SOY ZURDO, A MUCHO HONOR
Soy un zurdo contrariado . En mis primeros años de escuela me obligaron a escribir con la derecha. Y lo hicieron a punta de golpes con el filo metálico de la regla cada vez que cogía el lápiz con la izquierda. La letra con sangre entra - decía uno de los más inhumanos mandamientos de la pedagogía de entonces- . Me volvieron diestro, pues se pensaba que ser zurdo era lo peor que le podía ocurrir a un futuro hombre de bien.
El Tiempo, 6 de diciembre de 2001
Soy un
zurdo contrariado . En mis primeros años de escuela me obligaron a escribir con
la derecha. Y lo hicieron a punta de golpes con el filo metálico de la regla
cada vez que cogía el lápiz con la izquierda. La letra con sangre entra - decía
uno de los más inhumanos mandamientos de la pedagogía de entonces- . Me
volvieron diestro, pues se pensaba que ser zurdo era lo peor que le podía
ocurrir a un futuro hombre de bien.
Me volvieron diestro en la
escritura pero no pudieron controlar el resto de mi sistema nervioso. Era y soy
zurdo para todo, para los deportes, para los puñetazos de barriada, para
orientarme. Creo que sigo actuando como zurdo en toda actividad que reclame esfuerzos
musculares, incluida la cama y la mesa: cambio la distribución de los cubiertos
y paso el cuchillo a la izquierda; pido que el cuerpo femenino acepte mi
condición de zurdo, porque así se requiere menor esfuerzo gimnástico y se
consigue mayor eficiencia amatoria. Los diestros que me ven cortar la cebolla
creen que me voy a mochar un dedo. Se equivocan: sólo pretendo mocharles su
arrogancia.
Durante mucho tiempo me avergonzó
no poder usar ese cuchillo que en los buenos restaurantes destinan para el pescado
y los mariscos, una tiranía de los diestros, últimamente remediada en
restaurantes de gran vuelo. Me sigo haciendo un lío con las tijeras, pero sé
que ya las están haciendo para esa inmensa minoría de zurdos que reclamamos
atención a nuestros derechos. Como el estudiante de Barranquilla que acaba de
ganar una tutela en la que exigía que los pupitres también fueran para los
siniestros .
No sé si tenga ventajas ser zurdo.
Serlo nos volvió diferentes y, por lo mismo, discriminados, personas que por
las buenas o las malas debíamos tomar el camino de los diestros. Ser zurdo era
una desviación, una anomalía de la naturaleza. Los zurdos sólo éramos
bienvenidos en algunos deportes: en el baloncesto o el fútbol, sobre todo. Los
zurdos éramos los negros o los maricas del paseo.
Los zurdos tuvimos que asumir esta
condición como una seña de identidad incanjeable, expuesta a exclusiones
pedagógicas. Por mi parte, rechazo el cuchillo marisquero de los restaurantes y
exijo que me traigan un cuchillo normal. Hoy es menos anormal ser zurdo, como
lo es ser homosexual o negro. Pero nos falta mucho para conquistar el reino de
los cielos, que sigue siendo de los diestros, que son siniestros cuando se las
pican de exclusivos.
Por qué de diestro salen adjetivos
que denotan habilidad superior? Por qué lo izquierdo es también llamado
siniestro? En el lenguaje empieza el guiriguiri, se hacen los chistes contra
los judíos, los negros, los árabes, los maricas y las mujeres, metáforas del
zurdo obligado a volver al redil.
Soy orgullosamente zurdo hasta
para pensar. A esto atribuyo mi espíritu de insubordinación. Vivo con un
letrero que dice: Prohibido girar a la derecha . Gracias a esta norma, no puedo
repetir con Goethe que prefiero la injusticia al desorden. Un filósofo bizco (Sartre)
me enseñó que todo desorden es la voluntad de un nuevo orden. Un personaje de
Shakespeare, jorobado y feo (Calibán), me recordó que el lenguaje del opresor
puede ser también herramienta del oprimido.
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