Hicimos lo que quisimos.
Descartamos los sueños, preferimos la industria pesada
de cada uno, le dimos la bienvenida a la pena
y llamamos ruina al hábito imposible de romper.
Y ahora estamos acá.
La cena está lista y no podemos comer.
La carne se sienta en el lago blanco de su plato.
El vino espera.
Llegar a esto
tiene su premio: nada se nos promete, nada se nos quita.
No tenemos corazón ni gracia que nos salve,
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