Hacia la boda, de John Berger
Javier Rodríguez Marcos
21 de marzo de 2020
21 de marzo de 2020
En los próximos meses, aunque no haya librerías donde comprarlos, el coronavirus producirá una avalancha de libros que en su mayoría serán testimonios de cómo se vivió la enfermedad o la cuarentena. No será la primera vez. La epidemia del sida produjo en los años ochenta y noventa una contundente respuesta desde las artes plásticas y desde la literatura de testimonio, con memorias como las de Harold Brodkey –Esta salvaje oscuridad– o autoficciones como Al amigo que no me salvó la vida, de Hervé Guibert. La primera persona estuvo a la altura, pero faltaba la gran novela. La escribió John Berger en 1995: Hacia la boda.
Sabemos que todos los libros tratan de los temas eternos y que todo lo que pueda decirse del amor y la muerte lo escribieron Ovidio y Shakespeare, pero hay algo que ningún clásico pudo escribir, por ejemplo, una novela de amor en los tiempos del sida. En la suya, Berger cuenta el viaje a Italia de los invitados a un casamiento desde distintos puntos de Europa. El resultado convierte el Cantar de los cantares en una road movie coral. Unos padres, una hija, su futuro marido y un médico portador de malas noticias son algunas de las voces que suenan en las 200 páginas de un libro –sapiencial y sabio– lleno de observaciones fulgurantes como la descripción de una peluquería en la que hay “confianza en lugar de espejos” o como esta pregunta: “¿Qué haremos antes de la eternidad?”. Y esta respuesta: “Tomarnos algún tiempo”. John Berger donó los derechos de autor de su novela al comité ciudadano anti-sida de Madrid. Como decían los clásicos, donde hay dolor hay un lugar sagrado.
EL PAÍS
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