domingo, 21 de noviembre de 2021

Rachel Cusk: "El matrimonio sigue teniendo algo de cuento de hadas"

Rachel Cusk




Rachel Cusk: "El matrimonio sigue teniendo algo de cuento de hadas"

Leticia Blanco
5 de junio de 2020

 

Rachel Cusk. Canadá, 1967. Escritora. En 2009 su matrimonio se desintegró. En Despojos (Libros del Asteroide) cuenta cómo sobrevivió a la separación y el universo de miedos, fortalezas, vacío y libertad que se abrió tras la separación.

 ¿Cómo está llevando la crisis? ¿Cree que cambiará algo de forma sustancial?
Vivo en un lugar remoto y somos bastante solitarios. Aun así, los niveles de distracción han bajado y me resulta más fácil pensar. Había una pequeña esperanza, estoy segura de que no era la única en albergarla, de que la pandemia podría resultar una amenaza para las estructuras de poder malignas que nos tienen controlados, o al menos un correctivo a la avaricia, por no mencionar un bálsamo para el medio ambiente. Pero ya ha quedado de manifiesto que no.

Rachel Cusk

"Creo que una feminista no debería casarse ni tener una cuenta conjunta o una casa escriturada a nombre de los dos", escribe en 'Despojos'.
Sí, esa es mi interpretación de lo que es ser feminista dado que seguimos viviendo enredados en estructuras materiales y sociales que ponen en riesgo la igualdad. ¿Cómo puede una mujer tener un hijo sin desarrollar alguna forma de dependencia o de desigualdad? Esa es la verdadera cuestión y creo que el feminismo todavía no ha sido capaz de darle una respuesta clara. Y eso que es un problema tan urgente para las mujeres como para los hombres.
¿Qué le parece el actual resurgir del feminismo?
Tiendo a vivirlo a través de mis hijas, y la ventaja más palpable sobre las mujeres de mi generación es que no se espera de ellas que asuman las contradicciones que existen entre su mundo y el de su madre. Ser capaz de mirar a tu madre como un modelo a seguir es una necesidad pero durante generaciones, muchas mujeres se la han negado a sí mismas. Es una responsabilidad que todas las madres deberían tomarse seriamente. También percibo que la misoginia se expresa de forma mucho más obvia y evidente con ellas que conmigo a su edad, lo cual es deprimente. De lo que no estoy demasiado segura es de la actitud que tiene el feminismo contemporáneo respecto a las mujeres que defienden unos principios que nos están haciendo retroceder años. Hay una tendencia entre la gente de mi generación a ver a las mujeres como virtuosas, independientemente de qué vida llevan, y eso sigue ahí.
En sus memorias explica que su marido se quedó en casa cuidando de las niñas durante años y que ese modelo tampoco funcionó. ¿Es la conciliación un problema irresoluble? Quizá si lo admitiéramos nos ahorraríamos muchos dolores de cabeza.
El hecho de que a mí no me funcionase no significa que sea una verdad universal, es algo subjetivo y personal, aunque creo que lo que me sucedió no es infrecuente. Debería ser posible para los hombres el quedarse en casa criando a los niños y haciéndose cargo de la esfera doméstica. De hecho, creo que eso es lo que muchos quieren hacer, y dejar a las mujeres que experimenten con nuevas formas de poder. Durante mucho tiempo se les ha negado a ambos, hombres y mujeres, esa oportunidad.
"Un hombre feminista es un poco como un vegetariano: lo que defiende es el principio humanitario, supongo", asegura en el libro.
Mis hijas suelen decir que un hombre solo puede considerarse feminista cuando admite que ningún hombre puede considerarse realmente un feminista, lo cual me parece una buena manera de resumir la idea. Lo más importante es que todo aquel hombre que se encuentre en una posición de poder o influencia acate los principios feministas, incluso si su instinto no le lleva a ello.
Hace dos décadas escribió 'A Life's Work', un libro sobre la maternidad que tuvo una reacción muy encendida y cruel. Un crítico llegó a decir que la raza humana se extinguiría si todo el mundo lo leía, ¿cómo sobrevivió a aquello?
Hay que sobrevivir a un montón de cosas cuando eres madre: al reto que le plantea a tu identidad y tu moralidad individuales, a la presión para conformarte, a la tentación de falsificar tus emociones, a suscribir públicamente lo que está 'bien' o 'mal' relacionado con la maternidad, y sobre todo, a toda la vergüenza que se nos hace sentir a las mujeres por querer resguardar un yo propio en vez de subsumirnos en la existencia de un bebé. Es uno de esos momentos en los que la feminidad se ve más comprometida. Así que cuando leí todas esas críticas tan crueles tuve la sensación de que provenían de lo mal y equivocada que está la cultura maternal, más que de un escrutinio literario o intelectual de lo que había escrito. También tenía dos niñas pequeñas a las que cuidar, así que claro que sobreviví.
Sin embargo, escribir hoy sobre lo poco idílica que puede llegar a ser la maternidad se ha convertido casi en un género literario, hoy no la juzgarían de aquella manera tan feroz. Seguramente sucedería todo lo contrario. ¿Se considera una pionera?
La verdad es que no lo sé, lo que sí sé es que es realmente duro escribir bien sobre la maternidad. Es difícil alcanzar la objetividad necesaria para hacerlo. En mi caso, no sabía nada del aspecto idílico de la maternidad porque nunca había visto o escuchado nada parecido, nunca había pensado en ser madre, así que no fui consciente de estar promulgando una visión poco idílica de ella.
En el libro confiesa que tener un hijo fue como despertarse un día y darse cuenta de que sabía hablar ruso, una especie de extraño don que no sabía explicar de dónde salía. ¿Escribir sobre ello fue una manera de racionalizar algo tan animal?
No tuve ningún tipo de cercanía con mi madre, jamás me sentí querida o cuidada por ella, así que cuando me tocó ser madre volqué todo mi ser, incluido mi intelecto, en esa experiencia nueva. Fue como llenar los huecos de mi pasado y mi mundo emocional. Además, desde el principio sentí que realmente quería a mi bebé, que la respetaba como persona y como amiga, eso siempre me pareció más importante que cualquier instinto animal. Siempre me ha parecido que la gente que más presume de querer muchísimo a sus hijos es la que en realidad no siente por ellos ningún tipo de respeto. Las mías me han enseñado muchísimo.
¿Por qué hay gente que se casa una y otra vez pese a saber lo que es un divorcio y gente que no lo hace nunca?
Hay varias razones prácticas por las que estar casado. Y hay algo de derroche de energía en toda esa gente que no está casada e insiste en mantener la ilusión de libertad cuando, de hecho, daría igual que lo estuvieran. Creo que aquellos que no viven en el compromiso de una pareja o no son padres son quizá los únicos que entienden genuinamente en qué consiste el matrimonio. Casarse no siempre se presenta como una opción. Es algo que haces porque asumes que lo vas a hacer. O porque puedes. Las razones por las que la gente contraía matrimonio eran antes mucho más complejas.
El matrimonio ha evolucionado mucho, de las novelas de Edith Warthon a la época de su madre, que le recomendó que buscara un buen marido en la universidad. Usted se ha casado por tercera vez. ¿Cómo se imagina la institución en el futuro?
Sigue sorprendiéndome y preocupándome un poco que el matrimonio todavía sea visto como moneda de cambio para las mujeres de la edad de mis hijas. Todavía tiene ese algo de cuento de hadas. Ser elegida: ¿es eso lo que las mujeres quieren todavía? También hay algo de razonamiento deliberadamente ligero en la idea de casarse sólo porque quieres dar una gran fiesta y vestirte de forma especial ese día, y esa es probablemente la verdadera motivación para que la gente siga haciéndolo. Todavía asusta considerar por qué uno elige no casarse, cómo es la realidad cuando borras de ella todas las narrativas asociadas al matrimonio. El consejo que le doy a mis hijas siempre ha sido el mismo: que mientras no renuncien a su independencia financiera, realmente da igual si se casan o no. Yo nunca he dependido económicamente de un hombre y aunque parece un camino duro, es el mejor por el que transitar.

EL MUNDO


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