Kenny Rogers |
Muere Kenny Rogers, estrella de ‘country’, a los 81 años
El cantante, que asaltó las listas de éxitos en los setenta con ‘The Gambler’, ha fallecido “por causas naturales”, según su representante
Carlos Marcos
Madrid, 21 de marzo de 2020
Tenía una voz grave con tintes dramáticos. Y cálida, perfecta para trascender más allá de géneros musicales concretos. Era finales de los setenta y el country se coló en los hogares españoles. Hasta ese momento, este género tan profundamente americano atraía en nuestro país a minorías, musiqueros seducidos por las historias de forajidos que representaba el género y por sus aproximaciones al rock and roll, con Johnny Cash de estandarte. Pero llegó The Gambler (1978), un disco que domesticaba el country con un envoltorio pop. Fue un éxito en nuestro país, compartido con lo que triunfaba en la época, cantantes melódicos como Sandro Giacobbe o Camilo Sesto y la invasión disco de los Bee Gees.
El intérprete de The Gambler era un tipo grandote de media melena y barba canosas que había nacido en Houston, Texas, en 1938. Kenny Rogers, mito del country, ha muerto a los 81 años. “Kenny Rogers falleció en paz por causas naturales rodeado de su familia en su casa de Sandy Springs, en Georgia. Su familia le despedirá en una ceremonia íntima que cumpla con las recomendaciones de la lucha contra el coronavirus”, ha dicho su representante, Keith Hagan.
La carrera de Rogers exhibe tres premios Grammy, éxitos televisivos y giras que le llevaron por todo el mundo durante seis décadas. La última de ellas fue hace dos años. Una vez terminada, se retiró. La Country Music Association ha emitido un comunicado afirmando que deja una profunda huella en la historia del country.
Rogers tuvo un fino olfato comercial y una actitud desprejuiciada que le permitió juntarse con músicos para alcanzar niveles de éxito a los que no podían acceder artistas del country más ortodoxo. Un ejemplo de ello es Islands in the Stream, una canción de los Bee Gees que, interpretada a dúo con otra estrella del country, Dolly Parton, fue un éxito en 1983.
Hijo de un carpintero y una enfermera, Rogers fue el cuarto de siete hermanos criados en una de las zonas más pobres de Houston, San Felipe Courts. El crío estuvo siempre expuesto a la música que escuchaba en un barrio con mucha mezcla. Jazz, soul, country, big bands... Todo era asimilado por un adolescente inquieto y con mucho tiempo libre. A los 20 años empezó una carrera musical que tuvo su pico de éxito en los años setenta.
Tocó el bajo en el Bobby Doyle Three y estuvo en la formación de folk New Christy Minstrels. A finales de los sesenta se consolida como vocalista. Forma parte de First Edition, una banda de country rock con cierta relevancia. Sobre todo por el tema Just Dropped In (To See What Condition My Condition Was In), de Mickey Newbury, que llevan al número uno en Estados Unidos. La canción, de evocaciones lisérgicas, forma años más tarde parte de la banda sonora de la película de los Coen, El gran Lebowski. Era finales de los sesenta y la personalidad del cantante ya se había impuesto. Tanto que el grupo pasa a denominarse Kenny Rogers and the First Edition. Ya estaba listo para iniciar una carrera en solitario.
La historia de The Gambler retrata la fortaleza de Rogers. Es un tema escrito por Don Schlitz que pasó por muchas manos, como las de Bobby Bare, las de Johnny Cash o las del propio Schlitz. Pero hasta que no llegó Rogers y la acunó en su candente voz no fue un éxito. Desde entonces, Rogers apareció en películas, programas de televisión y todo tipo de actos. Su imagen bonachona y su capacidad para conectar sin aristas fueron un buen complemento a una voz que demasiadas veces se recreó en baladas cremosas.
En su último concierto en Nashville, en 2017, permaneció casi todo el espectáculo sentado en una banqueta. La dejó y se puso en pie para ofrecer una celebrada versión, junto a su colega Dolly Parton, de Islands in the Stream. En un momento de la interpretación, Rogers extiende el brazo y lo pone involuntariamente delante de la cara de Parton. Ella se lo aparta de un manotazo. Los dos ríen. El público también.
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