Renuncio a mis ojos que son huevos de vidrio.
Renuncio a mi lengua.
Renuncio a mi boca que es el sueño constante de mi lengua.
Renuncio a mi garganta que es el estuche de mi voz.
Renuncio a mi corazón que es una manzana ardiendo.
Renuncio a mis pulmones que son árboles que jamás vieron la luna.
Renuncio a mi olor que es el de una piedra que viaja por la lluvia.
Renuncio a mis manos que son diez deseos.
Renuncio a mis brazos que de todos modos renunciaron a mí.
Renuncio a mis piernas que solamente de noche son amantes.
Renuncio a mis nalgas que son las lunas de la infancia.
Renuncio a mi pene que susurra alentando a mis muslos.
Renuncio a mi ropa que son paredes que se agitan al viento
y renuncio al fantasma que las habita.
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