domingo, 13 de febrero de 2005

Lizzy, la última Jagger


Lizzy Jagger


Lizzy, la última Jagger

Tiene 20 años y lleva cinco trabajando de modelo a tiempo parcial. Ocupa titulares por su amistad con el hijo de John Lennon, y Mango la ha fichado para su campaña de primavera. Pero la hija del cantante de los Rolling Stones reniega de la alfombra roja y sólo quiere perderse en Madagascar.


Xavi Sancho
13 febrero 2005

Debutó en la pasarela desfilando para Thierry Mugler con 14 años. A los 15 se inició como consumidora de Mango. Cinco años después es la imagen de la marca para la primavera de 2005. La hija de Mick Jagger y Jerry Hall atiende a la prensa en un hotel madrileño y todo el mundo está muy feliz porque es simpática y accesible. Educación británica, una taza de té que se aguanta con un suspiro sobre una mínima mesa. Un paquete de Camel Light tirado sobre el sofá, un encendedor de los que no da pena perder y un estilismo de evocaciones campestres, cortesía de la marca. Lizzy lleva todo el día negando que su padre tenga cáncer, recordando que fue y es consumidora habitual de la marca que la acaba de fichar y que está encantada con todo esto. Sea esto lo que sea.
-¿Qué le atrajo de Mango?
-Compro en sus tiendas desde pequeña. La ropa es muy divertida. A mí y a mis amigas nos encanta.
-¿Qué producto no anunciaría nunca?
-Ropa interior. Me da vergüenza y me parece cutre. Una vez me ofrecieron incluso posar para Playboy. No puedo imaginar que la gente quiera verme desnuda.
-Pero es que hay mucha gente que quiere verla desnuda.
-¡No!
Ha sido imagen de Burberry o Tommy Hilfiger y actualmente cede sus labios (genéticamente generosos, cortesía de papá) a la marca de cosmética Lancôme. Lizzy ha sido además la comidilla de la prensa del corazón durante unos meses. Su supuesta relación con Sean Lennon, hijo del famoso beatle, ha despertado gran interés en todo el mundo, amén de desbocadas y, en ocasiones, apocalípticas teorías sobre la intertextualidad y la muerte del rock and roll. "Somos sólo amigos. Nada más. Cuando leíamos lo que se escribía de nosotros, no parábamos de reír. Simplemente salimos algunas veces a conciertos y tal, pero nunca fuimos novios". Él llevaba camisetas de los Rolling Stones y ella declaraba que era demasiado joven para comprometerse. "Ambas cosas son ciertas, pero tampoco son pruebas de que saliéramos juntos, ¿no?". Pero aquí no termina su no relación con descendientes de la banda de Liverpool. "Stella McCartney [hija de Paul y diseñadora] iba declarando por ahí que ella y yo éramos grandes amigas. Y eso es mentira. Nos hemos visto un par de veces, pero ella insistía en decir que éramos colegas. Odio esa actitud de ir presumiendo de amigos famosos. Ella lo hace cada vez más. Será porque su marca pierde mucha pasta". Va a ser la única respuesta no seguida de una sonora carcajada.
-¿Qué piensa su padre de todo esto?
-Está encantado. Bueno, me dijo que no dejara los estudios y que si quería dedicarme a la moda los fines de semana, que lo hiciera. Pero no fui a la universidad. Ahora me apoya.
-¿Hubiera preferido que tuviera un trabajo normal?
-El único trabajo normal que he tenido ha sido en Nueva York. Era canguro. Me encantan los niños.
El año pasado, Lizzy dejó Nueva York para volver a Londres, su casa. Otra razón para dejar su no relación con Sean. "Las llamadas telefónicas internacionales me aburren", declaró. "Echaba de menos Londres. Nueva York se parece cada día más a Los Ángeles. Y odio Los Ángeles. Además, la música en Nueva York ya no es tan divertida como antes. Sólo hay hip hop, y no lo soporto. En cambio, en Londres, la escena ahora es genial. Hay muchísimas bandas buenas y ya se puede salir a ver conciertos de nuevo". A todos los famosos les gusta decir que son gente normal. No lo son. Pero algunos, al menos, consiguen parecerlo. Lizzy es uno de ellos. Logra convertir incómodas entrevistas en joviales conversaciones posadolescentes sobre música, vacaciones y daños colaterales provocados por la fama. Todo con una enorme sonrisa. "Quiero ir de vacaciones a Madagascar". ¿Por la música? "No, ja, ja, ja. Siempre me ha apetecido ir allí. No sé por qué. Cuando acabe todo este follón, me iré. Ahora debo marcharme a Barcelona a hacer el catálogo de Mango y luego tengo días libres". ¿Estás cansada de tanta promoción? "No". Seguramente no miente.
-¿Sabe cocinar?
-Un poco.
-¿Y cantar?
-En la ducha.
-¿No debemos temer que grabe un disco?
-No, ni vosotros ni mi padre.
En Londres, Lizzy evita la alfombra roja. Famosa desde la cuna y rodeada de otros famosos encantados de serlo, la Jagger no quiere jugar en esta liga. "Asisto sólo a los actos a los que debo. Para mí, una buena noche es ir al pub con mis amigas, nada de fiestas con caras conocidas". Esto es la normalidad, pero la normalidad no es un concepto que Lizzy tenga muy claro. Para ella, que te persigan los fotógrafos y que periodistas de países que no sabías que existían te pregunten sobre tu vida es lo más común. "Para mí, todo esto es normal. No he conocido otra cosa. La gente se extraña de que uno viva en este mundo feliz, pero si es el único que has conocido…". ¿Y te gusta? "No está mal".
-¿Cuál es su diseñador favorito?
-Vivienne Westwood.
-¿Y su banda preferida?
-Ahora, Bloc Party [la nueva sensación del rock británico].
-Todo muy inglés, ¿no?
-Es que soy muy inglesa, no puedo evitarlo.
La experiencia nos dice que toda modelo quiere ser actriz o cantante. Su madre era modelo y actriz; su padre, cantante y, de algún modo, actor. Su futuro está escrito. Ha participado en el filme Enigma y se prepara para una película de terror en Estados Unidos. "Lo que de verdad quiero hacer es actuar en películas de época. Con grandes pelucas y vestidos estupendos". Pero el terror se ha manifestado en todo su esplendor en la vida de Lizzy: afirma haber visto fantasmas en la mansión de su padre en Francia. Dos de sus tres hermanos, Georgia y Gabriel, también. Una mujer con la cabeza bajo el brazo.
-¿Aún cree que aquello era un fantasma?
-Sí, y Gabriel habla a menudo con aquella mujer.