lunes, 31 de mayo de 2021

Tomi Ungerer / “El ladrón que crea tesoros”





Tomi Ungerer. Foto cortesía de Aria Ungerer.

 Tomi Ungerer: “El ladrón que crea tesoros”


Rodrigo Morlesin
10 de febrero de 2019


Con motivo del fallecimiento del extraordinario autor e ilustrador de libros para niños Tomi Ungerer (Estrasburgo, Francia, 1931 – Cork, Irlanda, 2019), publicamos esta entrevista que le hizo el diseñador gráfico y escritor mexicano Rodrigo Morlesin en el año 2011, cuando Ungerer tenía 80 años de edad, y que había permanecido inédita hasta la fecha.

John Tenniel / Alicia



John Tenniel
1989


John Tenniel
ALICIA






Alva Skog / Mujeres






Alva Skog
MUJERES





Flavita Banana o la ilustradora que se ríe de las cosas del querer



Flavita Banana o la ilustradora que se ríe de las cosas del querer

Flavita Banana o la ilustradora que se ríe de las cosas del querer

Flavia Álvarez-Pedrosa, la joven tras las viñetas más ácidas y divertidas del momento, publica su primer libro con dibujo y texto con la mujer como protagonista.



Flavita Banana, a la que muchos conoceréis por sus viñetas publicadas en S Moday por sus repercusión en las redes sociales, acaba de publicar Las cosas del querer (Lumen), su primer libro con dibujo y texto con la mujer como protagonista. Una mujer que, sin embargo, advierte Flavia Álvarez-Pedrosa, la mujer tras el dibujo de Flavita Banana, no es su álter ego, aunque algo de la vida, ya sea suya o de otros, tengan las viñetas. Asegura que Flavia es “menos cínica, más relajada y positiva” que las mujeres en blanco y negro de sus viñetas. En sus escenas también hay hombres pero lo que hay, sobre todo, son opiniones no exclusivas de un género, por lo que no es un libro de chicas sino “para todo el mundo”. Se ha esforzado en que así sea y en escenificar situaciones que “dentro de muchos años sigan teniendo actualidad”. Como, por ejemplo, cuando dice: “Quiero beber como una mujer, pegar como una chica y llorar como un hombre”.

Flavita Banana / Las cosas del querer / Todas esas preguntas


Flavita Banana
LAS COSAS DEL QUERER
TODAS ESAS PREGUNTAS

Victoria Mera
19 de marzo de 2017

Últimamente parece que me estoy especializando en ilustradoras. Hace poco os hablé sobre Monstruo Espagueti o La volátil y ahora le toca el turno a Flavita Banana. Lo cierto es que esta generación de ilustradoras me parece de lo más interesante y, en cierto modo, necesaria. ¿Por qué? Pues porque no se trata tan solo de chicas jóvenes que ilustran sin más. Si algo tienen en común todas ellas es el mensaje que lanzan a través de sus ilustraciones. Es un mensaje sumamente positivo, un mensaje feminista. Y cuando digo feminista quiero decir que es un mensaje de amor a la mujer, de quererse a una misma, de valorarse, respetarse y cuidarse. Eso es el feminismo y ese es el mensaje que ha de calar en nuestra sociedad y muy importante es que cale también en nuestras jóvenes. Todas estas ilustradoras hacen una labor muy necesaria para nuestra sociedad, así que, como comprenderéis, tienen todo mi respeto y admiración.

domingo, 30 de mayo de 2021

‘Las cosas del querer’ / Los deseos de las mujeres al descubierto

Flavia Alvarez




‘Las cosas del querer’: 

los deseos de las mujeres 

al descubierto


Flavita Banana acaba de estrenar nuevo libro y promete ser un gran éxito

Sandra Arbat
Barcelona, 14 de febrero de 2017



Flavita Banana es el nombre artístico de la ilustradora Flavia Álvarez, una mujer todoterreno que después de estudiar Arte y Diseño en Barcelona se dio cuenta que su gran pasión era trabajar sobre situaciones y personajes con una gran carga emocional. Ella retrata sin tapujos situaciones cotidianas de las mujeres que siguen siendo tabú hoy en día.

Flavita Banana / La soledad y otros asuntos




Flavita Banana
LAS COSAS DEL QUERER






Carlos López Puccio / “Siempre quise ser Von Karajan”





Carlos López Puccio: “Siempre quise ser Von Karajan”

El icónico miembro de Les Luthiers confiesa sentirse "doctor Jeckyll y míster Hyde" en su doble calidad de cómico internacional y director de un coro de cámara en Argentina


Luz Sánchez Mellado
29 de septiembre de 2019

Charlamos en Madrid tras una hilarante rueda de prensa en la que López Puccio actúa de portavoz como actual decano de Les Luthiers, un conjunto de nómina cambiante por los avatares personales de sus miembros, derivados de llevar más de medio siglo en activo. Sobre el estrado, seis señores de diversas añadas primorosamente enchaquetados y sin corbata, en una versión sport de sus trajes de etiqueta en escena. Todos muy elegantes. Todos muy socarrones. Todos muy argentinos. Entre todos, destaca el níveo pelazo y la retrechera retranca que Puccio derrochará luego también en la entrevista. Al acabar, su señora, que escucha la charla, carraspea de broma como marcando el territorio ante la carcajada general de la concurrencia.

sábado, 29 de mayo de 2021

Gil de Biedma / Vals de aniversario


Gil de Biedma
Vals de aniversario

Nada hay tan dulce como una habitación
para dos, cuando ya no nos queremos demasiado, 
fuera de la ciudad, en un hotel tranquilo, 
y parejas dudosas y algún niño con ganglios,

si no es esta ligera sensación 
de irrealidad. Algo como el verano 
en casa de mis padres, hace tiempo, 
como viajes en tren por la noche. Te llamo

para decir que no te digo nada 
que tú ya no conozcas, o si acaso 
para besarte vagamente 
los mismos labios.

Has dejado el balcón.  
Ha oscurecido el cuarto 
mientras que nos miramos tiernamente,
incómodos de no sentir el peso de tres años.

Todo es igual, parece  
que no fue ayer. Y este sabor nostálgico, 
que los silencios ponen en la boca, 
posiblemente induce a equivocarnos

en nuestros sentimientos. Pero no 
sin alguna reserva, porque por debajo 
algo tira más fuerte y es (para decirlo 
quizá de un modo menos inexacto) 
difícil recordar que nos queremos, 
si no es con cierta imprecisión, y el sábado, 
que es hoy, queda tan cerca 
de ayer a última hora y de pasado

mañana
por la mañana...


Jaime Gil de Biedma / No volveré a ser joven

 



Gil de Biedma
No volveré a ser joven

 

Que la vida iba en serio
uno lo empieza a comprender más tarde
-como todos los jóvenes, yo vine
a llevarme la vida por delante.

Dejar huella quería
y marcharme entre aplausos
-envejecer, morir, eran tan sólo
las dimensiones del teatro.

Pero ha pasado el tiempo
y la verdad desagradable asoma:
envejecer, morir,
es el único argumento de la obra.




Jaime Gil de Biedma / Noche triste de octubre



Gil de Biedma
Noche triste de octubre

 

Definitivamente
parece confirmarse que este invierno
que viene, será duro.

Adelantaron
las lluvias, y el Gobierno,
reunido en consejo de ministros,
no se sabe si estudia a estas horas
el subsidio de paro
o el derecho al despido,
o si sencillamente, aislado en un océano,
se limita a esperar que la tormenta pase
y llegue el día, el día en que, por fin,
las cosas dejen de venir mal dadas.

En la noche de octubre,
mientras leo entre líneas el periódico,
me he parado a escuchar el latido
del silencio en mi cuarto, las conversaciones
de los vecinos acostándose,
todos esos rumores
que recobran de pronto una vida
y un significado propio, misterioso.

Y he pensado en los miles de seres humanos,
hombres y mujeres que en este mismo instante,
con el primer escalofrío,
han vuelto a preguntarse por sus preocupaciones,
por su fatiga anticipada,
por su ansiedad para este invierno,

mientras que afuera llueve.
Por todo el litoral de Cataluña llueve
con verdadera crueldad, con humo y nubes bajas,
ennegreciendo muros,
goteando fábricas, filtrándose
en los talleres mal iluminados.
Y el agua arrastra hacia la mar semillas
incipientes, mezcladas en el barro,
árboles, zapatos cojos, utensilios
abandonados y revuelto todo
con las primeras Letras protestadas.




viernes, 28 de mayo de 2021

Triunfo Arciniegas / Un mes de dicha con Cata

Mío y Cata
Pamplona, 2021
Fotografía de Triunfo Arciniegas


Triunfo Arciniegas
UN MES DE DICHA CON CATA

A mediados de abril, Cata, dueña y señora de Cuatrovientos, vino a visitarme, con Mío, hijo de una gata callejera que va a comer a casa de René, y decidió quedarse. La extrañaba.
Vamos bien, de maravilla, pero no me respetan. Cuando me tiendo a leer o ver Netflix, Cata y Mío se trepan a ronronear sobre mi pecho. Exploran las bibliotecas y de pronto desacomodan algún libro. Duermen donde se les da la gana. Mío corre como loco por toda la casa y parece más un ratón que un gato. Se trepa por mis aruñadas piernas y busca un rincón en mis brazos. Cata, toda una dama, aparte de dulce, es muy tranquila. Me sigue a todas partes y a menudo se tiende detrás de la pantalla cuando voy al estudio. Ya no se acomoda sobre el teclado como antes y deja trabajar.
Mío, que hace poco cumplió dos meses (Piscis del 6 de marzo, como García Márquez) ya hizo amistad con Toto en la azotea. A menudo lo encuentro lleno de babas. Con Cata, tan cautelosa, el asunto apenas comienza. En esta casa no hay solar pero al menos tenemos una azotea de más de cien metros cuadrados y quiero que los tres la compartan. O los cuatro, si me incluyo, animal desolado, bebedor de relámpagos.
Toto, obsequio de la negra Eufemia, me acompaña desde hace unos siete años. He sido más de perros que de gatos, desde niño. De perras, sobre todo. Podría escribir un libro sobre las perras de mi vida.
Adoraba a los gatos desde lejos y, como prueba, en mis páginas se cruzan a cada rato. Su belleza, su plasticidad y su independencia me resultan fascinantes. Así que Cata es la primera en carne y hueso y fue un amor lento pero demoledor. Creo que demoré dos meses para concretar el acercamiento. Cuando la descubrí rondando la casa, en Cuatrovientos, comencé a dejarle comida al fondo del solar. La devoraba a escondidas. Acerqué el plato a la casa centímetro a centímetro y Cata, flaca y muerta de hambre, siguió viniendo, hasta que entró a la cocina. Verla comer dentro de la casa fue tan emocionante. Luego logré que se quedara a dormir. Empezó a explorar los espacios pero no se atrevió a visitar mi dormitorio. Se necesitaron más de dos meses, mucho más de dos meses, para que lo hiciera. Un montón de veces desperté y la vi en la puerta, bella e inalcanzable, misteriosa y profunda
Siguió tan salvaje e independiente. Acostumbrado a la sumisión de los perros, me encantó la experiencia. Pronto se supo quién era la dueña y quién el esclavo. Cata desaparecía con cualquier visita. Hablaba de ella pero era imposible señalarla. Hasta pensé que pensarían que me la había inventado. Casos se han dado. Nada raro después de tanto inventarme mujeres.
No puedo precisar cuándo subió a mi cama ni cuándo empezó a aparecer con las ofrendas: un ratón o un pájaro o una lagartija.
Lo cierto es que caí rendido, sin remedio, para siempre.
Cata, mi cielo.

24 de mayo de 2021



Triunfo Arciniegas / Difícil comienzo


Triunfo Arciniegas
DIFÍCIL COMIENZO


De niño, mi padre me decía: "No sirve ni para muerto porque se traga las velas".

Esclavizó mi niñez levantándome desde las cinco de la mañana para que le trabajara como un obrero trepado en un cajón y a menudo, después de mis clases, dejándome solo en la herrería hasta las ocho o nueve de la noche.

Sus palabras todavía duelen.

Todavía me duelen los brazos cuando recuerdo las calles empedradas de Málaga. Mi padre empujaba la zorra, cargaba con costales de herradura, y yo la sostenía en la parte delantera. La presión halaba los manubrios hacia el piso y mis brazos parecían a punto de reventar.

Fue una vida miserable. Mi padre le hizo catorce hijos a mi madre y dos más a otras. Como dormíamos en una sola habitación, de noche escuchaba la respiración y los gemidos de mi madre: no sólo sabía pero se trataba de mi padre en la tarea de darnos otro hermanito. Nos criamos arañando las paredes. Solía desmayarme. De hambre, por supuesto. 

En nuestra vida gitana, vivimos algún tiempo en Sogamoso. Tengo un recuerdo: estoy en la calle comiendo unas papas criollas con un desconsuelo abrumador. Eso es todo. Alguna vez, en una conversación que le oí a mi padre, entendí el resto. Cuenta me sorprendió llorando y me preguntó qué pasaba. "Tengo hambre", dijo que dije. Entonces mi padre fue al taller donde trabajaba, le pidió dinero al patrón y me compró unas papas. Fue fácil conectar su historia con mi recuerdo.

La pobreza me persiguió como perro rabioso. De toda la clase era el único que usaba alpargatas. Estoy seguro que ningún otro niño le tocaba trabajar como yo, y ni aun así gozaba del privilegio de un par de zapatos. Estudié con libros prestados y me vestí con la ropa de segunda que le regalaban a mi madre. Muchos años después supe de los obsequios que le hacían algunos profesores con la advertencia de que nunca me contaran.

Me refugié en mi madre, hasta aprendí a cocinar. Luego, en Pamplona, me fui al internado de la Escuela Normal para huir de la explotación de mi padre. Pero las cosas no salieron bien. De hecho, se trata de la peor época de mi vida: agonizábamos esperando que llegaran las nueve de la noche para que abrieran los dormitorios y rogábamos para las cinco de la mañana no llegaran tan pronto. Los gorgojos nadaban en el caldo de pan del desayuno. Me acosaron de tal manera los compañeros que quise suicidarme. En vez de concretar esta salida, escribí en una cuaderno una novela donde el protagonista se cuelga de un árbol. Los sábados podíamos quedarnos en casa para regresar el domingo. Todavía las tardes de domingo me angustian.

En el ángel que para todos fue madre encontré comprensión. De niño ya era bipolar. El cielo gris me abrumaba y pasaba el tiempo imaginando las vidas desgraciadas de la gente. Lloraba en las calles de Málaga como alma en pena, sin razón. Así me recuerdo, llorando en camino a la casa de la abuela. "¿Qué le pasa al chino?", decía papá. Y mamá respondía: "Déjelo". Es decir, no se sabe qué le pasa pero dejémoslo tranquilo. Años después mi madre me masajeaba con aceite la mano trabada porque había pasado la noche escribiendo. Ni ella ni yo sabíamos entonces que la escritura sería la salvación.

Mi infancia no sólo fue desgraciada: fue el reino del terror. Vivíamos aterrorizados por un padre que se emborrachaba todas las semanas, que en las cantinas gastaba a todo mundo (para los demás lo que pidieran, para sus hijos agua de panela y mazamorra con la sustancia de un rabo de vaca) y divertía a todos con sus cuentos, pero que llegaba a arreglar cuentas con mi madre. Amenazaba con dejarnos. Mi madre suplicaba y él decía "aunque llore lágrimas de sangre". Escondido debajo de las cobijas imaginaba a mi madre con el rostro cubierto por lágrimas de sangre. Alguna vez mi padre le restregó un retrato en la boca hasta hacerla sangrar.

De ese tiempo recuerdo una ranchera sobre un hombre que riega una flor con lágrimas de sus ojos. Los ojos como regaderas. Y otra sobre un hombre que le echan tierra en la boca "y así lo vieron morir".

Podía suceder que el hombre nos sacara de la cama a todos y que tuviéramos que salir a la calle corriendo. En la imagen más poderosa de mi infancia, en el patio de la casa del compadre Carmen Julio, donde vivimos arrendados en una sola pieza durante años, veo a mi padre con una varilla en la mano y frente a él, de pie, mi madre embarazada.

22 de mayo de 2021


Triunfo Arciniegas / Sobre el conocimiento

Foto de Triunfo Arciniegas

Triunfo Arciniegas
SOBRE EL CONOCIMIENTO

Querido diario: está mañana un taxista me preguntó por mí. En la conversación el hombre mencionó la herrería del mercado nuevo, a mi papá, herrero toda la vida, a uno de mis hermanos y a un sobrino que vive en China. Y entonces preguntó: "Qué sabe de Triunfo Arciniegas?" Le dije la verdad: "Muy poco".

Habló de un profesor que no veo hace muchos años y de un trasteo donde aparecieron mis libros. Si lo vuelvo a ver le pediré que me preste uno. Siempre es emocionante descubrir un escritor.

Hace unos cinco o siete años en una terminal de transportes, cuando di mi nombre, la mujer de la ventanilla dijo: "Como el escritor". Andaba de buen humor y le respondí: "No sabe lo molesto que es eso".

19 de mayo de 2021

jueves, 27 de mayo de 2021

Los vacunados con AstraZeneca eligen mayoritariamente repetir dosis

Una profesora recibe la segunda dosis de AstraZeneca en Gines (Sevilla).
Foto de ALEJANDRO RUESGA / EL PAÍS

LA CRISIS DEL CORONAVIRUS

Los vacunados con AstraZeneca eligen mayoritariamente repetir dosis



EVA SAIZ
PABLO LINDE

Gines / Madrid - 26 MAY 2021 - 13:49 COT



La combinación con Pfizer está siendo minoritaria en las comunidades que han empezado con el segundo pinchazo a los trabajadores esenciales menores de 60

El experimento de combinar dosis de distintas vacunas no está saliendo como esperaba el Ministerio de Sanidad. Tras un estudio que mostraba alta respuesta inmunitaria con un segundo pinchazo de Pfizer entre quienes habían recibido el primero de AstraZeneca, el departamento de Carolina Darias proponía seguir esta pauta entre los trabajadores esenciales menores de 60 años. Pero los primeros que han acudido a por su segunda inyección están siguiendo de forma mayoritaria las recomendaciones de la Agencia Europea del Medicamento (EMA, por sus siglas en inglés) y optando por repetir con el medicamento anglosueco.

Todavía son datos muy preliminares, ya que pocas comunidades han comenzado con la segunda pauta. Lo hizo el martes Murcia, donde, según su Consejería de Salud, el 90% de las 5.000 personas que fueron a por su segunda dosis eligieron AstraZeneca, a pesar de que hay que firmar un consentimiento informado. En Galicia, la Xunta ha emprendido una consulta telefónica entre los afectados para conocer su preferencia y preparar la dosis que elijan. Hasta el momento, el 87% ha respondido que prefiere repetir con el mismo fármaco. En Andalucía, que ha comenzado este martes, la Junta asegura que la opción anglosueca es elegida por el 99% de los que han acudido a los centros de inmunización.

MÁS INFORMACIÓN



Si se tratara de una competición, en el punto de vacunación habilitado en el pabellón polideportivo de Gines (Sevilla), AstraZeneca hubiera ganado por goleada entre los 164 profesores de primaria y secundaria vacunados ya con una dosis de ese preparado, que a lo largo de la mañana de este miércoles han acudido a inyectarse la segunda. Solo cuatro han optado por Pfizer, según los datos facilitados por la coordinadora de Enfermería de Gines y Castilleja de la Cuesta.

Tengo cita para vacunarme y la primera dosis es de AstraZeneca / ¿Qué segunda debo ponerme?


LA CRISIS DEL CORONAVIRUS

Tengo cita para vacunarme y la primera dosis es de AstraZeneca: ¿qué segunda debo ponerme?





Oriel Güell
Barcelona, 26 de mayo de 2021


La elección entre Pfizer y AstraZeneca inquieta al millón y medio de afectados menores de 60 años que recibieron el compuesto anglosueco. Los expertos recuerdan que las dos son seguras y eficaces

Carlos Agudo, farmacéutico de 35 años que ejerce en Jaén, es uno de los 1,5 millones de trabajadores esenciales menores de 60 años que recibió la primera dosis de AstraZeneca (comercializada como Vaxzevria) y que ahora se encuentra en una situación que “nunca habría imaginado”. El próximo jueves tiene cita para la segunda dosis y aunque se inclina por completar la pauta con el mismo suero, el consentimiento informado que deberá firmar y la opción abierta de recibir el pinchazo de Pfizer-BioNTech (comercializado como Comirnaty) siguen dando vueltas por su cabeza. “Con tantos vaivenes, nos están haciendo dudar hasta a nosotros, que somos profesionales sanitarios. No quiero ni pensar en los profesores y otros que están en la misma situación”, reflexiona.

miércoles, 26 de mayo de 2021

Jaime Gil de Biedma / Volver


Gil de Biedma
Volver

Mi recuerdo eran imágenes,
          en el instante, de ti:
esa expresión y un matiz
          de los ojos, algo suave

en la inflexión de la voz,
          y tus bostezos furtivos
de lebrel que ha maldormido
          la noche en mi habitación.

Volver, pasados los años,
          hacia la felicidad
-para verse y recordar
          que yo también he cambiado.



Jaime Gil de Biedma / Noches del mes de junio

 


Gil de Biedma
Noches del mes de junio

 

Alguna vez recuerdo
ciertas noches de junio de aquel año,
casi borrosas, de mi adolescencia
(era en mil novecientos me parece
cuarenta y nueve)
porque en ese mes
sentía siempre una inquietud, una angustia pequeña
lo mismo que el calor que empezaba,
nada más
que la especial sonoridad del aire
y una disposición vagamente afectiva.

Eran las noches incurables
y la calentura.
Las altas horas de estudiante solo
y el libro intempestivo
junto al balcón abierto de par en par (la calle
recién regada desaparecía
abajo, entre el follaje iluminado)
sin un alma que llevar a la boca.

Cuántas veces me acuerdo
de vosotras, lejanas
noches del mes de junio, cuántas veces
me saltaron las lágrimas, las lágrimas
por ser más que un hombre, cuánto quise
morir
o soñé con venderme al diablo,
que nunca me escuchó.
Pero también
la vida nos sujeta porque precisamente
no es como la esperábamos.


Jaime Gil de Biedma / Mañana de ayer, de hoy

 



Gil de Biedma
Mañana de ayer, de hoy

Es la lluvia sobre el mar.
En la abierta ventana,
contemplándola, descansas
la sien en el cristal.

Imagen de unos segundos,
quieto en el contraluz
tu cuerpo distinto, aún
de la noche desnudo.

Y te vuelves hacia mí,
sonriéndome. Yo pienso
en cómo ha pasado el tiempo,
y te recuerdo así.



martes, 25 de mayo de 2021

La tumba sin sosiego de Philip Larkin

 

Philip Larkin


La tumba sin sosiego de Philip Larkin

El autor británico volcó en sus versos su carácter áspero y a veces cínico, pero también escribió con pasión dos novelas. ‘Jill’, reflejo de su paso por Oxford, se reedita ahora



Patricio Pron
14 de mayo de 2021



Jill no existe. John Kemp, un joven recién llegado a Oxford, la inventa casi sin proponérselo durante una conversación con su compañero de habitación, el tipo de tonto perezoso y arrogante con el que uno suele tropezar en la universidad y que, por lo general, termina sus días dando clases de algo; a Kemp le gustaría tener el dinero de Christopher Warner, su distinción, su trato con los sirvientes, su éxito con las mujeres y su facilidad para apropiarse de lo que no le pertenece, beber a destajo y despreciar la educación que recibe, y Jill es lo primero que se le ocurre para sentirse su igual, una fantasía romántica. Pero Jill sí existe, después de todo; y cuando Kemp conoce a Gillian, la prima de la novia de Warner, se enamora locamente: es la mujer que imaginó mucho antes de saber que existía, pero esto es mejor que Gillian no lo sepa.

Philip Larkin / La chica que fue invierno


La chica que fue invierno

Óscar Sánchez Vadillo

Exquisitamente editada por Impedimenta el pasado octubre (esas pinturas de la época, sobre todo, tan de cómic elegante actual, muy bien escogidas, que adornan las cubiertas…), Una chica en invierno es una novela que se diría pequeña en su temática e intenciones, pero grande por el estilo cuidadoso y preciso de Philip Larkin y por sus consecuencias existenciales generales. Es, en cierto modo, propio de una poética muy de posguerra ese intento de poner el foco en vidas anónimas que en su cotidianeidad nos muestran el efecto de trágicos momentos históricos de gran alcance, como en una versión invertida del famoso “efecto mariposa” de la Física del caos, de tal manera que una poderosa tempestad en Tokio puede en efecto quebrar las alas de un minúsculo y frágil insecto en cualquier otra parte del mundo. En este caso, y como ya he mencionado, el protagonista oculto de la novela es la Segunda Guerra Mundial, que nunca hace acto de presencia directamente pero que ha devastado terriblemente al protagonista nominal del relato, una mujer de veintipocos años llamada Katherine. Larkin nunca nos indica la nacionalidad de Katherine, lo elude constantemente y ex profeso, pero yo me inclino a conjeturar que podría tratarse de una francesa que ha habitado y hasta sufrido el gobierno colaboracionista de Vichy, lo cual explicaría una cierta vergüenza personal por su parte derivada del devenir de los acontecimientos bélicos. Pero he leído a otros comentaristas que creen que incuso podría ser una judía alemana, lo cual, finalmente, no tiene mucha importancia, puesto que el autor explícitamente no se la da. Es como si para Larkin la nacionalidad de Katherine no fuese relevante, basta para él con que ella sea una europea continental ajena al modo de ser de la isla inglesa, la cual visita en un memorable verano de su adolescencia.

Philip Larkin / Contra la amenaza de despersonalizarse

Philip Larkin


Philip Larkin: contra la amenaza de despersonalizarse


Germán Carrasco
26 de abril de 2018

Las fotografías que tomó el gran poeta inglés, recogidas en el libro The Importance of Elsewhere. Philip Larkin’s Photographs, conjugan una sensibilidad hacia paisajes y espacios deshabitados con retratos fascinantes de sus amantes, sus pares literarios y, por supuesto, sus selfies. La frialdad y sobriedad en el encuadre dan cuenta de un hombre frágil y crítico, que no busca apartarse de su tradición cultural, marcada por cierta forma de concebir la vida en comunidad: valorizar los compromisos, las relaciones interpersonales, las instituciones bajo las cuales se reúne la gente.