Woody Allen asegura ante el boicot en su contra que no se jubilará “nunca”
El director acude a San Sebastián para rodar su nueva película, que describe como "un homenaje al cine"
San Sebastián 9 JUL 2019 - 13:15 COT
Woody Allen guarda con celo los secretos. No suele desvelar detalles de los trabajos que tiene en marcha. Resguardado en su apariencia tímida y quebradiza, el cineasta se presentó hoy martes serio y comedido al hablar de su próxima película, una comedia romántica que rodará desde mañana miércoles en San Sebastián durante siete semanas. El proyecto lleva por título provisional El festival de Rifkin y narra las andanzas cómicas de un matrimonio de EE UU durante el certamen de cine donostiarra. El director pretende dedicarle “un homenaje al cine”, a los festivales que lanzaron a grandes directores. Y, de paso, dar protagonismo a una ciudad que le está dando las facilidades que no encuentra en su país: “Quiero presentar mi visión de San Sebastián”.
Allen volvió a hacer gala de su fama de reservado y apocado. Ante las cámaras apenas levantó la mirada del suelo, aunque no rehusó ninguna pregunta, incluidas las referidas a la campaña en EE UU contra él tras las denuncias por abuso sexual a su hija adoptiva Dylan Farrow cuando era menor de edad, por las que fue investigado y exculpado por los tribunales. “No pienso en movimientos políticos y sociales. No estoy equipado mentalmente para tener una visión profunda de esos conflictos. Yo hablo de relaciones humanas, de la gente, de la comedia”, dijo, preguntado por el movimiento #MeToo, que pide vetarle.
En su país, las editoriales están rechazando publicar sus memorias y las distribuidoras evitan exhibir sus largos. Allen aclaró que no van a lograr que anuncie su retirada: “No he pensado en jubilarme, nunca. Mi filosofía siempre ha sido que no importa lo que ocurra en la vida. Solo me centro en trabajar. Quizás me muera en un plató, rodando”.
Lejos del ruido, Allen se ha recluido en San Sebastián para filmar su último proyecto, producido por Mediapro Studio —es el cuarto filme que firma con la compañía de Jaume Roures— y con un elenco formado por Elena Anaya, Gina Gershon, Sergi López, Wallace Shawn, Christoph Waltz y Louis Garrel. “No me gusta irme de Nueva York mucho tiempo y tuve que pensar en un lugar donde podía estar bien. Recordé haber visitado San Sebastián dos o tres veces durante el festival. Es hermosísima y con un encanto especial”, comentó el cineasta, que recibió en 2004 el Premio Donostia a su toda carrera como actor. Allen, amante e instrumentista de jazz, aprovechará su estancia en la ciudad para seguir de cerca el Jazzaldia donostiarra, entre el 24 y el 29 de julio.
Cuando se anunció que iba a rodar en la capital guipuzcoana y se rumoreó que ocuparía la playa de La Concha se formó un revuelo notable. ¿Cerrar la joya de la ciudad para un rodaje de Allen?, se indignaron muchos ciudadanos. El debate no ha llegado a tomar cuerpo y el alcalde, Eneko Goia, del PNV, zanjó el asunto al asegurar que el cierre de la playa será “parcial” y las afecciones, “limitadas”. Roures, que eludió dar datos del presupuesto de la película, señaló que se usarán “días con poca gente en la playa”. EH Bildu fue la única voz que públicamente le ha dado la espalda al director, al no asistir al recibimiento oficial que el Ayuntamiento ofreció al director y su equipo.
El festival de Rifkin, que se estrenará en 2020, mostrará escenas del centro de San Sebastián y la Parte Vieja: “Voy a filmar por toda la ciudad y bosques que no están lejos del centro. El mar va a tener un papel especial. ¡Hay tanto para ver!”, dijo Allen. Las cámaras se desplazarán al distrito de San Juan, en Pasaia, o la playa de Itzurun, en Zumaia, donde también se grabó Juego de Tronos.
El paisaje guipuzcoano envolverá una historia centrada en la importancia de los festivales para socializar el cine. Con un toque crítico, según desveló Allen: “No me gusta la dirección que toman los festivales que son una pasarela de estrellas. Tienen que dar una oportunidad real a los nuevos actores y directores, y representar la forma más elevada del cine como arte”.
Anaya, a quien Allen conoció en La piel que habito, de Pedro Almodóvar, aceptó “sin dudarlo” trabajar con el director pese al boicot: “Creo en la vida y en la justicia. Elijo los proyectos por los compañeros, el director y el guion”, comentó tras descatar a Allen como “un ser entrañable, un genio y una leyenda”.
Otro tanto ha afirmado Gershon tras referirse a EE UU como un país que vive "una locura" y "tiempos salvajes" donde existe "mucha rivalidad". "Soy muy consciente de la lucha de la mujer y estoy encantada de estar participando en esta película. Hay muchas cosas buenas que están saliendo de esos movimientos", ha dicho al aludir a #MeToo, "pero es importante que haya discernimiento y que la gente tome decisiones propias".
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