un egoísta sin sensibilidad, un machista que hizo sufrir a sus mujeres y las abandonó en cuanto disentían, un tipo capaz de convertir a su familia en una secta, un iluminado entregado sin acierto a hacer de su vida su gran obra. Estas revelaciones son el motor de El guardián de los sueños, la biografía-ajuste de cuentas que publica Debate.

'Nacido en Nueva York en 1919, Jerome David Salinger se graduó en una academia militar y asistió, muy brevemente, a dos universidades'.
Este mínimo retazo de información es casi todo lo que dice la biografía habitual de este misterioso y genial escritor, a lo cual se suele añadir que su obra más importante, El guardián entre el centeno (1951), le consagró como autor de culto y convirtió a Holden Caulfield, su protagonista, en prototipo del adolescente rebelde y confuso que busca la verdad lejos del mundo hipócrita de los adultos.
Se sabe también que Salinger se convirtió en un huraño ermitaño tras su temprano éxito literario (El guardián... es hoy un clásico incombustible: ha vendido en torno a 800.000 ejemplares en España y millones más en el mundo, y suma y sigue); que el escritor se recluyó en Cornish, New Hampshire (cumpliendo el sueño expresado en su primer libro), y que allí fue dando forma a algunos libros más: Nueve cuentos (1953), Franny y Zooey (1961) y Levantad, carpinteros, la viga maestra y Seymour: una introducción (1963).
¿Pocos? Suficientes para entrar en la historia de la literatura, meterse en el corazón de los lectores y convertirse en un mito escurridizo, en el mayor exponente de escritor-Bartleby, aquel célebre escribiente de Melville que decía: 'Preferiría no hacerlo'.
Todas, o casi todas sus obras, tratan sobre lo mismo: los preferiría no vivir de los hermanos Glass (Seymour, Boo Boo, Franny, Zooey, Buddy, Walt, Walker), jóvenes precoces, brillantes, extremadamente sensibles y muchas veces con tendencias suicidas que, como en el inolvidable cuento Un día perfecto para el pez plátano, acaban cumpliéndose.
El perfil de esos niños recuerda en cierto modo al de Margaret Ann (Peggy)Salinger (1956), hija mayor del escritor, licenciada cum laude en Derecho que, en esta biografía escrita a espaldas del padre (ver El guardián...), se muestra como una mujer que ha sufrido horrores: una infancia a caballo entre el sueño del papá perfecto y la pesadilla del papá diabólico, frecuentes ataques de pánico, un hijo con graves problemas de salud, cinco abortos...
En la página 431 escribe: 'Para mi padre, tener algún fallo es motivo de repulsión, tener un defecto es ser un desertor, un traidor, o una traidora. No me extraña en absoluto que su mundo esté tan vacío de personas reales ni que sus personajes de ficción se suiciden tan a menudo'.
Pero más allá de la discutible legitimidad de la hija para juzgar (y airear) la vida elegida por su padre -una vida, dice ella, dedicada a soñar, a estar lejos de la realidad, según la creencia mística de que todo es maya, ilusión; pero a la vez una vida llena de dolor, susceptibilidad y necesidad de los otros-, el libro está escrito entre la admiración por la obra del escritor y el rencor por su manera de ser.
Un hombre que cree que llevar a sus hijos dos semanas de vacaciones a Inglaterra es el sacrificio más grande que puede hacer un padre es realmente un tipo singular, y quizá por eso la liberada Margaret Salinger cree justo pedir cuentas a quien, dice, predica una cosa y hace otra. La prédica consiste en que no hay 'separación entre su búsqueda de la iluminación y su arte'; la realidad es que, con los demás, es una persona cruel y miserable.
A ratos, Peggy Salinger escribe a navaja. Como cuando reprocha a su padre ser un egoísta absoluto ('se vuelve distante cuando se trata de tu dolor, pero su dolor se lo toma más en serio que un cáncer'). O al criticar la 'defensa enardecida de su intimidad o de la santidad de sus obras y sus palabras', cosa que, dice, 'no tiene nada de indiferente'.
Pero, finalmente, admite la profundidad de los abismos de su padre: 'Me parece que ésta es la parte de su obra que llega tanto al público que le adora y que tanto me desconcertaba a mí: esa necesidad intensa de una persona andando por el borde de un precipicio' (la imagen de la que nace el título de El guardián entre el centeno). Y acaba aceptando el indudable mérito artístico: 'Mi padre se ha pasado la vida escribiendo cosas bellas'.
Pese a esto último, muchos amantes de Salinger quizá preferirán no leer este libro desmitificador, de un realismo duro, que nos mete en la locura salingeriana. Pero otros lo apreciarán, pues da información que no daba la biografía de Ian Hamilton En busca de Salinger, e incluye varias fotos inéditas del autor.
El relato novelado es exhaustivo. Y tal vez la sorpresa más conmovedora es comprobar lo cerca que están vida y creación.
Salinger nació en una familia judía que finalmente resultó ser sólo medio judía (como sus personajes) porque la madre no lo era. Esa noticia provocó una terrible crisis religiosa en el joven Salinger, que primero pasó del judaísmo al cristianismo, de ahí a las enseñanzas de Yogananda, a la dianética e incluso a la cienciología, sin descartar apenas ninguna fe de orientación.
Jerome David fue apodado Sonny por su padre, que se dedicaba a un negocio de importación de alimentos. Igual que Lionel, el protagonista del cuento En el bote(hijo de Boo Boo Glass), de muy niño Salinger siempre se estaba escapando de casa (lo cuenta su hermana, Doris). También sabemos que el padre solía jugar con sus dos niños en la playa, cogiéndolos por la cintura para salvar las olas, y que les decía: 'Estad atentos, a ver si veis un pez plátano' (exactamente igual que Seymour Glass).
Más. Salinger, como muchos de sus protagonistas, estuvo destinado en Europa durante la II Guerra Mundial. Llegó a sargento, y la hija lo cuenta sin piedad: 'Se incorporó a filas en 1942 para empezar a transformarse de civil en militar. En adelante, nunca le vi hacer el retroceso de militar a civil'.
Como los suicidas de sus libros, volvió de la guerra con una depresión monumental, hecha de agujeros negros de los que no parecía haber regreso. 'Castigado por el sufrimiento de no poder amar', su primera mujer fue Sylvia, una funcionaria nazi que conoció en Alemania. La segunda, Claire, una novicia a la que sacó del convento, fue la madre de sus hijos, Margaret y Mathew. La actual, Colleen, tiene cincuenta años menos que el escritor.
Pero quizá la clave de su existencia esté en sus dos máximas: 'Sólo te inmiscuirás en asuntos de arte si piensas dedicarte monásticamente', y 'usarás siempre la palabra más sencilla'.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Sábado, 23 de febrero de 2002



DE OTROS MUNDOS
La venganza de Peggy Salinger
El guardián entre el centeno sigue cautivando después de cincuenta años
La biografía de Salinger escrita por su hija retrata a un iluminado entregado a sí mismo
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Benjamín Prado / Adoptados
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Salinger / Thomas Pynchon / Cormac McCarthy / El talento de la evasión
El atronador silencio de Salinger
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Salinger / El aire del New Yorker
Salinger / El miedo a hacerse adulto
Salinger / Adiós al gran enigma de las letras estadounidenses
Charlie Chaplin le quitó la chica a Salinger
El cine cuenta la vida de Salinger
David Trueba / Sin salinger
Salinger / La ternura entre el centeno
Dulce y desconocido señor Salinger
El paulatino viraje al negro de Salinger
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Kenneth Slawenski / Salinger podía ser intratable
Salinger / Nueve cartas
Salinger / Las zonas oscuras
Salinger / Escribir para sí mismo
Cinco volúmenes inéditos de Salinger verán la luz a partir de 2015
Elsa Fernández-Santos / Lo nunca visto en Salinger
Eduardo Lago / Asedio a la fortaleza de Salinger
Salinger / Bioficción
Tres cuentos inéditos de Salinger, filtrados en internet
A los cuatro años de la muerte de Salinger / Este muerto está muy harto
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Ni Guerra y paz ni Cincuenta sobras de Gray / Los libros más influyentes según Facebook
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Salinger / ¿Cuándo demonios vas a crecer de una vez?
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Salinger por Salinger
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Salinger / Un joven enamorado




miércoles, 20 de febrero de 2002

Un jurado de escritores otorga a 'Soldados de Salamina' el primer premio Salambó


Un jurado de escritores otorga a 'Soldados de Salamina' el primer premio Salambó

Javier Cercas obtuvo 10 votos y Sergio Pitol los otros cinco restantes


Rosa Mora
Madrid, 20 de febrero de 2002

Javier Cercas con Solados de Salamina (Tusquets) obtuvo ayer el primer premio Salambó a una novela publicada fallado por un jurado de lujo integrado por 15 escritores. Sergio Pitol con El viaje (Anagrama) se llevó los otros cinco votos restantes. El galardón, que será anual, no tiene dotación económica. En esta primera edición, el escritor Javier Cercas, que ha obtenido recientemente el premio Ciudad de Barcelona con la misma novela, se llevará una escultura de Susana Solano realizada especialmente para esta convocatoria.



La idea de crear un premio de escritores y para escritores nació, entre bromas y veras, hace cerca de cuatro años durante una cena de amigos. Tardó en cuajar, pero cuajó: el Salambó premiaría una novela publicada el año anterior y por eso sería condición imprescindible que los escritores que formasen el jurado no hubieran publicado novela ese año.

Querían, sobre todo, que fuera un premio transparente. Luego vino lo de buscar el dinero para atender los gastos de viajes y estancias de los escritores. Entre el Ayuntamiento de Barcelona (a través del Districte de Gràcia), la Fnac y el Café Salambó reunieron 24.000 euros.
El jurado estuvo integrado por Félix de Azúa, Felipe Benítez Reyes, Jesús Ferrero, Marcos Giralt Torrente, Almudena Grandes, Gustavo Martín Garzo, Ignacio Martínez de Pisón, José María Merino, Juan José Millás, Maruja Torres, Manuel Vázquez Montalbán, Ignacio Vidal-Folch, Enrique Vila-Matas, Juan Villoro y Pedro Zarraluki.
Cada uno de los jurados propuso dos libros, escritos originalmente en castellano, susceptibles de ser considerados como narrativa y publicados en España a lo largo del año 2001. Los libros seleccionados por dos o más jurados fueron considerados finalistas y la verdad es que hasta ahí hubo bastante unanimidad. Los votos fueron secretos.
Las otras tres novelas finalistas fueron: La aventura del tocador de señoras (Seix Barral), de Eduardo Mendoza; Romanticismo (Alfaguara), de Manuel Longares y La costumbre de vivir (Alfaguara), de José Manuel Caballero Bonald.
El escritor premiado recibirá "prestigio", según los organizadores, y la escultura de Susana Solano se le entregará durante una gran fiesta literaria que se celebrará el próximo 21 de marzo en la Fnac Triangle, en Barcelona.
La novela Soldados de Salamina tiene como protagonista a un escritor de ficción llamado Javier Cercas que investiga un hecho real de la guerra civil: el fallido fusilamiento del escritor falangista Rafael Sánchez Mazas en la comarca de Banyoles (Girona).
* Este artículo apareció en la edición impresa del Miércoles, 20 de febrero de 2002

domingo, 17 de febrero de 2002

Joan Collins / Ahora es la señora Gibson

Percy Gibson y Joan Collins

 

AHORA ES LA SEÑORA GIBSON


Agencias
Londres, 17 de febrero de 2002


La actriz Joan Collins, de 68 años, se casó ayer con el productor teatral anglo-peruano Percy Gibson, de 36, en Londres, en la que fue la quinta boda de la mala de la serie de televisión Dinastía. 'Joan Collins es ahora la señora Gibson', dijo la protavoz de la actriz, Stella Wilson, tras la ceremonia celebrada en el selecto hotel londinense Claridge's, con la asistencia de más de 175 invitados, entre ellos los tres hijos de la actriz, pero no su hermana, la escritora de best-sellers Jackie Collins. También presenciaron la ceremonia el actor Roger Moore y los cantantes Shirley Bassey y Elton John, que acudió acompañado de su pareja, David Furnish, entre otros famosos. Collins sólo tenía 18 años cuando se casó en 1952 con el actor Maxwell Reed, pero el matrimonio no tuvo éxito, y en 1963 pasó por el altar con el actor y cantante Anthony Newley, con quien tuvo dos hijos, Sacha y Tara, antes de divorciarse en 1971. Su tercera boda se produjo al año siguiente con el productor Ronald Kass, con quien tuvo una hija, Katy, y de quien se divorció en 1984. En 1985 se casó con el cantante sueco Peter Holm, aunque el matrimonio apenas duró dos años.

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