martes, 19 de mayo de 2020

Gioconda Belli / El blog como diario

Gioconda Belli

Gioconda Belli
¿ES EL BLOG
UNA SUERTE DE DIARIO?
No entiendo muy bien el Twitter, pero hoy se me empezó a ocurrir que quizás llegue a entender los blogs, ¿Vienen tal vez a sustituir a los diarios que solían escribirse antes? Hasta ahora para mí los blogs han sido como artículos que tienen la especial particularidad de que la gente los comenta y uno puede discutir con los comentaristas, pero estoy empezando a darme cuenta de que es más como un compartir que puede ser hasta cotidiano si uno quiere. Por ejemplo, yo podría escribir aquí casi todos los días, tratarlo como una rutina de recoger lo que la vida me puso al frente este día en particular y en vez de hacer notas cifradas sólo para mí, escribirlo como un diario que, en vez de ser personal, será público, que estará al acceso de otros y no metido en una gaveta bajo llave. En realidad, los mejores diarios son los que se escriben intuyendo que serán publicados o directamente escritos para ser publicados. La obra de Andrés Trapiello, escritor español bastante reconocido consiste enteramente en sus diarios (por cierto que lo conocí en Cartagena hace varios años en una de esas reuniones de escritores. Coincidimos en un microbus que nos llevaban a varios a leer a una escuela. Trapiello se comportó ufano y lejano como un aire de intelectual muy importante. Apenas me determinó. Se dedicó a hablar con Antonio Muñoz Molina, que, al contrario, es un ser importante, pero diáfano y accesible) Hay diarios que han marcado época como el de Samuel Johnson, los diarios de Anais Nin. Para mí, los diarios de Virginia Woolf son maravillosos, por ejemplo, y uno se da cuenta que falso es que ella haya sido una tristona, deprimida y lánguida larguirucha señora. Hay que ver la vitalidad que exudan esas páginas y lo alegre que la pasaba ella con su grupo de Bloomsbury, y lo intensa que era su vida, las discusiones con sus colegas, su amor por las letras. Virginia era una mujer excepcional. (hasta el día de hoy no perdono a Isabel Allende que, en una conversación pública que tuvimos ella y yo en un teatro, a raíz de la presentación de su novela: “La Isla bajo el Mar” me dijo, cuando le pregunté si no le habría gustado conocer a Virginia Woolf: “Uy, no, ¿para qué habría querido conocer a la Woolf? ¡Si se suicidó! Una mujer tan deprimida!” Ciertamente que Virginia tenía sus depresiones, pero si se suicidó fue precisamente porque disfrutaba tanto las capacidades y los gozos de su mente, que al sentir que estaba perdiéndola, que se le iba fuera de control, decidió que no quería vivir sin la lucidez magnífica que tanto placer le daba.Yo respeto esa decisión que tomó. Pocos suicidios entiendo, pero el de ella me es perfectamente comprensible y si lo entiendo es porque leí sus diarios. De manera que hay algo válido en este impulso de querer anotar lo que la vida le va dictando a uno. Y los blogs, en este sentido, dada la inmediatez con que podemos comunicarnos ahora, podrían entenderse como eso: impulsos comunicativos, conversaciones abiertas…
   Yo creo que a mí lo que me está pasando también es que estoy gestando palabras que todavía no saben dónde ir. Vuelvo a sentir la necesidad de escribir pero no sé aún si escribiré una novela o simplemente me dedicará a esto, a hacer reportajes de mis días, a escribir diarios, blogs, retazos de memorias. Por el momento, sé que escribir es lo único que me alivia la tristeza y la sensación de soledad. Raro ¿no? porque escribir es un oficio solitario, pero cuando escribo dejo de sentirme sola, le encuentro rumbo a la vida, sentido…







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