Jo Nesbø |
Jo Nesbø : "La era de los 'likes' supone dar rienda suelta a la estupidez"
El autor noruego regresa con 'El reino', una novela protagonizada por dos hermanos que discurre entre los secretos enterrados en un pueblo idílico.
Ismael MarineroMadrid, 7 de mayo de 2021
"Somos nosotros contra ellos. Nosotros contra todos los demás». Dos frases escuetas y contundentes como un tiro a bocajarro que describen a la perfección el amor fraternal y la constante amenaza de violencia presentes en las páginas de El reino (Reservoir Books). Es la última prueba, si es que hacía falta alguna más, de que Jo Nesbø (Oslo, 1960) es el escritor escandinavo que marca el paso en el género negro, más allá de sus 12 libros protagonizados por Harry Hole. Los bajos fondos urbanos dejan paso al aparentemente idílico pueblo de Os y a una granja situada en lo alto de una montaña. Un lugar inhóspito y solitario habitado por Roy Opgard, un hombre inhóspito y solitario que sólo disfruta de la compañía de los pájaros. Al menos, hasta que vuelve su hermano Carl y los oscuros secretos del pasado empiezan a emerger tras muchos años enterrados.
«Elegí como escenario un pueblo pequeño, porque, aunque he vivido casi toda mi vida en ciudades, en mi infancia y adolescencia pasé mucho tiempo en sitios parecidos a Os», explica Nesbo por videoconferencia desde su casa en Oslo, ataviado con sus gafas de pasta, su gorra de cuadros y su barba de sexagenaria estrella del rock. «Siempre me han fascinado esos lugares en los que todo el mundo se conoce, en los que los habitantes son como una extensión de tu familia más cercana. Por el lado bueno puedes contar con la solidaridad de tus vecinos, todos cuidan unos de otros en cierto modo. Pero también existen enemistades insalvables y tienes esa sensación claustrofóbica de no poder escapar de cómo te perciben los demás. Siempre me interesó observar cómo funcionan todas esas reglas no escritas y, a nivel narrativo, me interesaba tener una limitada galería de personajes». El trasfondo perfecto para una historia en la que los celos y las traiciones se cocinan a fuego lento. Y queman.
Cuenta Nesbø, prolífico al nivel de Stephen King (desde 1997 ha publicado 25 libros, además de componer decenas de canciones para su banda Di Derre), que nunca ha sufrido la escasez de ideas o el miedo a la página en blanco que suele atenazar a sus colegas de profesión. Sin embargo, en este caso ha tenido que reescribir varias veces El reino para poder encajar todas sus piezas. «Cuando empecé no me di cuenta de que había descubierto un filón que no había explorado antes, la relación entre hermanos. Crecí junto a dos hermanos, estábamos muy unidos, como Carl y Roy. Teníamos ese amor incondicional, esa amistad profunda, lealtad, intimidad... pero también había entre nosotros la misma competitividad y esa irritación que surge cuando ves que alguien repite sus errores. De alguna manera, percibes cómo quedan expuestas tus propias debilidades y cómo, de manera incansable, tus hermanos se burlan o te critican por ellas». Aquí la oposición es entre Roy, un tipo «relajado, lento y simple, como una canción de JJ Cale» (referencia muy presente en el libro), y Carl, un embaucador nato que con su sola presencia es capaz de meterse a la gente en el bolsillo. Entre medias, cómo no, una mujer. Fatal, sin duda.
Entre sus influencias para construir este universo cerrado y enfermizo, Nesbø cita al Jim Thompson de 1280 almas y El asesino dentro de mí, pero también a Henrik Ibsen, el gran nombre de las letras noruegas. «Sus historias suelen desarrollarse en pueblos como éste, en los que hay estrechos lazos familiares y oscuros secretos del pasado que empiezan a salir a la superficie. No es que quisiera hacer algo parecido a priori, sino que como escritor formo parte de una tradición y, aunque sea de manera inconsciente, me influye todo lo que se ha escrito antes». También es el mismo ambiente que se respira en Retorno al pasado, ese monumento del cine negro en el que Robert Mitchum y Kirk Douglas ejecutan la danza fatalista del antihéroe noir, condenado desde el inicio por el destino, la mala suerte o su propio carácter.
Mientras se va desenrollando la madeja de los acontecimientos y recuerdos que desvelan las bajas pasiones, celos y deseos de los habitantes de Os, el escritor noruego aprovecha las conversaciones entre los personajes para ir dejando cargas de profundidad. Nunca los juzga, pero sí aprovecha para hablar a través de ellos. «Los medios viven del poder de atracción de la mierda», dice en un momento dado uno de los personajes. «Cuando leo los periódicos y veo las cosas sobre las que se escribe», afirma Nesbø con una mueca de desagrado, «estrellas de reality shows, influencers y estrellas americanas de programas que ni siquiera se emiten en Noruega... La era de los likes y los clics supone dar rienda suelta a la estupidez. Mi opinión hasta hace poco era que nos merecemos los medios que tenemos, pero últimamente estoy empezando a preguntarme, ¿de verdad nos merecemos... esto?».
Ahora, mientras prepara la próxima publicación de un libro de relatos cortos, el autor de Sangre en la nieve rechaza por completo la posibilidad de que sus últimas derivas literarias se entiendan como una despedida anticipada de Harry Hole, el alcoholizado y descreído detective que lo convirtió en superventas. «Siempre acabo volviendo a Harry, es mi personaje favorito. Es como cuando te haces mayor y te interesa pasar más tiempo con tus viejos amigos que hacer algunos nuevos, y prefieres profundizar que empezar una amistad más superficial». Tampoco quiere engañarse a sí mismo ni a sus lectores: Hole tiene los días contados y, antes o después, llegará su sentencia de muerte. Hasta entonces, Carl y Roy Opgard son bastante más que un mero placebo: droga de la máxima pureza para los aficionados al género negro.
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