El tirón inoxidable de Mario Benedetti
Homenajes y antologías celebran el centenario del escritor uruguayo, cuyos versos resuenan hoy en las redes sociales. Su fundación trabaja en un epistolario, con cartas inéditas a Vargas Llosa o Idea Vilariño
Raquel Garzón
Madrid, 11 de septiembre de 2020
En los años ochenta del siglo pasado Mario Benedetti (1920-2009) era leído por todos. Coloquiales, comprometidos e intensos, sus poemas se volvieron canción y bandera en Latinoamérica. Lo recitaban quienes habían soportado el exilio (un desgarro que el propio Benedetti conoció por razones políticas desde 1973 en Argentina, Perú, Cuba y España, durante 12 años hasta su regreso a Montevideo), y también los que se habían quedado a masticar la dictadura en casa. Unos y otros convirtieron en himnos poemas como Defensa de la alegría o Te quiero, que Nacha Guevara entonaba con voz inalcanzable: “Si te quiero es porque sos mi amor, mi cómplice y todo…”. Esas palabras saltaron del libro al disco, al póster y a la cultura popular.
Actos, traducciones y reediciones acompañarán el centenario del nacimiento del poeta el próximo lunes. Todos esos homenajes aspiran a demostrar que un escritor recitado de memoria por varias generaciones todavía puede deparar novedades. Entre los actos previstos destaca la presentación en el Instituto Cervantes de Madrid de una antología de sus poemas realizada y prologada por Joan Manuel Serrat.
En los años sesenta, Benedetti ya había publicado La tregua, novela consagratoria traducida a una treintena de idiomas y llevada al cine, sobre un amor inesperado entre dos compañeros de oficina, una jovencita y un viudo que le dobla la edad. Y es en esa década, en 1966, cuando dirige la carta, hasta ahora inédita, a su tocayo y amigo Mario Vargas Llosa, una epístola que es espejo de una época febril de intercambios intelectuales. La carta integra el archivo de la Fundación Mario Benedetti, que cobija además los 10.000 volúmenes de la biblioteca uruguaya del escritor (la madrileña, de unos 6.000, fue donada por él a la Universidad de Alicante). “Hay kilos de cartas inéditas. Trabajamos en un epistolario con la poeta Idea Vilariño, pero queda mucho por ver. Tendremos más de una sorpresa para los lectores”, afirma, desde Montevideo, Hortensia Campanella, biógrafa y directora de la fundación, que cada 14 de septiembre desvela al ganador del Premio Internacional a los Derechos Humanos y la Solidaridad Mario Benedetti.
Política y creación
El Benedetti de esa carta que reproduce EL PAÍS es el de Gracias por el fuego. Comprometido con el ideario de la izquierda latinoamericana y cercano al boom, había participado ese año en Cuba en el jurado del Premio Casa de Las Américas y viaja a París, para ser relator y traductor de la Unesco. “Vargas Llosa acaba de terminar La casa verde; es un momento en el que coinciden las discusiones políticas con la potencia creativa”, recuerda Campanella.
Hijo de un químico farmacéutico, Benedetti fue siempre una voz cercana, un escritor de a pie. Tenía calle: desde los 14 años la estrechez económica de su familia lo llevó a trabajar en oficios variopintos; fue vendedor, contable, taquígrafo... Sostuvo su elección por el lector común como poeta (desde la aparición de La víspera indeleble en 1945), novelista (a partir de Quién de nosotros, en 1953), cuentista (especialmente a partir de Montevideanos, de 1959) y crítico, en publicaciones como la revista Número o el mítico semanario Marcha, cuya sección literaria dirigió en 1954.
En 1946 se casó con Luz López Alegre, la mujer de su vida, y fue la enfermedad de ella, la que lo decidió a dejar definitivamente Madrid, ciudad que alternaba con Montevideo. Benedetti murió tres años después.
El lunes, mientras en la capital uruguaya se presente una versión de La tregua por el Ballet Nacional del Sodre, en Madrid coincidirán dos actos online a partir de las 19.00. Uno en Casa de América, auspiciado por el Centro Uruguayo, con poemas y textos dramatizados, y otro en el Instituto Cervantes, que reunirá a varias generaciones de benedettinos gozosos en la presentación de Mario Benedetti. Antología poética (Alfaguara), realizada y prologada por Serrat, con quien el Premio Reina Sofía 1999 trabajó a cuatro manos en un disco emblemático: El Sur también existe (1985). “Probablemente” —afirma Serrat— “sea el poeta más leído en nuestro idioma y, con toda seguridad, el más cantado”. También participarán, entre otros, los cantantes Joaquín Sabina y Marwan y los escritores Benjamín Prado y Elvira Sastre.
Una lección
Luis García Montero, director del Cervantes, analiza el tirón inoxidable de Benedetti: “Su literatura aportó una manera de unir la Historia con la intimidad, de acercarse a la política hispanoamericana cuando no sólo los dogmas y las consignas de los partidos sino también los sentimientos amorosos, la soledad, la experiencia individual tenían su protagonismo. Fue una lección importante para los poetas españoles que al final del franquismo intentábamos no solo poder votar cada cuatro años, sino también revisar lo que significaba la educación sentimental”.
Reverso de la carta de Benedetti a Vargas Llosa.
FUNDACIÓN MARIO BENEDETTI /
Sobre la influencia de Benedetti en los jóvenes, García Montero reflexiona: “La poesía es un género fronterizo entre lo público y lo privado, que las redes sociales potencian. Atrae su lenguaje claro, directo. Por supuesto siempre estará la queja de los herméticos, de los experimentalistas”.
Esa presencia sostenida en España contrasta con las tensiones que su condición de autor de masas genera a veces en América Latina, donde cuesta encontrarlo en antologías críticas. Jimena Márquez, dramaturga uruguaya de la llamada generación de los hijos de la dictadura, escenificó ese distanciamiento en Nociones básicas para la construcción de puentes, una obra por encargo de la Comedia Nacional, estrenada por el centenario. Mientras se repone de la covid, analiza esta experiencia por WhatsApp: “Yo estaba muy alejada de su obra, aunque lo reconocía como un gran compañero de adolescencia. Soy profesora de Literatura y decir que te gustaba Benedetti era pecaminoso. Caí un poco en esa ingratitud”. Su pieza reivindica al escritor: “Hoy sabemos que a través de él pudimos tomar la palabra y pensar y hablar entre nosotros de la dictadura, aunque no la hayamos vivido. Más allá, defiendo otra herencia que expresó Gelman en un documental sobre Benedetti. Deberíamos agradecer, destacaba, que alguien haya ganado tantos lectores para la poesía”.
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