«Wolf and Chrysanthemum» (detalle) 2020 © Shawn E. Russell


Mercè Rodoreda o la historia de un crisantemo


POR GEMMA SOLSONA

6 de marzo de 2023

Tal vez una carrera literaria empiece con el robo de un crisantemo. Con el asombro y el embeleso que produce la fragilidad de una flor. La pasión que desencadena contemplarla en un jardín ajeno. Y la imposibilidad de resistirse al impulso de arrancarla y convertirla en un pecado infantil que recordarás siempre.

Como para gran parte de mi generación, la primera toma de contacto con la obra de Rodoreda fue La Plaça del Diamant.  De lectura obligada en la escuela, tenía trece o catorce años cuando conocí la historia de la Colometa. O más bien de Natalia, que así prefiero llamarla para reivindicar ese nombre que Quimet, su primer marido —excesivo, fanfarrón y tóxico— le arrebata, entre otras muchas cosas, al inicio de la obra. Recuerdo la fascinación que me produjo el monólogo de una mujer a la deriva que tarda toda una vida en reencontrarse, su progresiva pérdida de inocencia e identidad, la violencia y la miseria de la guerra… Me viene a la memoria la báscula dibujada en la pared del piso del barrio de Gracia, en Barcelona, donde se desarrolla parte de su vida. Y ya no sé si es Natalia, Colometa o Sílvia Munt —que protagonizó la serie basada en el libro, dirigida por Francesc Betriu— quien la traza con sus dedos una y mil veces, cual ritual doméstico que quizá la ata a un mundo que se desmorona a su alrededor. De la misma forma que el universo de Rodoreda debió venirse abajo con el estallido de la Guerra Civil y el exilio.