Héctor Abad Faciolince y Fernando Trueba, en el Hay Festival. Foto de DANIEL MORDZINSKI |
HAY FESTIVAL CARTAGENA 2020
Las intimidades de la película ‘El olvido que seremos’ emocionan en el Hay Festival
Héctor Abad Faciolince y el director español Fernando Trueba entusiasman con anécdotas de la adaptación al cine de la célebre novela sobre el padre del escritor colombiano
Sergio Torrado
1 de febrero de 2020
Las imágenes en blanco y negro recrean el estudio de la Universidad de Antioquia donde Héctor Abad Gómez grababa su programa de radio. El asesinado profesor y defensor de derechos humanos –encarnado por el actor español Javier Cámara– se lamenta frente al micrófono. “Los conservadores me tachan de marxista, a mí que nunca leí a Marx, y los marxistas me tachan de conservador, a mí que siempre he perseguido la libertad. ¿Y saben lo que soy? Simplemente un médico, y por eso estoy del lado de la vida”.
Es una de las primeras escenas que se conocen de El olvido que seremos, la película de Fernando Trueba que adapta una de las obras más emotivas de la literatura latinoamericana, la novela homónima en la que Héctor Abad Faciolince relata la vida y muerte de su padre. Ambos contaron intimidades del rodaje este sábado durante una de las presentaciones más esperadas del Hay Festival de Cartagena.
Nada más empezar la charla, el escritor antioqueño introdujo al cineasta madrileño como el ganador del Oscar por Belle Époque, y recordó que su aclamado libro comienza por mostrarlo como un niño que se niega a rezar debido a que ya no quiere ir al cielo, prefiere ir al infierno donde le han dicho que irá su papá, para acompañarlo. Era apenas la introducción a algunas anécdotas sobre la crianza católica con las que los ambos dejaron en evidencia su sintonía y complicidad. “Gracias a la Iglesia yo pasé aterrado toda mi infancia”, remató Trueba para despertar una sonora carcajada. Esa comunión incluso se trasladó a sus atuendos sobre el escenario del teatro Adolfo Mejía, donde los dos, con sus barbas y cabellos canosos, vestían pantalón claro y camisa azul de tonos acordes con el caluroso clima caribeño. En la mesa, un sombrero que bien podía pertenecer a cualquiera.
La risa ha sido muy importante en esa especie de matrimonio que tienen, en palabras de Abad, y la película se hizo con mucha alegría. “Cuando una muerte nos duele tanto es por ese amor profundo a la vida”, señaló el autor de Lo que fue presente, a manera de declaración de principios, para establecer el tono ameno de la conversación, a pesar de que la dolorosa muerte de su padre atraviesa tanto el libro como su adaptación. Ese intercambio era el preámbulo de la sorpresa con la que se echaron el público al bolsillo: un corto vídeo del detrás de cámaras de la esperada película grabada en Medellín y a la espera de su fecha de estreno.
“Tenemos que redefinir lo que es un héroe”, afirmó Trueba en referencia a Héctor Abad Gómez, un médico y profesor universitario asesinado por sicarios el 25 de agosto de 1987 en la convulsa Medellín que sufría el asedio de paramilitares y cárteles del narcotráfico. La película llega justo cuando Colombia anhela pasar la página de más de medio siglo de violencia, después de sellar un acuerdo de paz con la extinta guerrilla de las FARC, y la ciudadanía protesta en las calles por el incesante asesinato de líderes sociales. El olvido que seremos, publicado originalmente en 2006, provocó en su momento una catarsis colectiva. Esa narración resuena hoy con fuerza en un país que reivindica el papel de los defensores de derechos humanos.
Si las múltiples versiones del Hay Festival buscan que fluyan ideas y complicidades, El olvido que seremos es un ejemplo inmejorable. Cuando Héctor Abad conoció a Trueba en una de las ediciones en Cartagena, él le comentó que le había gustado el libro. El novelista le propuso adaptarlo al cine después de que el productor colombiano Gonzalo Córdoba lo había convencido de embarcarse en el proyecto. Abad incluso le sugirió como protagonista a Javier Cámara –ganador de dos Goyas– porque su rostro le recordaba a su papá.
Aunque se sintió alagado, Trueba la consideró una misión imposible en un primer momento. El detallado paso del tiempo en la novela es difícil de llevar al cine, así como el tono íntimo de la escritura. “La otra razón de peso era mi cobardía de enfrentarme a un libro tan bueno”, se confesó Trueba ante la multitud. Pero finalmente lo convencieron, o se convenció, y su hermano David aceptó el desafío de escribir el guion.
“Tenía mucho miedo de leerlo”, rememoró Abad, “miedo de que no me gustara”. Se tomó semanas, pero quedó deslumbrado por el resultado. Al leer el guion sintió que todo estaba ahí. Y cuando vio por primera vez el resultado final en la pantalla, “bajo una cortina de lágrimas”, quedó apabullado. El hijo no dudó en agradecer lo que considera una obra de arte al despedirse, ante una cerrada ovación. Trueba, antes de partir, recogió su sombrero.
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