domingo, 21 de diciembre de 2025

Cuando los intelectuales aplauden el fascismo

 

E. Ionesco, E. M. Cioran, M. Eliade
Emil Cioran, Eugène Ionesco y Mircea Eliade (de izquierda a derecha), en la Place Furstenberg, París, en 1977.LOUIS MONIER (GAMMA-RAPHO / GETTY IMAGES)


Cuando los intelectuales aplauden el fascismo

Muchos pensadores apoyaron regímenes fascistas en la década de 1930, un precedente que resulta muy inquietante hoy en día



Guillermo Altares
GUILLERMO ALTARES
27 DIC 2024 - 23:30 

Una famosa fotografía tomada por Louis Monier en 1977 en una de las plazas más hermosas del Barrio Latino de París muestra a tres grandes intelectuales del siglo XX cuya influencia continúa hasta nuestros días: el filósofo Emil Cioran, el historiador de las religiones y novelista Mircea Eliade y el dramaturgo Eugène Ionesco. Los dos primeros tenían un secreto muy oscuro que ocultar: su simpatía por el fascismo rumano de los años 30 y 40, su antisemitismo y su apoyo intelectual a un régimen responsable del asesinato de decenas de miles de judíos. El tercero, el inventor del teatro del absurdo, de origen judío, sobrevivió a la guerra y pasó el resto de su vida en Francia. Fueron muy buenos amigos en su juventud, pero su relación quedó marcada para siempre por el pasado de Cioran y Eliade.

La ensayista francesa Alexandra Laignel-Lavastine, experta en Europa del Este, dedicó a los protagonistas de aquella foto, Cioran, Eliade, Ionesco, una obra fascinante: El olvido del fascismo (2002). Su título, “El olvido del fascismo”, resuena hoy con fuerza en esta Europa del siglo XXI en la que tantos partidos –y no sólo los de extrema derecha–tratan de ocultar, disminuir, manipular, lo que los grandes totalitarismos del siglo XX representaron para el mundo: pérdida total de libertades, muerte, violencia, destrucción… “El apoyo del filósofo”, escribe en referencia a Cioran, “a la Guardia de Hierro, una de las formaciones de extrema derecha más violentas y antisemitas de los años 30, duró hasta principios de 1941”. Eliade mantuvo su apoyo a este movimiento fascista cuando éste había mostrado plenamente su verdadero rostro.

Émile Michel Cioran
Emil Cioran en París.SOPHIE BASSOULS (SYGMA / GETTY IMAGES)

A partir de 1945 ambos reinventaron su pasado, aunque, como señala el historiador, siempre vivieron con el miedo a que éste saliera a la luz. Eliade, por ejemplo, se vio obligado a cancelar un viaje a Jerusalén en 1973 por su pasado antisemita; Saul Bellow fue criticado por inspirarse en él en la novela Ravelstein y, aunque de forma muy colateral, su nombre tuvo una conexión remota con el asesinato nunca esclarecido de un profesor rumano en el campus de la Universidad de Chicago en 1991. El periodista Ted Anton escribió un fascinante libro sobre ello, con prólogo de Umberto Eco, Eros, Magic, and the Murder of Professor Culianu (2013). Siempre se dijo que nunca ganó el Nobel por su pasado fascista.

Lo terrible de esta historia es que Cioran y Eliade son dos intelectuales que siguen siendo muy influyentes, reeditados y leídos, y sin embargo se dejaron seducir por la Guardia de Hierro, una organización tan violenta y salvaje que fue desmantelada por el propio régimen después del pogromo de Bucarest de enero de 1941. “Ionesco lo subrayó varias veces: el fascismo europeo en el período de entreguerras fue una invención de los intelectuales”, escribe Laignel-Lavastine, quien explica que una de sus obras más famosas, El rinoceronte,contaba la historia de un contagio ideológico inspirado por sus amigos, atraídos por el mal absoluto.

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Elie Wiesel en 1980 en Nueva York.SANTI VISALLI (IMÁGENES GETTY)

La Guardia de Hierro ha vuelto a ser noticia porque el candidato presidencial rumano Călin Georgescu , admirador del presidente ruso Vladimir Putin que ha sacudido la política del país, ha defendido varias veces a esta organización fascista. Y no es el único líder de derecha que ha intentado blanquear el totalitarismo de los años 30, como el fracasado candidato presidencial francés Éric Zemmour, que llegó a decir que Vichy había salvado a los judíos franceses cuando contribuyó a su exterminio.


En España, un dirigente del partido ultraderechista Vox ha declarado en el Congreso que el periodo posterior a la guerra civil fue un tiempo de paz y reconciliación; la ofensiva para blanquear el franquismo se está intensificando, no sólo entre los políticos de derechas, sino también entre historiadores y escritores; dirigentes conservadores del Partido Popular, desde Alberto Núñez Feijóo hasta Isabel Díaz Ayuso, han protestado contra los planes de conmemorar (¡qué escándalo!) el 50 aniversario de la muerte del dictador Franco. Todo esto no habla del pasado, sino del presente, porque el debate ya no es sobre si el fascismo volverá -eso es un hecho-, sino sobre qué forma adoptará.

En 2004, el Estado rumano encargó una investigación sobre el Holocausto en el país, que dejó claro que no se trató de una empresa puramente nazi, sino que la implicación rumana fue muy intensa . El prólogo fue escrito por el escritor nacido en Rumania, superviviente de Auschwitz y premio Nobel de la Paz Elie Wiesel, quien señaló: “Lo que es cierto para los individuos también lo es para las comunidades. Los recuerdos reprimidos son peligrosos porque, cuando salen a la superficie, pueden destruir lo que es saludable, degradar lo que es noble, socavar lo que es elevado. Una nación o una persona pueden encontrar diversas formas de lidiar con su pasado, pero ninguna de ellas puede ignorarlo. ¿Por qué tantos ciudadanos traicionaron a la humanidad, la suya y la nuestra, al optar por perseguir, atormentar y asesinar a hombres, mujeres y niños indefensos e inocentes?”. En estos tiempos oscuros, las reflexiones de Wiesel son muy pertinentes, y la historia de aquellos intelectuales seducidos por el mal es más inquietante que nunca.


EL PAÍS



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