LA CRISIS DEL CORONAVIRUS
El coronavirus ya ha matado a más de 100.000 personas en el mundo
Estados Unidos concentra casi uno de cada tres contagiados, que superan los 1,6 millones. España es el país más castigado por la pandemia en términos de población
Amanda Mars
11 de abril de 2020
La pandemia del coronavirus ya ha segado la vida de más de 100.000 personas en el mundo y superado los 1,6 millones de contagios. Las cifras, actualizadas este viernes por el centro de datos de la Universidad Johns Hopkins, la principal referencia de ámbito global, supone romper una de esas barreras simbólicas de los números redondos, pero es tan solo una aproximación, ya que expertos de varios países reconocen que muchos pacientes han fallecido sin haber sido diagnosticados y, la transparencia de otros, como China, deja tanto que desear que la información que proporcionan queda en tela de juicio.
La catástrofe comenzó a fraguarse a finales de 2019. El 31 de diciembre, las autoridades chinas notificaron 27 casos de una neumonía de origen desconocido, siete de ellos graves, aparentemente vinculados con un mercado Wuhan, una ciudad de 11 millones de habitantes. Apenas 100 días después, un mundo que no reaccionó a tiempo afronta la mayor emergencia sanitaria en un siglo, la mayor sacudida desde la Segunda Guerra Mundial, con efectos devastadores en la salud, la economía y la cooperación internacional.
Son 102.126 muertos, según los datos del viernes por la noche (hora de la costa Este de EE UU) y 1,68 millones de contagiados en un total de 185 países, pero las cifras se quedan caducas enseguida. Estados Unidos se ha colocado a la cabeza de la pandemia y concentra casi uno de cada tres contagiados por la Covid-19, un total de 501.615 casos confirmados, pero la ratio de incidencia en términos de población queda muy lejos de España o Italia. EE UU sufre 141 contagiados por cada 100.000 habitantes, mientras que España, con un total de 157.053 infectados, lidera la ratio con 327. Italia acumula 237 por cada 100.000 habitantes.
El mundo se enfrenta a un virus nuevo, sin vacuna ni tratamiento específico, que la comunidad científica trata de conocer a marchas forzadas. No está claro cómo puede mutar ni si realmente desaparecerá con el aumento de las temperaturas este verano.
Se han levantado hospitales de campaña en centro de convenciones, como el de Ifema, en Madrid; se han abierto dos nuevas fosas en Hart Island, Nueva York, el parque donde acaban enterrados normalmente esos a quienes nadie reclama; se han cerrado las fronteras y se espera la mayor recesión económica global desde la Gran Depresión de hace casi un siglo.
Ahora, la ralentización en el número de nuevos pacientes —eso que la jerga de esta crisis ya ha denominado “aplanar la curva" de crecimiento— está alimentando las esperanzas y los cálculos sobre cuándo reabrir la economía de los países. España, por ejemplo, informó el viernes de 605 nuevos fallecidos, la cifra más baja desde el 24 de marzo. Pero el director de la Organización Mundial de la Salud (OMS), Tedros Adhanom, ha advertido el mismo día contra una suavización prematura de las medidas: “Deseamos como el que más ver el fin de los confinamientos, pero si se hace demasiado deprisa puede producirse un repunte mortal”.
Es la misma alerta que lanzan los epidemiólogos de los países. En Estados Unidos, las medidas de confinamiento implementadas han empezado a surtir efecto y la proyección de víctimas mortales por la pandemia ronda ahora las 60.000, cuando hace poco más de una semana calculaban entre 100.000 y 240.000. “Dicho esto, será mejor que tengamos cuidado y no digamos ‘ok, nos está yendo tan bien que podemos parar”, advirtió el jueves el doctor Anthony Fauci, director del Instituto Nacional de Enfermedades Infecciosas y hombre clave en el grupo de trabajo de la Casa Blanca para la crisis. El Estado de Nueva York, epicentro de la crisis en EE UU, ya tiene más casos que toda España, con menos de la mitad de población.
Gobiernos que trataron de minimizar la gravedad de la pandemia han tenido que acabar por aceptar una hibernación de sus economías que no habían imaginado ni en sus peores pesadillas políticas. Es el caso de Donald Trump, pero también del primer ministro británico, Boris Johnson, que comenzó defendiendo una política favorable a la actividad económica y de menor intervención posible, para acabar sufriendo la Covid-19 en sus propias carnes. Acaba de dejar la unidad de cuidados intensivos.
En Wuhan han tardado 76 días en vivir su primer día de libertad, pero es una libertad frágil, con muchas limitaciones, y temerosa de una segunda ola. Donald Trump quería “reabrir” el país para este domingo, día de Pascua, pues le parecía un buen símbolo. Ya tiene claro que no será así. La ciudad de Los Ángeles, de momento, acaba de extender el confinamiento hasta el 15 de mayo. Italia lo acaba de anunciar hasta el día 3. Y el Gobierno de España ya ha avanzado que pedirá otra prórroga del estado de alarma después del 26 abril. Los científicos tienen claro que, después de los primeros 100.000 muertos, vienen muchos miles más.
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