domingo, 30 de octubre de 2022

Los libros de Hebe Uhart que vendrán



Los libros de Hebe Uhart que vendrán

Conversamos sobre el trabajo de archivo de los escritores Pía Bouzas y Eduardo Muslip sobre la biblioteca y los papeles de quien fuera su maestra y amiga. Lo que viene: una trilogía inminente de nouvelles inéditas, un cuaderno de notas y un cuaderno de lecturas, entre otros rescates.

BIOGRAFÍA


Valeria Tentoni
5 de febrero de 2021

En pleno descanso, y mientras esperan la inminente salida de El amor es una cosa extraña, interrumpimos a los escritores Eduardo Muslip y Pía Bouzas para conversar sobre el trabajo con los papeles de Hebe Uhart tras su partida. Nacida en Moreno, Provincia de Buenos Aires, en 1936, Uhart falleció a fines del 2018 dejando títulos como De aquí para allá, Memorias de un pigmeo y Guiando la hiedra.

Muslip y Bouzas, escritores que fueran sus alumnos de taller y también sus amigos, quedaron a cargo de convertir libretas, anotaciones, folios, cajas de papeles, anillados, libros subrayados e incluso archivos de computadora (incluyendo algunos que Muslip rescató de pura casualidad, porque Hebe le había recomendado a su técnico y el técnico en cuestión resultó ser muy metódico y guardar backups de todos sus clientes) en libros. Libros póstumos.

El primero en ver la luz de un nuevo día será una trilogía y por Adriana Hidalgo, el mismo sello que en los últimos tiempos disponibilizó los tomos de crónicas, novelas y cuentos, hasta entonces, completos. Pero había más. Por ejemplo, tres nouvelles.

El amor es una cosa extraña, explica Bouzas, es una frase tomada de Leonilda, que saldrá acompañada de Beni y El tren que nos lleva. Dos de estas obras estaban en el departamento de Uhart y la otra entre los papeles del propio Muslip y que, en la época en que Hebe mandaba a tipear sus textos, le había pasado para que le diera su opinión. "Lo encontré de casualidad. Todavía tiene mis marcas, mis anotaciones", cuenta el autor de Phoenix, libro en cuya reedición está trabajando en este momento.

Por su parte, Bouzas ajusta un primer libro de poemas después de varios tomos de cuentos. Lo hace en la habitación de su casa destinada a biblioteca y escritorio, ahora ocupada también por las cajas con los archivos de Uhart. Felizmente, y por gestiones que mucho le deben a Leopoldo Brizuela, en el futuro todas estas cajas irán a parar a la Biblioteca Nacional. Pero, ¿cómo fue recibir y trabajar los archivos de Hebe Uhart? ¿Cómo fue tomar decisiones y encarar distintas vías de exploración de estos arcones? ¿Cómo fue hacerlo en paralelo a sus propias escrituras, a una pandemia y, sobre todo, a un duelo?

Con estas preguntas en mente, comenzamos a conversar en el primer día de lluvia después de muchos días de calor en la ciudad en la que la autora de títulos como Camilo asciende Viajera crónica falleció hace poco más de dos años, meses después de ganar el Premio Iberoamericano de Narrativa Manuel Rojas.

 

¿Cómo fue que quedaron a cargo del archivo?

Eduardo Muslip: En realidad, el único heredero es un primo de Hebe, y como nosotros éramos sus amigos y estuvimos muy cerca de ella nos pidieron si podíamos ocuparnos de trabajar con los materiales que dejó.    

Pía Bouzas: Había que revisarlos, ver qué había, si había algo. Vaciar la biblioteca. Hay cajas con libretas, papeles inéditos, libros. Durante 2019 estuvimos sistematizando todo y el año pasado nos agarró la pandemia y trabajamos con lo que ya habíamos encontrado. Pero durante 2019 nos reunimos casi todas las semanas para clasificar el material. Lo que trajimos acá fueron los libros subrayados de Hebe, los libros que sabíamos que eran importantes de su biblioteca, y unas cajas que encontramos en sus placares que conservaban libretas. Eran dos cajas de libretas y sobres papel madera; eso fue lo que empezamos a clasificar. Nos llevó varios meses hasta que esa tarea empezó a convivir con la organización de las jornadas, que Eduardo coordinó desde la Universidad de General Sarmiento. Después de eso, alcanzamos a reunirnos en marzo y ya vino la pandemia, y seguimos virtualmente con los materiales que ya conocíamos.

¿Creen que Hebe había guardado estas libretas y sobres con conciencia de que más tarde podían ser publicados?

Bouzas: No lo sé. Ella no guardó todas las libretas, no están todas las libretas de su producción. Tampoco están fechadas, pero podríamos decir que van desde los años 80. Hay muchos cuadernos con preparaciones de clases de filosofía, de latín. Mucho de eso. Yo no sé si ella lo guardaba con la idea de que alguien pudiera utilizarlo porque nunca lo mencionó.

Muslip: Me parece las libretas eran muy material de trabajo para ella. Si tenía que dar un curso de crónica, de Simone Weil, o lo que sea; eran los apuntes de los cursos que daba. También hay borradores de cuentos que después se publican o que le tipean, porque era muy común que ella, antes de tener computadora, mandara a tipear las cosas, a principios de los 90. Con las libretas, por cómo está escrito todo ahí, se nota que es un material muy de trabajo para sí misma. No hay nada que facilite a un lector externo pautas: está todo lo que ella necesitaba, no hay ninguna consideración para otro lector.

Bouzas: Ella escribía todo a mano y preparaba sus cosas en cuadernos. En muchos están los primeros borradores de textos, cosas que ella iba probando, frases que iba anotando para algún personaje. De algunos libros están. Del cielo a casa están casi los dos cuadernos, pero de otros no. Quizás fueron conservados un poco azarosamente. Lo que sorprende un poco en esas libretas es que no hay nada de anotación personal. Nada. Puede haber tareas cotidianas pendientes, pero nada parecido a un diario íntimo. Y entre sus papeles había muy poquitas cosas de esas que se suelen llamar íntimas. Muy pocas fotos o cartas; casi todo era material de trabajo.

En sus entrevistas tampoco hablaba mucho de sus cuestiones íntimas, era muy reservada. ¿Creen que se puede haber desecho de elementos de ese orden?

Muslip: No me la imagino preparando y tirando cosas, no me imagino a Hebe pensando en una mirada posterior. Incluso no hizo nada vinculado con testamento, nada de nada. Hasta sus últimos días estuvo anotando cosas que decían las enfermeras en el hospital, las personas con que se encontraba, salieron unas crónicas de ahí. Volvió a la casa y charlaba con las cuidadoras y tomaba nota de lo que decían. No me la imagino seleccionando, tirando, menos que menos quemando cosas. 

Bouzas: Los materiales que encontramos en su casa coinciden con la mudanza a ese departamento. Ella antes vivía en otro, quizás ahí tuvo materiales de años anteriores y en la mudanza, fiel a su costumbre de tirar lastre, quizás tiró cosas que consideró que ya no la representaban. Pero escena, así, como de posteridad: no. No era su estilo. No cabía en ella nada que no fuera de una presencia o una realidad actual. Incluso con las traducciones tenía un vínculo de ese tipo, no le significaba mucho si la traducían al árabe, por ejemplo: "Yo no sé qué es el mundo árabe, no estoy allá". Me parece que ese esa un rasgo de mucha materialidad, actualidad en lo concreto.

Muslip: Había ciertas zonas de intimidad en las que nunca se entraba, pero no había una sensación de censura. Simplemente no entraba a eso. Cuando empezamos a ver algunos materiales, como el de las tres novelas cortas que se van a publicar, vimos que un poco, directa o indirectamente, tocan épocas y experiencias de ella algo duras. Por un lado, de la época de la dictadura; en algunos casos por efecto muy directo de miedos, represión, etcétera, pero también aparentemente coincidió con una época personal de ella de una cierta debilidad, de quiebres en algunos casos sentimentales. En un perfil que hizo Leila Guerriero, habla Irene Gruss y muy a su manera comenta algunas escenas de Hebe y algunas relaciones un poco extravagantes. O sea: esta imagen de persona controlada y dueña de sí misma, que por ahí fue la que se instaló en las últimas décadas, no siempre fue tan así. Tuvo golpes y quiebres sobre los que hablaba poco. No había acceso a la intimidad, y parte de lo que quedaba afuera fueron momentos de su vida de los que no hizo más que mención, no dejó registro literario. Aunque escribiera tanto sobre su familia, por ejemplo, nunca escribió sobre la muerte de su hermano, una muerte joven en un accidente. Hay mucho escrito sobre su mamá, sobre una tía loca, pero no ese vínculo, que era súper importante para ella y hasta en sus lecturas. Él era sacerdote y ella tuvo como lecturas fuertes a filósofos cristianos como San Agustín, incluso antes de entrar en la facultad de Filosofía. Y en los textos que encontramos nos vamos sorprendiendo nosotros mismos de leer acerca de temas sobre los que ella nunca había hablado.

Bouzas: Había temas que no entraban en el repertorio de su conversación. Quizás los compartía con el grupo de amigas y amigos de toda la vida de la facultad o de Moreno. 

¿Y cómo encontraron estas nouvelles que salen ahora por Adriana Hidalgo?

Bouzas: Estos textos que salen ahora estaban completos, anillados. Salvo uno que estaba en la casa de Eduardo, estaban terminados y guardados muy prolijamente. El resto eran papeles. Ella obtuvo gran parte de su reconocimiento en los últimos 15 años y se la identifica como cronista, en general, pero hay unos 10 o 15 años en los que ella publica relato largo o novela, desde el 85 hasta Mudanzas y fines de los 90. Estos tres textos que encontramos fueron escritos en esos años, lo sabemos porque encontramos registros en un CV, en uno aparece la mención de la nouvelle Leonilda. Ella ya los había visto como cerrados, y sin embargo no fueron publicados. Nos pareció interesante esto: que todos aludían a esa franja entre los 70 y los 80, y que permiten ver para un lector cómo fue ese periodo, otra mirada, otra faceta, otra manera de atravesarlo. A la Hebe Uhart, que no es una manera directa: no es que aparece la temática de los desaparecidos directamente, sino al sesgo. En lo personal para ella fue una manera de transitar ese periodo tan oscuro, para alguien que era también muy vulnerable y que se fortaleció después de atravesar muchas zonas de fragilidad.

¿Y por qué les parece que no los publicó en vida?

Muslip: Lo pensamos bastante. Son tres novelas cortas. Leonilda, que es la más larga, es de la que encontramos más registros; por ejemplo, en un CD había una indicación como "novela inédita", o sea que ella reconocía como texto hecho y a la espera de su publicación. Esa novela no se la dio a ninguna de las editoriales con las que trabajó: en ese caso tenemos la sensación de que la escribió en un momento en el que ella no tenía la publicación tan asegurada, salía en editoriales muy informales. Quizás tuvo un intento de publicarla y no salió, debió haber seguido escribiendo otras cosas y la sintió un poco lejos, o capaz que no le conformaba algo. Ella siempre estuvo muy ligada a lo último que estaba escribiendo. Incluso las cosas que se reeditaron de ella se reeditaron por pedido de editores, como Damián Ríos en Interzona. Simplemente aceptaba lo que le pedían, pero no acercaba lo que tenía inédito, algo muy particular. Después está Beni, la primera en el orden en que la publicamos y también de que fue escrita: es una historia de amor bien situada en la época de los militares, 1980. El título es el apodo del protagonista de esa historia de amor un poco particular. Esa novela estaba guardada prolijamente en uno de estos sobres, pero solamente estaba el texto con el nombre adelante. La decisión de conservarla estuvo, pero no tenemos ningún registro de que la haya tratado de hacer circular. En esa domina la idea de intimidad, es donde más expuesta aparece; hay personajes con proyectos que se vienen abajo, andan sin rumbo, en el terreno del fracaso, casi del absurdo. Por más que hay humor, es un clima un poco más oscuro.

Bouzas: Es una época muy opaca, y la época está clara: empieza diciendo "en 1980...", cosa que en Hebe es muy poco frecuente. Tiene que ver con la vida en la dictadura y esta imposibilidad, todo fracasa, todos los proyectos de vida. No solamente políticos sino hasta los comerciales, todo.

Muslip: Lo que yo pienso es que con una novela como Beni es imposible imaginarse a Hebe exhumándola, publicándola y enfrentando entrevistas, dejando que le pregunten por las referencias de esa novela. La exposición de tener que responder una entrevista sobre eso es inimaginable.

Bouzas: Ella no hablaba mucho sobre la dictadura, decía que no había entendido mucho.

Muslip: Entre las cosas escritas sobre ella hay un texto de Mariana Enriquez donde le pregunta cómo vivió la dictadura, y algo que Pía había notado es que ella dice cosas como que recién tomó registro completo del horror de lo que pasó cuando aparecieron las declaraciones de Scilingo de los vuelos de la muerte. Leonilda es sobre una mujer de provincia que termina viviendo en Buenos Aires, sobre su familia, y de ahí a Beni que es esta historia de amor entre un alter ego de la propia Hebe y este personaje, y la tercera novela que apareció cuando yo estaba acomodando cosas de la propia Hebe en mi casa. En una carpeta grande que tenía de cuando iba a su taller. Al taller habré ido unos dos años y después quedé como amigo, pero en ese momento ella me dio una novela corta para que le de mi opinión. Se la di, de hecho tengo algunas marcas en el texto... Me había olvidado de esa novela, pero ahí hay alusiones, termina con los terrores que le produce a la narradora ver militares en los trenes con perros. Y hay una contradicción; no quiero ponerme como una voz que la invoque, por más que uno haya tenido una relación muy cercana siempre hay algo de reconstrucción un poco invasivo que uno hace, pero tengo que reconoer que no puedo entender cómo por un lado le dice a Mariana que recién con Scilingo tomó dimensión y por otro lado escribe esa novela en que muestra, por ejemplo, persecución a dirigentes de sectores populares, a curas tercermundistas.

Bouzas: Esa última nouvelle termina con el clima previo al golpe, donde ya se desbarató toda la organización popular, de la que Hebe participaba a su manera, trabajando en escuelas rurales, y ahí lo cuenta. Se desbarata todo un clima de posibilidad de transformación, de progreso y eso aparece claramente en el texto. Se llama El tren que nos lleva, ese título lo pusimos nosotros y lo sacamos de un fragmento del texto, porque estaba sin título. A mí también me sorprendió mucho eso que dijo Hebe sobre haber tomado conciencia recién con lo de Scilingo, y es algo que le he escuchado también a otros intelectuales de su generación, que no habían tomado la dimensión del horror, aunque la estaban viviendo. También hay una entrevista que le hace a Hebe Graciela Speranza en el año 93 que va muy en línea con estos textos: es la Hebe antes de publicar Mudanzas, Hebe antes del reconocimiento que empezó a obtener merecidamente en los años 2000. Muestra otra Hebe.

¿Qué más pueden contarnos de esa tercera novela?

Muslip: Es una novela de iniciación que termina con la inminencia de la dictadura y con escenas donde ya empieza a haber gente que desaparece. Ella trabaja en escuelas donde había desde talleres de teatro hasta monjas tercermundistas. Todo en Gran Buenos Aires, en la zona de Moreno, San Miguel. Termina con esa especie de parálisis, pero no la quiero espoilear.

Bouzas: Además esas últimas páginas son grandes páginas, tres grandes páginas de la escritura de Hebe. Todas son muy buenas, las tres nouvelles, pero hay algunos segmentos como ese que son notables. Otra cosa sobre estos textos es que ella no los publicó pero siguió escribiendo sobre estos personajes. Por ejemplo, a Beni lo convierte en Fabricio, que es una crónica; vuelve sobre esos personajes pero en el formato de crónica. Abandona lo que ya está y vuelve con una crónica muy cortita que intenta publicar en algunos de los libros de crónicas y le queda afuera, porque la vemos tachada en las listas de armado de sus libros. Con Leonilda también, si no me equivoco se convierte en Florinda, y aparece en otra antología. Y de la nouvelle de El tren que nos lleva, muchos de esos núcleos autobiográficos van apareciendo en otros textos que va publicando, donde explora experiencias personales, como el ser maestra. No son temáticas que abandonó ni personajes que abandonó. En un homenaje que le hicimos a Hebe, Damián Ríos dijo que de ella había aprendido a esperar: que él había visto que ella esperaba los textos. Para llegar a Mudanzas había escrito antes Camilo asciende, por ejemplo. Iba reelaborando, la materia volvía a escribir, una reescritura profunda. Y ese es un motor en toda su obra, no va cambiando de temas o de enfoques radicalmente.

¿Y sobre la que encontraste en tu casa, Eduardo?

Muslip: Si bien no estaba como las otras en un sobre, guardada en su casa, yo no me la imagino destruyéndola. Me parece que, más bien, corresponde a la época en que ella mandaba a tipear e imagino pasó algo con el archivo, algo así. Además es muy buena, muy lanzada, una escritura más directa, por momentos. Aunque tenga recursos que siempre utilizó, se ve como una urgencia de escritura más fuerte que en las otras, en las que se ven mucho más los procesos de ella de escritura y reescritura.

¿Cómo van a salir publicadas?

Bouzas: Saldrán junta bajo el título El amor es una cosa extraña, una frase tomada de la nouvelle Leonilda. Escribimos un epílogo, no queríamos que sea un prólogo para no condicionar la lectura pero es un epílogo que las presenta, las introduce. Sale como una trilogía.

Muslip: Estas novelas echan luz sobre los procesos personales de Hebe, no para la gente que la venga leyendo de siempre, pero para los lectores que la conocen más por sus últimos años, centralmente por la parte de crónica y su imagen pública ya consagrada, más asentada. 

Bouzas: Hablan mucho no solo de los 70 sino de los 80, y en ese caso son más familiares de un texto rarísimo de Hebe que es Memorias de un pigmeo, que alude a un momento totalmente outsider de la literatura de ella y escribe por esos años. Los pondría en la órbita de esos textos largos. Leonilda es una mujer del Chaco que viene a trabajar a Buenos Aires, pero el interés está en el lenguaje, algo que ella después va a seguir haciendo en textos como Bernardina, es un eje fuerte en su literatura. 

¿Quedaron más materiales inéditos además de esta trilogía?

Muslip: En la edición de las crónicas completas de Adriana Hidalgo hay algunas otras crónicas que encontramos y agregaron al final, inéditas y otras que habían salido en El País o en diskettes. Ahí también están las últimas últimas, las que escribió en el hospital. Y quedan algunos textos breves que vamos a publicar junto con las cosas de las libretas, con sus subrayados, anotaciones donde combina observaciones con citas de otros textos.

Bouzas: La idea que teníamos era hacer una selección de las libretas, al estilo de Cuaderno de notas, de Chéjov.

O el de Hawthorne, que ella recomendaba mucho, ¿no?

Bouzas: Claro, pensamos que algo así estaría muy bien porque iba en el espíritu de ella. En las libretas hay cosas desopilantes, muy creativas, de una mezcla de registros muy original, a veces muy filosófico. Queremos hacer un trabajo de recopilación fragmentaria de aquello que nos parece atractivo, sugerente, que generara el efecto de esos dos libros que a ella le gustaba.

Muslip: Pensábamos trabajar un libro que se llame Cuaderno de notas, siguiendo ese modelo, y también estamos recogiendo ensayitos breves, pequeñas ponencias que dio en congresos, algunas lecturas, no reseñas pero sí breves textos en los que reflexionaba cruzando literatura y filosofía. Y pensamos otro que fuera el Cuaderno de lecturas en el que hiciéramos una recopilación de los textos que ella daba, sobre todo para sus talleres. Ella leía mucho, así que separamos los libros subrayados, trabajados. Realmente daba lo que le gustaba, y se ve mucho la estética de ella en esa selección que daba a sus estudiantes. Era muy fiel a una estética y a la vez estaba muy abierta a lo nuevo que encontraba. Tenía que armonizar las dos cosas.

Bouzas: Tenía un espectro muy nítido, había mucha zona a la que no entraba en sus lecturas.

Una pregunta hacia el final sobre el principio, ¿cómo se conocieron con Hebe?

Muslip: Fue mi profesora de filosofía en el CBC. De casualidad leí un libro de ella, La luz de un nuevo día, y me acerqué como escritora. Hicimos taller y después ya quedé como amigo. Son un montón de años...  

Bouzas: Yo a Hebe la conocí en el 98. Probablemente, algunos textos que me dio en el taller también se los dio a Eduardo. Eran como su base, pero después iba haciendo renovación. Felisberto estaba siempre, Chéjov, Fray Mocho...

¿Y a dónde van a ir a parar todos los libros y cajas de Hebe?

Bouzas: La idea, con Leopoldo Brizuela, era, es, que fueran a la Biblioteca Nacional para que quede allí.  

¿Y sobre los archivos digitales? ¿Cómo fue eso?

Muslip: Lo que iba guardando en computadoras se perdía, pero yo heredé un técnico que tuvo ella en los primeros años y le pregunté si conservaba algo y él hacía backups de todo, por suerte. De golpe nos encontramos Pía y yo con que este chico nos manda unas carpetas con un montón de textos de una de las primeras computadoras de Hebe. Nos agarró una cosa entre entusiasmo y sentirse abrumados, pero aparecieron cosas muy lindas. Y esas cositas van a ir a esta selección de textos, el grupo de variedades del Cuaderno de notas.

¿Y cómo fue para ustedes dos, que son escritores y tienen sus propias obras en marcha, trabajar con este archivo?

Bouzas: Nos da mucho entusiasmo pero también mueve muchas cosas, y hay un momento donde uno necesita separarse de esos materiales. Durante el primer año, el encuentro semanal en casa también fue una manera de procesar el duelo de la muerte de Hebe, que no solamente como escritora era una persona muy importante en mi vida. Era una amiga. Por épocas yo también necesito alejarme y ni entrar al escritorio; en mi casa está este cuarto lleno de los papeles de Hebe y en algún momento yo quiero que vayan a otro lugar, también como forma de despedida. A la vez, también en este trabajo nos nutrimos mucho al leer los textos, los subrayados.

Muslip: Da una cierta satisfacción saber que vamos a poner accesibles los textos para los lectores, el archivo completo en la Biblioteca Nacional. Tuvo un destino más afortunado que otros legados de escritores. La idea es que de ese archivo lo que es organizable y publicable es lo que estamos trabajando y esperamos que cuando terminemos vaya completo a la Biblioteca Nacional porque estamos haciendo un trabajo para un público masivo, que no es un trabajo académico; quizás más tarde aparezca una edición crítica donde se vea cómo fue cambiando las versiones, etcétera. Pero no es el objetivo que tenemos ahora. El objetivo que tenemos nosotros es agrupar todas estas notas y ensayitos breves y este otro libro de textos, una selección de los que daba en sus talleres y por los que tenía un amor particular. También queremos preparar un libro con las presentaciones críticas en jornadas a Hebe, con textos de personas como Federico Falco, Alejandra Costamagna y Elvio Gandolfo.  Después todo va a quedar en la Biblioteca para quien desee consultarlo. 


ETERNA CADENCIA



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