'La biblioteca de Babel' que creó Borges vuelve a casa
La Biblioteca Nacional argentina exhibe el manuscrito del cuento, cedido por un coleccionista
MAR CENTENERA
Buenos Aires, 14 de septiembre de 2016
La biblioteca de Babel, ese universo infinito imaginado por Jorge Luis Borges que alberga todos los volúmenes escritos, todos los catálogos e incluso los catálogos de los catálogos, está ahora en el lugar de Argentina más cercano a su ficción: la Biblioteca Nacional. El director de la institución, Alberto Manguel, presentó hoy -en el día del bibliotecario- el manuscrito de este célebre cuento borgeano, que ha sido cedido por un coleccionista brasileño hasta finales de noviembre. Los nueve folios escritos con lo que él denominaba "letra de enano" se exhiben junto a otros 15 manuscritos de sus obras como parte de la exposición Borges el mismo, otro.
El valioso texto, que ha sido asegurado en un millón de dólares para el viaje, llegó a Buenos Aires de la forma más inesperada. Al término de una conferencia en São Paulo el pasado agosto, el coleccionista Pedro Aranha Correa do Lago se acercó a Manguel y al historiador estadounidense Robert Darnton para invitarlos a su casa a mostrarles material. En un primer momento rechazaron la invitación, pero cuando Correa do Lago empezó a hablar de documentos del siglo XVIII cambiaron de opinión, relató Manguel en rueda de prensa. Una vez allí, sacó una carpeta con cartas antiguas y otra con manuscritos, entre los que estaba el de La biblioteca de Babel. "La voz me temblaba", recordó el intelectual argentino, quien fue discípulo de Borges.
El borrador del cuento está escrito en el mismo cuaderno de contabilidad que Borges también usó para imaginar otros de los textos que formarían parte de Ficciones (1944). Dos de ellos ya estaban en exhibición: Herbert Quain y Pierre Menard, autor del Quijote, ambos prestados por coleccionistas privados.
"La oportunidad de ver a Borges pensar"
"Lo que me emociona de estos manuscritos es no solo el objeto fetichista, ese atractivo que tienen para nosotros, sino la oportunidad de ver a Borges pensar. Porque estos manuscritos, de los que a veces tenemos varios borradores, nos muestran cómo evoluciona la idea de Borges, cómo una frase se construye, cómo elige entre tres o cuatro posibilidades", apuntó Manguel, un gran conocedor de la obra borgeana.
Este experto en la historia del libro recordó que algunos elementos literarios han pasado a formar parte del imaginario universal, como Hamlet, El Quijote y El castillo de Kafka, y Borges contribuyó con La biblioteca de Babel. "Internet es una suerte de biblioteca de Babel, con las mismas deficiencias y ventajas que Borges describió", afirmó.
La muestra, comisariada por los investigadores borgeanos Laura Rosato y Germán Álvarez, continúa en expansión. En unas semanas incluirá también un ejemplar del número 76 de la revista Sur con anotaciones a Borges sobre su cuento La lotería en Babilonia, recién adquirida por la Biblioteca Nacional por un total de 27.000 dólares. "Es una reescritura, incluso cambió el título por El babilónico azar", describe Álvarez. Para el investigador, el texto es "de un barroquismo extremo" y cree que pudo haber sido un ensayo estilístico que no le convenció y terminó descartando, ya que esa nueva versión nunca vio la luz. "La lectura de Borges es obsesiva, también de sus textos. Él se lee y se relee a si mismo", añade Rosato. Además de leerse, se corregía, tal y como dejó dicho: "El concepto de texto definitivo no corresponde sino a la religión o al cansancio".
La Biblioteca Nacional tiene solo dos manuscritos del autor argentino más universal, el de La lotería en Babilonia y un nuevo final del cuento Tema del traidor y del héroe, descubierto por Álvarez y Rosato en 2013 en un ejemplar del número 112 de la revista Sur. "Ojalá alguna persona decida hacer un gesto hacia nuestra república, comprar estos manuscritos y donarlos", lanzó Manguel.
"Sé que estamos pasando momentos sociales muy difíciles y resulta casi obsceno decir gastemos cientos de miles de dólares en un manuscrito cuando hay gente muriéndose de hambre. Pero hay que pensar que las cosas van a cambiar y que en el futuro nuestros nietos y bisnietos van a querer ese tesoro intelectual que es nuestro y que se nos está escapando", remarcó el director de la institución.
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