lunes, 30 de mayo de 2022

El Pacto de La Picota con la P de Petro






El Pacto de La Picota con la P de Petro

La reunión del petrismo con varios de los criminales más peligrosos de Colombia demuestra que ya vendieron su alma al diablo y están dispuestos a entregar el país a los delincuentes con tal de llegar al poder.

Luis Felipe Heano
19 de abril de 2022


La segunda vuelta de las elecciones presidenciales del año 2018 tuvo una diferencia bastante marcada. Iván Duque obtuvo 10’398.689 votos y Gustavo Petro 8’040.449. El candidato del Centro Democrático obtuvo una ventaja de 2’350.000 votos, es decir, un número de personas mayor que los habitantes de la ciudad de Cali. Adicionalmente, esas elecciones tuvieron un ingrediente especial, pues Petro obtuvo muchos votos de personas que temían que Duque hiciera trizas el Acuerdo de Paz. Para las próximas elecciones, sin el factor de la paz, Petro tiene que conseguir por lo menos tres millones de votos para poder ganar la Presidencia y está dispuesto a hacer pactos hasta con el diablo para conseguirlo.

Harold Alvarado Tenorio / El Pacto Histórico y la purga de los intelectuales

 


Harold Alvarado Tenorio

EL PACTO HISTORICO Y LA PURGA DE LOS INTELECTUALES

 

Continuando la tradición de las tiranías y autocracias soviética y cubana, el PACTO HISTORICO del mussoliniano Petro y la estalinista Francia, anuncian la creación de un comité Ad hoc, conformado por una caterva que dice ser poetas, a fin de ir fundando una suerte de tribunales revolucionarios para purgar no solo a la mamertocracia y la social bacanería sino a todos aquellos intelectuales que no suscriban el Pacto de la Picota y el odio racial contra judíos y cristianos.

viernes, 27 de mayo de 2022

Muere a los 67 años Ray Liotta, protagonista de ‘Uno de los nuestros’

 

Ray Liotta


OBITUARIOS

Muere a los 67 años Ray Liotta, protagonista de ‘Uno de los nuestros’

El intérprete estadounidense falleció en la República Dominicana, donde rodaba una película. Entre sus trabajos, destacan películas como ‘Cop Land’, ‘Algo salvaje’ y el Emmy que ganó por su aparición en un capítulo de ‘Urgencias’


Gregorio Belinchón
26 de mayo de 2022

Hay actores marcados por un personaje. Para bien, porque su carrera encontró una joya; para mal, porque el tiempo y las malas películas derrotan las esperanzas de otro gran éxito. Ray Liotta logró su cúspide con el drogadicto y desquiciado Henry Hill de Uno de los nuestros (Goodfellas), de Martin Scorsese, y no pudo llegar más lejos. O el público no tuvo en cuenta algunos otros espléndidos trabajos, como su aparición en Time of Death, uno de los mejores episodios de la sensacional serie de televisión Urgencias, que le llevó a ganar hasta un Emmy. Liotta nunca se quejó, siguió adelante hasta morir hoy jueves durmiendo, a los 67 años, en su habitación en un hotel en República Dominicana, donde estaba rodando la película Aguas peligrosas.

jueves, 26 de mayo de 2022

Triunfo Arciniegas / La luna y la gardenia




Triunfo Arciniegas
Biografía

LA LUNA Y

LA GARDENIA



Ahora sé para qué hemos venido. Nadie, ni por su parte ni por la mía, sabe que estamos juntos en esta pequeña ciudad de piedra donde llueve desde hace tres días. Casi no salimos del hotel. En alguna pausa de la lluvia corremos al restaurante o al museo. Ya vimos todo lo que hay que ver y hemos decidido quedarnos hasta morir. Eso dijimos. Le pregunté cuánto nos quedaríamos en Pinar del Río. "Hasta morir", dijo. Entonces aún no sabía a qué vino conmigo esta mujer. A qué vine con esta mujer.

Ya no hay río.

No hay pinar.

Nos enredamos una y otra vez, cada vez que mi cuerpo se reanima, porque ella siempre está dispuesta, siempre se abre, alguna parte de su cuerpo se abre y entro y me revuelco y me derramo.

Veo la luna y la veo dormir.

No puedo dormir. Soy un vampiro. Asesiné el sueño.

La veo dormir con la boca abierta, y su cara pierde toda gracia y toda belleza. Nunca he podido precisar su edad: entre cuarenta y cincuenta. A veces la veo como una niña, a veces como una anciana. Habla de la antigüedad como si hubiese vivido en ella, repasando historias de brujas y orgías, reyes y cortesanas, como si hubiese dormido con los protagonistas. Si tuviese los ojos abiertos, vería el párpado caído. Si hubiese más luz contemplaría el tono morado de sus mejillas, la flacidez de la carne, ciertos bultos junto a las ventanas de la nariz, los surcos del cuello, el inocultable maltrato de las manos. Soy un gato, me acerco, la examino. Desarmada, sin su sonrisa. Sin los vaqueros que redondean la delicia del trasero. Le sirve la ropa de su hija, una preciosa adolescente que se pasea desnuda por mis sueños. La huelo, la husmeo, la respiro. Nunca he sabido su olor propio: nada en perfume. El mismo cuarto es un perfume. La gardenia que alguien le obsequió mientras me esperaba en el aeropuerto, toda pellizcada, pues la espera fue larga debido a que confundí la hora de su vuelo, apesta en el lavamanos.

Dormida, dice algo en otro idioma, se da vuelta. Enciendo un cigarro. Salgo al balcón, desnudo. Sólo nos vestimos para salir a comer. Traemos cosas, pan y vino, algunas frutas, para ahorrar salidas.

Estoy frente al jardín. Frente a un solar. Una selva en miniatura. Las plantas crecen a su antojo. O como si alguien las halara de los cabellos hacia el cielo. La luna les da ese toque mágico tan apreciado por los poetas. Al otro lado, después de un corredor, después de unas escaleras, después de una puerta de madera muy antigua, muy pesada, está la plaza de piedra que aún huele a sangre. En un solo día, hace siglo y medio, fusilaron a treinta hombres.

Es como una luna de miel. No es de miel la luna que me baña en el balcón. Nos odiamos. Nos hurgamos sin lástima, nos recorremos con la lengua untada de un rencor áspero que nos corta la respiración. La exaspero, la hiero, la descontrolo. Me golpea en el pecho y llora. Le hablo de mujeres, muchísimas mujeres, de sus perversiones, uso y abuso de la colección de frases de amor que conservo en la cabeza. La dejo llorar y luego la acaricio con fastidio y la consuelo. Todo es mentira, mi amor, sólo te amo a ti. La penetro una y otra vez. "Hazme lo que quieras", dice. Vuelve a dormir.

¿Con quién se divierte mientras duerme?

Es una puta mientras duerme. Se despierta feliz, se relame, me sonríe, y siempre pienso que sonríe a otro.

Nadie la sabe conmigo. En realidad es la mujer de otro desde hace varios años. Para él, que ignora nuestra relación, viajó a la finca de su amiga. Ni siquiera su amiga la sabe conmigo. Ni su hija.

No tengo celos de ese hombre. Es como su padre, y con la edad suficiente para serlo: la vigila, la cuida, la mantiene para mí. Es más que un padre, porque un padre puede burlarse fácilmente, un padre no se mete a la cama. En cambio, este hombre la posee y la mantiene ansiosa, incluso cuando la posee la mantiene para mí.

No debo preocuparme. Nadie conoce mi paradero. A veces es como si no existiera. Ni siquiera ella sabe dónde vivo. Voy de hotel en hotel, de ciudad en ciudad, de oficio en oficio. Me basta con recoger dos pantalones y unas camisas en una bolsa de lona que ato a la parrilla, enciendo la motocicleta y entro a otra vida, la misma pero con otros rostros, otras víctimas. Así voy. La llamo y concretamos una cita. Guardo la motocicleta porque detesta que el viento la despeine, y tres o cuatro días de hotel, interrumpidos por algunas películas y una noche de baile, nos sacian y aburren. Quedamos sin ganas, pero dos o tres meses después la vuelvo a llamar. Así por más o menos tres años, desde cuando la sorprendí en El Ojo de Vidrio con una novela de Alberto Moravia y, fascinado por la perfección de sus pies, me las ingenié para saber su teléfono. La acosé un par de días, bebimos unos rones, la revolqué en una pensión barata y se me rindió sin condiciones para siempre. Tres, cuatro años, no lo sé bien. Además de que confundo las historias, no celebro aniversarios.

He perdido la cuenta. Diciembre. Una vez más. El pozo pestilente de un diciembre, que en otros desata la locura y en mí sólo el hastío. Es martes o miércoles. Hora de volver. "Hasta morir", no creo que lo haya dicho en serio, en el sentido literal, digo. Jugando me acaballé sobre ella y la cubrí con la almohada un largo rato el primer día. Al retirarla, vi el terror en sus ojos, oí su asombro: "Querías matarme". Jugaba entonces. Pero ahora sé que volveré solo a la ciudad, recogeré la motocicleta del garaje y abandonaré este sórdido capítulo de semen y lágrimas. Siempre me pregunté si sería capaz. Siempre me pregunté qué se sentiría, y aún no lo sé. Me llevaré sus ropas para arrojarlas o quemarlas por el camino, y su dinero, por supuesto. Encontrarán el cuerpo frío y sin documentos, no sabrán su nombre ni sus señas. Ahora entiendo la imagen que me ha perseguido durante años: una mujer desnuda en una cama de hotel, las veinte uñas recién pintadas, el pubis rasurado y los pezones mordidos, sin documentos de identidad. Son falsos todos los datos registrados en la recepción del hotel, requisito indispensable para salvar su honor. Casi no me han visto, casi nadie nos ha visto, tampoco importaría. Cerraré con sigilo la puerta del cuarto del fondo del segundo piso de esta casa antigua, pasaré como un fantasma frente a todas las puertas cerradas y, después de las escaleras, frente a un recepcionista adormilado, disimulando el equipaje, saldré a la madrugada de la plaza de piedra y tomaré el primer autobús.

Aún se percibe el olor de la sangre entre las piedras.

El viento arrastra el polvo del desierto hasta la plaza.

En el patio del hotel, según se dice, una mujer cosió a tiros a un hombre tendido en una hamaca. Su fantasma todavía fuma entre los naranjos. La brasa del tabaco se confunde con las luciérnagas.

De niño me enviaban por sangre al matadero municipal. "Ve por el pichón", decía mi madre. Aún me persigue el ojo desorbitado de la bestia recién acuchillada, maniatada, tendida sobre el piso mojado. La sangre, espumosa y brillante, se coagulaba con prontitud en la jarra. Una vez cocida, mi madre la mezclaba con el arroz, y comíamos nuestro manjar de pobres en silencio, casi siempre sin papá, que bebía hasta caer rendido en alguna cantina.

Se quedó mirando un niño que jugaba al trompo en la plaza durante una de las escasas pausas de la lluvia y dijo:

–Así soy: un trompo en tus manos.

La miro con rabia una vez más, tendida, descuidada. Arrojo la colilla y cierro la puerta que da al balcón. Me tiendo a su lado, la acaricio despacio, despacio, hasta su garganta, mientras ronronea. Ahora sé para qué hemos venido.


Bogotá, 1992.
Muertas de amor


Kevin Spacey, acusado de cuatro delitos de agresión sexual a hombres por la fiscalía del Reino Unido

 

Kevin Spacey




Kevin Spacey, acusado de cuatro delitos de agresión sexual a hombres por la fiscalía del Reino Unido

El actor estadounidense se enfrenta a cuatro cargos de tres denunciantes distintos



SMM
26 de mayo de 2022


Justo cuando el actor Kevin Spacey estaba a punto de regresar a su carrera, se acababa de estrenar en el Festival de Cannes el tráiler de su nueva película, 'Peter Five Eight', en la que da vida a un asesino en serie, se han confirmado nuevos cargos desde el Reino Unido. El actor de 62 años ha sido acusado este jueves por la Fiscalía británica de cuatro delitos de agresión sexual contra tres hombres, que fueron cometidos entre 2005 y 2013 en Reino Unido.

miércoles, 25 de mayo de 2022

Retenida en un aeropuerto de Honduras la senadora Piedad Córdoba por transportar más de 68.000 dólares sin declarar

Piedad Córdoba y Gustavo Petro



Retenida en un aeropuerto de Honduras la senadora Piedad Córdoba por transportar más de 68.000 dólares sin declarar

El candidato Gustavo Petro le pidió a la política hace un mes que no hiciera campaña a su favor por los problemas judiciales que arrastra



Juan Diego Quesada / Santiago Torrado
Bogotá, 25 de mayo de 2022

La senadora Piedad Córdoba se ha convertido en el mayor dolor de cabeza del candidato Gustavo Petro. El líder de la izquierda se empeñó en presentarla al Senado como parte de su lista a pesar de las advertencias de muchos de sus colaboradores. Córdoba arrastra varios procesos judiciales que podían perjudicar su campaña. Hace un mes, Petro le pidió que dejara de apoyarlo públicamente ante el inminente proceso que se le iba a abrir por su relación con Álex Saab, el supuesto testaferro de Nicolás Maduro detenido en Estados Unidos. Ahí parecía zanjado el asunto. Sin embargo, la figura de Córdoba, una de las políticas más conocidas del país, siempre vuelve a la escena. La senadora ha sido retenida este miércoles en Honduras, a cinco días de las primera vuelta de las elecciones presidenciales, por llevar encima sin declarar 68.000 dólares, según han confirmado las autoridades de ese país. El dinero, según ella, pertenece a un empresario colombiano residente en Tegucigalpa.

Muere Gentil Duarte, el jefe más poderoso de las disidencias de las FARC

Miguel Botache Santillana, alias Gentil Duarte, jefe de las disidencias de las FARC.
Miguel Botache Santillana, alias Gentil Duarte, jefe de las disidencias de las FARC.COLPRENSA

Muere Gentil Duarte, el jefe más poderoso de las disidencias de las FARC

Un ataque con explosivos liquidó en territorio venezolano al combatiente, el cuarto disidente muerto del otro lado de la frontera en el último año


Santiago Torrado
Bogotá, 25 de mayo de 2022

Miguel Botache Santillana, alias Gentil Duarte, el más poderoso de los jefes de las disidencias de las FARC que se apartaron del proceso de paz, fue asesinado del otro lado de la frontera con Venezuela, de acuerdo con la prensa colombiana e información de inteligencia. El periódico El Tiempo publica este miércoles que este añejo señor de la guerra, por quien el Gobierno ofrecía una recompensa de 2.000 millones de pesos (algo más 500.000 dólares), murió como consecuencia de un ataque con explosivos en el estado Zulia, según confirman fuentes en ambos lados de la línea limítrofe.

martes, 24 de mayo de 2022

Otras novelas que también hicieron boom

 



Otras novelas que también hicieron boom

HELENA Y ÁNXEL 
14 DE NOVIEMBRE DE 2012

Seis obras del boom

Seis obras del boom

Las seis novelas cuyas primeras ediciones aparecen en el mosaico de la izquierda justificarían por sí mismas y sin añadidos de mercadotecnia editorial o compadreos de cátedras universitarias cualquier movimiento literario.

Sucede que fueron editadas con pocos años de diferencia —a mediados de los sesenta— y en una misma región del planeta, la América en la que se habla sobre todo español, y sucede también que algunas editoriales de Barcelona vieron en aquel momento, y dada la pésima salud de la literatura española de entonces, la oportunidad de hacer negocio publicando buenos libros —no todas con el mismo buen ojo: el venerado Carlos Barral rechazó en 1966, y se pasó la vida lamentándolo, el manuscrito que le acaba de remitir un joven escritor colombiano de una novela titulada Cien años de soledad que con el paso del tiempo vendería, que sepamos, casi 40 millones de copias—.

A aquellos autores más o menos coetáneos les pusieron con presteza un nombre sonoro, boom, que recordaba, no por casualidad, el todavía fresco (1959) triunfo de los castristas en Cuba. Algunos de los escritores del boom vivían en el exilio, otros malvivían con el periodismo pagado por pieza; unos veneraban a Faulkner y sus territorios míticos, mientras que otros preferían el indigenismo derivado del Popol Vuh y sus muchas encarnaciones; a veces se reunían y bebían mucho whisky pero, pasados unos años, terminaron dándose potentes cuchilladas metafóricas unos a otros, casi siempre por un quítame allá esos misiles o, como es tradición entre los lationamericanos, por la forma de interpretar la palabra revolución.

A la derecha, Cortázar. A la izquierda arriba, García Márquez. Abajo, Vargas Llosa y su segunda mujer, Patricia.

A la derecha, Cortázar. A la izquierda arriba, García Márquez. Abajo, Vargas Llosa y su segunda mujer, Patricia.

Nadie puede precisar cuándo empezó el boom porque nadie lo sabe y la fecha es opinable (unos conjeturan que en 1960, otros dicen que en 1962, otros que en 1963 y otros, a los que humildemente me sumo, pensamos que todo había empezado en los años cincuenta, con Juan RulfoAdolfo Bioy Casares y Jorge Luis Borges, sin cuya paternidad la descendencia hubiera sido otra), pero algunos se han empeñado en celebrar este año el 50º aniversario del fenómenos editorial.

Aunque las razones para la celebración del medio siglo son peregrinas —se cita un cierto Congreso de Intelectuales de Concepción (Chile), celebrado en enero de 1962 y al que no asistieron más que un grupo de escritores de la órbita marxista (el comisario Neruda entre ellos, desde luego) y en el que Carlos Fuentes pronunció una frase de vergüenza ajena que resume el ambiente: “política y literatura son inseparables y Latinoamérica sólo puede mirar hacia Cuba”— y la reseña de los 50 años resulta complaciente y preñada de colegueo o intereses comerciales —no se menciona, por ejemplo, el daño colateral causado por el boom, en cuyos posos se asienta la epidemia perniciosa del realismo mágico de bata y zapatillas de Isabelita Allende y otros tan lánguidos como ella—, no me importa entrar en el juego, sobre todo porque creo que la mejor literatura en español de los siglos XX y XXI, quizá la única que merece ser llamada literatura, procede de las Américas.

Siguiendo el juego que propuso hace unos días Arsenio Escolar con sus diez libros favoritos del boom —y alertando que Arsenio me gana de largo como rata de biblioteca—, les dejo una lista de siete novelas menores que también hicieron boom pese a que los méritos casi siempre fueron para otras. Advierto que llevo años sin leer algunas, de modo que acudo a la cada día más débil memoria para recuperar sentimientos. Una nota, digamos, técnica: las imágenes de las cubiertas son de las primeras ediciones, inencontrables hoy, pero los vínculos en los títulos remiten a la edición más barata de las que todavía están en el mercado.

"Los Premios"

“Los Premios”

El monstruo que engendró Rayuela
Los premios
. Julio Cortázar
, 1960

La primera novela de Cortázar que encontró editor tras el rechazo de sus dos primeros manuscritos, tiene bastante del ambiente opresivo desarrollado en las zonas opacas de la vida cotidiana que encontramos en sus magistrales relatos —ya había publicado tres tomos de cuentos—.

Un grupo muy heterogéneo de personas gana un premio para viajar en un barco. En esa atmósfera cerrada el narrador habla como en astillas y deja que sea el lector quien recomponga la acción, adelantando la fórmula que Cortázar depurará en Rayuela tres años más tarde. No es casualidad que uno de los protagonistas de la ópera prima sea un tal Horacio Oliveira, el personaje central al que Cortázar colocará a la deriva en el París de Rayuela.

Novela del absurdo y la búsqueda inútil, porque toda búsqueda conduce a la destrucción, Los premios, que el escritor redactó en París mientras vivía en una aguda penuria material, Cortázar intenta construir una novela híbrida como “un monstruo, uno de esos monstruos que el hombre acepta, mantiene a su lado; mezcla de heterogeneidades, grifo convertido en animal doméstico“.

Como dice uno de los angustiados personajes, ya no se trata de entender la realidad, sino de “abrazar la creación desde su verdadera base analógica. Romper el tiempo-espacio que es un nivel plagado de defectos“.

"Crónica de San Gabriel"

“Crónica de San Gabriel”

La falsa arcadia del campo
Crónica de San Gabrie
l. Julio Ramón Ribeyro
, 1960

Julio Ramón Ribeyro, un ser desprendido, una bendita persona, es uno de los escritores que militan con injusticia en la segunda división del boom pese a su amplia producción de cuentos y su papel capital en el realismo urbano latinoamericano.

Crónica de San Gabriel, escrita durante un viaje de juventud por Europa, en el invierno polar de Munich (“sin saber alemán y en una pensión en donde era imposible comunicarse por desconocer el idioma … comencé pues a escribir para salirme del entorno en el que vivía e imaginaba todo el tiempo que pasaba unas plácidas vacaciones en la sierra peruana”), es una de las mejores novelas de iniciación en español del siglo XX.

La peripecia del adolescente Lucho en una hacienda de montaña le obliga a descubrir que la arcadia del campo es sólo una abstracción y que le han enviado a un lugar donde “el pez más grande se come al chico” y “los débiles no tienen derecho a vivir”.

Un descarnado libro fabricado con maña por un escritor que opinaba que “la historia puede ser real o inventada. Si es real ,debe parecer inventada, y si es inventada, real”.

"El coronel no tiene quien le escriba"

“El coronel no tiene quien le escriba”

La novela rusa de Gabo
El coronel no tiene quien le escriba
, Gabriel García Márquez
, 1961

Pregunta: Dime, qué comemos. Respuesta (pura, explícita, invencible): Mierda.

El celebre intercambio de palabras que resume episódicamente la gran novela corta que García Márquez publicó seis años antes de Cien años de soledad, es suficiente: estamos ante una voz narrativa de una extraña resonancia, capaz de contener todas las voces de un pueblo.

El coronel no tiene quien le escriba es la dulce y desoladora crónica de una espera sin futuro: la pensión que nunca llega. A partir de la situación dramática, todo está salpicado por el humor explosivo y bravo del Caribe que tan bien sabe explotar el autor.

Contenida y sobria, carente de los excesos de estilo que acaso lastren algunas obras posteriores del colombiano, es, como menciona Caballero Bonald, un “acabado modelo de sencillez, de naturalidad discursiva y hasta de inocencia verbal”, donde hasta lo complejo se muestra de modo escueto.

La historia de un personaje insular y solo, una bellísima obra de tintes rusos bajo el martirio del sol.

"El lugar sin límites"

“El lugar sin límites”

 Apuesta por los perdedores
El lugar sin límites
. José Donoso
, 1965

Estridente en la esfera privada, de la que solamente supimos  en detalle (homosexualidad reprimida, egocentrismo, neurosis) tras su muerte en 1996, el chileno José Donoso tampoco merece el lugar secundario que algunos le adjudican en el canon del boom.

El lugar sin límites desarrolla la vida miserable en El Olivo, una ciudad ruin y venida a menos, y disecciona la sociedad local, que es un eco de la sociedad chilena, católica, ultranacionalista y muy conservadora en lo social, a través del burdel que gestiona Manuela González, un homosexual travestido.

Con pinceladas que pueden provenir del estilo enfático de Conrad y Graham Greene y una prosa telegráfica que tiene de más una conexión con la de Hemingway, Donoso apuesta por los perdedores y saca pecho ante el dolor. Pese a que es más conocido por la experimental El obsceno pájaro de la noche (1970), yo prefiero la negrura marginal de su novela de burdeles, apariencias y dobleces.

"Los cachorros"

“Los cachorros”

Frenética musicalidad
Los cachorros
. Mario Vargas Llosa
, 1967

Cuando Vargas Llosa escribió Los cachorros tenía 29 años y era el más joven de los escritores del boom. La circunstancia no tiene valor, pero ayuda a explicar por qué la obra es la de mayor calado generacional del grupo y, al tiempo, la de más acelerada narrativa.

De una precisión que aturde y escrita con tanta urgencia que la lectura resulta angustiosa (y tóxica), la vida de Pichula Cuéllar, un distinto —no diré por qué para no incurrir en el spoiler— es presentada con una fluidez desbordante y experimental (diálogos sin marcas, cambios de persona en el habla narrativa), pero nunca trivial ni caprichosa.

El gran Roberto Bolaño, quizá el descendiente más brillante de los escritores del boom, destacó la “musicalidad sustentad en el habla cotidiana” de Los cachorros y añadió: “El descenso a los infiernos, narrado entre grititos y susurros, es de alguna manera el descenso a otro tipo de infierno al que se verán abocados los narradores. De hecho, lo que aterroriza a los narradores es que Pichula Cuéllar es uno de ellos y que empeña, de forma natural, su voluntad en ser uno de ellos (…) Toda anomalía es infernal, aunque tras la destrucción de Cuéllar lo que las voces que arman el relato tienen ante sí es la planicie de la madurez, la tranquila destrucción de sus cuerpos, la resignada y total aceptación de una mediocridad burguesa”.

Tras esta magistral novela, publicada por primera vez con fotos de Xavier Miserachs, Vargas Llosa logró el empuje necesario para abordar su obra mejor y más ambiciosa, Conversación en la Catedral (1969).

"De dónde son los cantantes"

“De dónde son los cantantes”

El cubano extranjero
De dónde son los cantantes
. Severo Sarduy
, 1967

Los cubanos citados en todos los elencos del boom son Guillermo Cabrera InfanteAlejo Carpentier y José Lezama Lima.

Que olviden a Severo Sarduy es inexplicable, aunque quizá algo tenga que ver su proclamada extranjería —se consideraba más europeo que caribeño, renegó del tropicalismo de la patria y de los trabajos como periodista en revistas revolucionarias para embarcarse en la experimentación de la metaficción parisina de Tel Quel y buscó en el budismo una explicación vital—.

De dónde son los cantantes construye una imagen de La Habana, la ciudad a la que nunca regresó desde 1960, con las voces superpuestas de las tres grandes herencias que conformaron la identidad local: lo español, lo africano y lo chino.

Carnavalesca, paródica y y barroca, la novela es, según Sarduy, un “collage hacia adentro”, y prefigura la que sería su obra más celebrada, Cobra (1972).

"Cicatrices"

“Cicatrices”

El gran olvidado
Cicatrices
. Juan José Saer
, 1969

Lean: “Hay esa porquería de luz de junio, mala, entrando por la vidriera. Estoy inclinado sobre la mesa, haciendo deslizar el taco, listo para tirar. La colorada y la blanca —mi bola es la de punto— están del otro lado de la mesa, cerca del rincón. Tengo que golpear suavecito, para que mi bola corra muy despacio, choque primero con la colorada, después con la blanca y pegue después en la baranda entre la colorada y la blanca: la colorada va a golpear contra la baranda lateral, antes de que mi bola choque contra la baranda del fondo, hacia la que tiene que ir en línea oblicua después de chocar contra la blanca”.

Ahora intenten responder —yo no sé o no puedo o no quiero—: ¿por qué Juan José Saer, uno de los escritores más deslumbrantes en español no fue reconocido hasta los años ochenta y murió en 2005 sin haber sido apenas publicado en España?

Su ciclo de novelas sobre Santa Fe, la localidad argentina en la que vivió exiliado antes de optar, en 1968, por la migración trasatlántica en París, son equívocas: el lector las sobrevuela con levedad hasta que, bien pronto, se siente dentro de una caverna donde él mismo participa de un rito de memoria colectiva.

Mi favorita es Cicatrices, la historia de un crimen (un obrero del metal mata a su mujer el uno de mayo) contada por cuatro narradores diferentes en un ejercicio sutil de lírica política.

Ricardo Piglia ha dicho que “la prosa de Saer, que parece surgir de la nada, que se produce a sí misma con la misma perfección desde el principio, es en realidad una elaboración muy sutil de la gran poesía escrita en lengua española“. Tiene toda la razón.

TRASDOS




Los 30 libros recomendados por el Foro Formentor

 

César Aira pronuncia unas palabras tras recibir el premio Prix Formentor 2021.
JOSÉ MANUEL VIDAL


Los 30 libros recomendados por el Foro Formentor

Una guía provisional para leer a César Aira y obras sobre el viaje llenan la maleta al cierre del festival literario celebrado en Sevilla


Berna González Harbour
12 de octubre de 2021

Con César Aira, el premio Formentor de este 2021 que ve más sonrisas que mascarillas, ocurre un hecho tan singular como este autor argentino único: entre sus más de 120 obras publicadas nadie se pone de acuerdo en señalar la más emblemática, significativa o imprescindible. Se diría que hay un César Aira para cada lector y los que han coincidido en este foro celebrado los pasados días en Sevilla dibujan entre todos un mapa móvil y cambiante de su obra.

“Imaginen un enorme espejo al que alguien tira una piedra y ese choque genera una telaraña con multitud de pequeños fragmentos. La obra de Aira es ese gran espejo en multitud de trozos que van en muchas direcciones”, dice su editor en Francia, Clément Ribes. “Antes de venir aquí he preguntado a distintos lectores y no hay consenso. No se puede hacer una sistematización de su obra, sino presentar todas las ventanas a su universo”, secunda Miguel Aguilar, su editor en España y América Latina.

En esta indagación nada científica y nacida en dos días de debate, sin embargo, van surgiendo 16 libros entre esas novelas cargadas de humor, inteligencia y disparate y sus ensayos siempre desafiantes. Estos son los prescriptores y su elección:

Cumpleaños (1), La liebre (2) y Un episodio en la vida del pintor viajero (3) son acaso las tres más citadas en la encuesta informal que ha realizado Miguel Aguilar, editor del sello Literatura Random House, antes de venir a Sevilla. Él personalmente elige Cumpleaños.

Un episodio en la vida del pintor viajero, El congreso de literatura (4), Los fantasmas (5) y La prueba (6) son los cuatro que ha leído y traído el ensayista y periodista Jean François Fogel, que pregunta a los editores presentes en el foro si ha acertado.

“Esos cuatro libros pertenecen a un mismo grupo, que son los de la lógica disparatada y la fantasía que invade lo real”, diagnostica el editor francés, Clément Ribes. Él, por su parte, ha elegido ocho libros para ir publicando hasta 2025 y ha querido que pertenecieran a los distintos grupos que trabaja Aira: ensayo, disparate y los más personales como El tilo (7) o Pinceladas musicales (8). “Y ya es un éxito en Francia”, asegura Ribes. Su preferido no obstante es Prins (9), en el que “el humor, la noche de Buenos Aires y el juego sobre los tiempos resume bien la obra de Aira”.

Aleksi Siltala, su editor en Finlandia, publica uno cada dos o tres años, un ritmo en el que la lista de espera solo crece dado el trepidante ritmo de producción del argentino. Y a la selección comentada por Fogel, asegura, le falta Páramo (10). “Para mí es la más querida de Aira, en la que ironiza sobre editores y autores”. “No faltan obras, faltan los años para publicar todo”. Su libro favorito no obstante es Un episodio en la vida del pintor viajero: “Tan lírico, emocionante, diferente y único. Me conmovió mucho”.

Michael Gaeb, su agente literario, defiende siempre “la última” (y ríe). Y comparte el gusto por Páramo como una novela maravillosa en la que desfilan muchos de sus temas: la magia, los estafadores, contrabandistas y el humor grotesco.

Anna Caballé, escritora, crítica y miembro del jurado que le ha otorgado el premio, recupera el Diccionario de autores latinoamericanos (11) que un joven César Aira elaboró entre los nacidos antes de 1940 y que publicó a duras penas en pequeñas editoriales. “Cuando nació el proyecto, Wikipedia no existía. Late en él una necesidad de razonar y ajustar la literatura latinoamericana en función de un criterio subjetivo con una voluntad de nivelación y una propuesta implícita de canon”. Otro de los miembros del jurado, el traductor inglés Gerald Martin, elige El juego de los mundos (12), “una versión airana de la novela de H.G. Wells o del Viaje al centro de la tierra de Julio Verne. Y Francisco Ferrer Lerín, poeta y narrador, elige Sobre el arte contemporáneo y En la Habana (13), en el que Aira exhibe la perplejidad que le causa que los escritores no tengan enemigos, como les ocurre a los artistas; los relatos comprendidos en El cerebro musical (14); y Cómo me hice monja (15). El presidente del jurado y director de la Fundación Formentor, Basilio Baltasar, aporta el número 16: Sin testigos. “Por cómo expone la trampa metafísica emboscada en la realidad y la réplica prevista a cada una de nuestras acciones”, remata.

Pero no solo de César Aira vive el hombre y el Foro Formentor ha reunido otras mesas en las que cada autor defendió un libro en torno al tema de los náufragos, los peregrinos y los argonautas. Este es un resumen de lo más destacado:

Sobre náufragos:

Autorretrato de Edouard Levé, un libro de un solo párrafo en el que su autor navega hacia el naufragio de la depresión en 1.400 frases de un solo párrafo. “Él se ahoga en la tierra firme, en París, y necesita precisamente salir a viajar como tabla de salvación”, defiende el profesor Moisés Mori. Días antes de ahorcarse había entregado a su editor un manuscrito titulado Suicidio. “No puede haber un naufragio mayor”.

- Los mares náufragos, de Isabel Soler, profesora de literatura y cultura portuguesa que investiga el asunto desde hace 25 años.

- Relato de un náufrago, de Gabriel García Márquez, el reportaje que el autor colombiano convirtió en novela a partir de un suceso real: los diez días que un hombre pasa a la deriva en una balsa tras hundirse su barco.

Naufragio, de Álvar Núñez Cabeza de Vaca, que narra la odisea de este navegante que, tras perder la nave, pasó diez años como “náufrago en tierra” por zonas americanas hasta que logró regresar a España. “Es un documento antropológico, una novela de aventuras, una autobiografía con tonos de novela picaresca y una obra inaugural de la épica del perdedor”, señaló Eva Díaz Pérez.

- Lluvia y otros cuentos, de William Somerset Maughan, libro poblado de náufragos vitales, aunque no literales, según palabras de Sònia Hernández.

Sobre argonautas

Los errantes, de la Nobel polaca Olga Tokarczuk, una novela móvil y sobre el movimiento desde un tiempo distinto al de los demás, un cuaderno de viajes con 16 historias que configuran un mapa particular en el que los vestíbulos de hoteles y aeropuertos se convierten en lugares de meditación, en palabras de Patricia Almarcegui.

Mi viaje a Lhasa, de Alexandra David-Néel, una francesa que viajó a la capital tibetana en 1924 y que reúne todo el arquetipo de lo heroico, en palabras de la editora Pilar Rubio. “Su epopeya dura catorce años tras ocho meses de penalidades para llegar disfrazada como medio peregrina, medio mendicante, con su pelo tiznado y sus andrajos”. David-Néel se había preparado intensamente como orientalista especializada en el Himalaya y dominaba varios dialectos tibetanos. Un libro sugerente para recuperar un siglo después.

El cuarteto de Alejandría, de Lawrence Durrell, una obra conseguida después de años de escritura tortuosa tras un arranque fecundo en Corfú con su esposa, sus hermanos y su madre ―una historia ampliamente difundida a partir de la serie Los Durrell―. “Larry odiaba Alejandría, llegó a escribir a Henry Miller para decirle que iba a morir allí, que lo odiaba, pero fue su revulsivo. Absorbió la magia de la ciudad, conoció a su musa y logró publicar en 1957 el primer tomo de su cuarteto”, cuenta apasionada María Belmonte.

Conversations of Lord Byron with the Countess of Blessington es la joya que trajo el periodista Miquel Molina tras hallarla en una librería de viejo de Edimburgo y que recomendó a los editores publicar: la entrevista que una condesa periodista hizo en Génova al poeta en 1823, meses antes de que éste muriera pleno viaje hacia Grecia.

Sobre peregrinos:

- Viaje al fin de la noche, Louis Ferdinand Céline, que el escritor Philippe Claudel recupera para una nueva lectura contemporánea que nos convierte en “vagabundos, desarraigados y nos recuerda nuestra condición de nómadas perpetuos”.

El camino inmortal, de Jean Cristophe Rufin, es un particular recorrido del camino de Santiago desde el escepticismo y agnosticismo que el catedrático francés Jean François Botrel defiende como “vía de acceso la condición de peregrino en una concepción polisémica”.

Um bailarino na batalha, de Hélia Correia fue la elección de la portuguesa Lídia Jorge como largo poema narrativo que va describiendo los distintos estadios del dolor. “Veo ahí una ruptura esperanzada, un golpe cortando el anillo de fuego que nos engarza de pies y manos al determinismo, al miedo”.

- Viaje a la luna, Cyrano de Bergerac, en defensa de quienes emprenden el viaje “para desvelar lo encubierto y no para llenar sus arcas con el vellocino de oro”, dijo Basilio Baltasar.

Derrotero y viaje a España y las Indias, Ulrico Schmidl, fue por último la elección del premiado, de César Aira. Leyó muchos libros de conquista, contó el argentino, y “este expone un mundo nuevo al que solo se accede desde el recuerdo y la escritura”.

Berna González Harbour

Periodista de EL PAÍS, ha sido enviada especial en zonas en conflicto, corresponsal en Moscú y subdirectora a cargo de Internacional, Domingo, Sociedad, Web o Babelia. Escribe entrevistas y crítica cultural, es columnista en la sección de Opinión y analista de Hoy por Hoy, en la Cadena Ser. Premio Dashiell Hammett por 'El sueño de la razón'.


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