Binyavanga Wainaina
Algún día escribiré sobre África
SFQU
27 de julio de 2013
Binyavanga Wainaina narra en Algún día escribiré sobre África su vida. Nada más comenzar el libro, el escritor ya nos avisa que ha cambiado algunos nombres para respetar el derecho a la intimidad, pero en ningún momento se cambia a sí mismo. Irónico, brillante, conflictivo, contradictorio, se ofrece, hoja tras hoja, ante nuestros ojos sin disfraz ni ganas de usarlo.
La primera parte del libro se centra en su infancia en una familia gikuyu de clase media en Kenia. La vida transcurre con total normalidad, junto a sus hermanos, su madre (de procedencia ugandesa, que tiene un salón de peluquería) y su padre (un serio hombre de negocios). «Dios es viejo y se está quedando calvo», piensa mientras está en el aula presidida por un mapa con la fotografía del presidente en la mitad de cada uno de los países africanos. Entre bailes imitando a Michael Jackson y un golpe de estado fracasado, el joven Binyavanga va creciendo sabiendo que «Kenia no es Uganda.»
Poco a poco sus preferencias se irán perfilando, a pesar de que se espera que sea médico, ingeniero o arquitecto, él dedica todo el tiempo que puede a leer y desdeña a esos jóvenes triunfadores que parecen una fotografía estática del éxito y que abanderan lo que satíricamente él llama «diversssidad». El lenguaje es otro de sus temas preferidos. «Yo sé hablar inglés. Yo sé hablar suajili. Kimay es cualquiera de los idiomas que yo no sé hablar pero todos los días escucho en Nakuru». Con ironía, habla de una época en la que decidió que ya no iba a escribir más en inglés, puesto que «el inglés es el idioma del colonizador», para volver a sus raíces y estudiar giyuku para hacer «magníficos anuncios descolonizados sobre la Coca-cola.»
Después se trasladará a Sudáfrica, donde no conseguirá realizar los estudios universitarios que le habían llevado hasta allí. La narración toma como una de sus protagonistas a la cantante sudáfricana Brenda Fassie. Como metáfora de lo necesario de evolucionar y no quedarse estanco, la cantante aparece como símil: el moderno kwaito se impone como ritmo de moda, pero la cantante considera que aquello no es música. Si al principio es elogiada y admirada, después será necesariamente arrinconada ya que los tiempos están cambiando y ella ya no evoluciona con ellos, «¿qué pasaría si el cambio llegara y nos encontrara incapaces?», se pregunta el joven Binyavanga.
La distancia empieza a hacer mella, y cansado solo quiere regresar a casa. Una vez en Nakuru, descubrirá los desvelos de su familia, preocupados por el hijo errante y que no acaba de sentar la cabeza, de tomar las riendas de su vida. Opina sobre política (sobre Jomo Kenyatta, considerado el padre fundador de Kenia, y sobre Moi, su sucesor), y nos desvela un momento conmovedor en el que compartiendo habitación con su padre, se da cuenta de cómo la vida de aquel hombre, que siempre había girado hacia lo que de él se esperaba: la familia y el trabajo, no encontraba la forma de salir de la habitación para jugar un poco con la máquina tragaperras, «no se podía marchar tranquilamente, con la chaqueta sobre el hombro, silbando, libre.»
De un viaje con su familia para producirse el reencuentro con su parte ruandesa tras el genocidio producido en aquel país y, tras observar los comportamientos de sus familiares, surgirá una determinación «algún día escribiré sobre África» (en realidad el título original es One Day I Will Write About This Place (Algún día escribiré sobre este lugar). La elección del título no es algo fortuito, el propio Wainaina había escrito, en aquel famoso y brillante escrito suyo «Cómo escribir sobre África«, en el que daba, entre otras recomendaciones (de manera irónica), para aquellos que tuvieran en mente escribir algo sobre aquel continente: incluir en el título la palabra África. De ahí la sustitución por «This Place». Huyendo de esa concepción de África, como un todo, plagado de tópicos y típicos, escribe sobre el «África» que él conoce, lleno de buenos y malos momentos, de gente más o menos generosa y de mucha cotidianeidad.
Wainaina volverá a la Universidad, comenzará su primera novela y se reirá de eso que llaman “empoderamiento negro». Una nueva canción en xhosa de Fassie le reconciliará con la cantante. La música de nuevo. Wainaina escribe como si compusiera una canción. La musicalidad que desprenden sus oraciones, parece acompañada de un punteo de guitarra a veces, o de un solo de saxo otras. La referencia continua a la cantante sudafricana a lo largo de todo el texto, no es fortuita. Ambos son semejantes en varios aspectos. La canción de ella titulada,” Vuli Ndlela” (Despeja el camino), dedicada a las personas que se dedican a criticar a otras (la primera estrofa dice: Vul’indlela wemamgobhozi — Abre las puertas, Señora Cotilla), podría servir de igual modo para caracterizar al escritor, a quien lo que piensen los demás parece importarle bastante poco, a tenor de algunas de las frases que sobre si mismo vierte en el libro: «En 2001,Nairobi es un gran bar.»
Apasionado de internet, logra el reconocimiento literario por un cuento publicado en este medio. Con su habitual tono irónico, nos describe sus sentimientos al obtenerlo: «gano el premio Caine y lloro malas lágrimas altaneras y vuelvo a casa con dinero. Un grupo de escritores y yo fundamos una revista, Kwami?, que significa “Y qué?”. El hombre consagrado no deja por ello de saber muy bien cuáles son sus pilares. Habla sobre el tribalismo y sobre Kibaki, el tercer presidente keniano, habla sobre los diferentes encargos que le hacen para trabajar como escritor y habla sobre sus clases de escritura creativa en una institución seria.
Todo el texto es la plasmación del esfuerzo de un hombre por crear, escribir y ser escritor, en un África alejada de estereotipos e imágenes trilladas. Binyavanga parece que no ha dejado de ser el niño que no hacía los deberes ni atendía a las clases porque tenía siempre algo pendiente para leer. Para él no hay nada más importante que escribir y leer (de hecho menciona que para él hay tres tipos de seres humanos: la gente real, de carne y hueso, los de la televisión y la radio y la gente de los libros). Prescinde de todo lo demás y lo sacrifica para conseguir lo que de verdad quiere hacer y ser. Elegir el camino de ser auténtico y libre para expresarse, pensar y escribir tiene su precio. Binyavanga Wainaina está decidido a pagarlo y yo me alegro de ello: !Bienvenido a mi biblioteca¡.
Las ilusiones son criaturas peculiares. Damos cosas enteras por sentado cuando los movimientos de un desconocido muestran un patrón que parece coherente, pero entonces se presenta una contradicción aguda y una persona deja de ser algo entero y se convierte en una serie de errores: pedazos y partes.
Ficha:
- Título original: One Day I Will Write About This Place (2011)
- Idioma: Inglés
- Traducción al castellano: Editorial Sexto Piso (2013)
- Traductor: Jesús Gómez Gutiérrez
- Lectura del primer capítulo del libro: aquí
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