Pablo Picasso |
Louise Glück
UNA AVENTURA
1.
Se me ocurrió una noche mientras quedaba dormida,
que había terminado con esas aventuras amorosas
de las que fui largo tiempo esclava. ¿Acabada para el amor?
mi corazón murmuró, a lo que respondí que muchos densos descubrimientos
nos aguardaban, esperando, al mismo tiempo, que no se me pidiera
nombrarlos, porque no podría. Pero la convicción de que existían,
¿en realidad servía de algo?
2.
La siguiente noche trajo el mismo pensamiento,
esta vez vinculado a la poesía, y en las noches que siguieron
otras varias pasiones y sensaciones, de la misma forma,
se apartaron para siempre, y cada noche mi corazón
protestaba por su futuro, como cuando a un pequeño se le priva de su juguete favorito.
Pero estas despedidas, dije, son el curso de las cosas.
Y una vez más aludí al vasto territorio
que se abre ante nosotros con cada despedida. Y con esa frase me convertí
en un caballero glorioso que marcha hacia el crepúsculo, y mi corazón
se convirtió en el corcel sobre el cual cabalgaba.
3.
Yo estaba, como sabrás, ingresando al reino de la muerte,
aunque por qué este paisaje era tan convencional
no sabría decir. Aquí también los días eran muy largos
mientras los años cortos. El sol se hundía tras la distante montaña.
Las estrellas brillaban, la luna oscilaba. Pronto
los rostros del pasado aparecieron frente a mí:
mi madre y mi padre, mi pequeña hermana; ellos no habían, al parecer,
terminado lo que tenían que decir, aunque ahora
podía escucharlos porque mi corazón estaba tranquilo.
4.
En este punto alcancé el precipicio
aun no la senda, la vi descender hacia el otro lado;
aun habiéndose igualado al terreno, continuaba a esta altura,
tan lejos como el ojo puede ver, aunque gradualmente
la montaña que la sostenía se disolvió del todo
así que me encontré a mí misma cabalgando firmemente sobre el aire.
Por todas partes los muertos me alentaban, la alegría de encontrarlos
desaparecía por la labor de responderles.
5.
Así como todos fuimos de carne,
ahora éramos tiniebla.
Así como antes éramos objetos con sombra,
ahora éramos sustancia sin forma, químicos vaporizados.
Sho, sho, decía mi corazón,
o quizá no, no. Era difícil saber.
6.
Aquí acabó la visión. Estaba en mi cama, el sol de la mañana
se elevaba, el edredón de plumas
se apilaba sin criterio sobre la parte inferior de mi cuerpo.
Tú estuviste conmigo;
había una hendidura en la almohada de a lado.
Habremos escapado de la muerte,
o ¿sería esta la vista desde el precipicio?
Louise Glück
aunque por qué este paisaje era tan convencional
no sabría decir. Aquí también los días eran muy largos
mientras los años cortos. El sol se hundía tras la distante montaña.
Las estrellas brillaban, la luna oscilaba. Pronto
los rostros del pasado aparecieron frente a mí:
mi madre y mi padre, mi pequeña hermana; ellos no habían, al parecer,
terminado lo que tenían que decir, aunque ahora
podía escucharlos porque mi corazón estaba tranquilo.
4.
En este punto alcancé el precipicio
aun no la senda, la vi descender hacia el otro lado;
aun habiéndose igualado al terreno, continuaba a esta altura,
tan lejos como el ojo puede ver, aunque gradualmente
la montaña que la sostenía se disolvió del todo
así que me encontré a mí misma cabalgando firmemente sobre el aire.
Por todas partes los muertos me alentaban, la alegría de encontrarlos
desaparecía por la labor de responderles.
5.
Así como todos fuimos de carne,
ahora éramos tiniebla.
Así como antes éramos objetos con sombra,
ahora éramos sustancia sin forma, químicos vaporizados.
Sho, sho, decía mi corazón,
o quizá no, no. Era difícil saber.
6.
Aquí acabó la visión. Estaba en mi cama, el sol de la mañana
se elevaba, el edredón de plumas
se apilaba sin criterio sobre la parte inferior de mi cuerpo.
Tú estuviste conmigo;
había una hendidura en la almohada de a lado.
Habremos escapado de la muerte,
o ¿sería esta la vista desde el precipicio?
Louise Glück
Faithful and Virtuous Night (2014)
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