Un trabajador limpia el hospital de Leishenshan, construido en 10 días durante las peores semanas de la pandemia en WuhanSTR |
LA CRISIS DEL CORONAVIRUS
China omitió avisar al público sobre la gravedad de la pandemia durante seis días claves de enero
Una investigación de la agencia AP considera que entre el 14 y el 20 de ese mes, las autoridades chinas no alertaron a la población a pesar de conocer ya la seriedad del problema
Macarena Vidal Liy
Pekin, 15 de abril de 2020
Durante seis días de enero, claves para el desarrollo de la pandemia de covid-19, Pekín no alertó a su población sobre la gravedad del problema aunque ya lo había asumido internamente. Así lo muestra una investigación de la agencia de noticias estadounidense AP, que cita documentos internos del Gobierno chino y valoraciones de expertos. El trabajo periodístico considera que el 14 de enero las autoridades chinas ya eran conscientes de que había cambiado la dimensión de aquello a lo que se enfrentaban, pero no fue hasta el día 20 que, finalmente, el presidente Xi Jinping alertó al público, cuando ya se habían contagiado más de 3.000 personas.
De acuerdo al repaso cronológico realizado por la agencia, entre el 5 y el 17 de enero China no informó de nuevos casos de lo que entonces era aún una neumonía atípica, aunque ya llegaban numerosos pacientes a los hospitales en Wuhan, según confirman registros internos. Oficialmente solo había 41 casos. No está claro si no se registraron porque las autoridades locales no los notificaron o porque las autoridades nacionales no los incluyeron en las listas, explica AP. Tampoco qué sabían exactamente los dirigentes locales en Wuhan.
De lo que hay pocas dudas es de que “los rígidos controles sobre la información, los obstáculos burocráticos y la resistencia a transmitir malas noticias hacia lo alto de la cadena de mando silenciaron las primeras advertencias. El castigo a ocho doctores por ‘esparcir rumores’, difundido en la televisión nacional, causó escalofríos en los hospitales” de Wuhan, señala la agencia.
Sin estos informes internos, no fue hasta el 13 de febrero, cuando se confirmó en Tailandia el primer contagiado fuera de China, que las autoridades en Pekín se movilizaron para reconocer que se enfrentaban a una posible pandemia. Solo entonces, denuncia AP, lanzaron un plan nacional para localizar casos distribuyendo equipos para hacer pruebas, chequeando a los pacientes y relajando los criterios para confirmar infecciones: “Todo ello sin informar al público”. Pekín niega haber ocultado información y asegura que desde el principio alertó a la Organización Mundial de la Salud.
El 14 de enero, el presidente de la Comisión Nacional de Sanidad, Ma Xiaowei, celebró una teleconferencia con autoridades provinciales para transmitir las instrucciones del primer ministro, Li Keqiang, y la viceprimera ministra Sun Chunlan. Un memorándum de la reunión obtenido por AP recogía que la aparición de focos (clusters) “sugiere que la transmisión entre seres humanos es posible”. También aludía al caso en Tailandia, del que afirmaba que había “cambiado significativamente la situación”, debido a la posibilidad de que el virus se extendiera por otros países. “Con la llegada del Año Nuevo lunar, mucha gente va a viajar, y el riesgo de transmisión y propagación es alto”, agregaba el documento, “todas las localidades deben prepararse y responder a una pandemia”.
Como contestación a la teleconferencia, el Centro para el Control y Prevención de las Enfermedades (CDC) en Pekín lanzó el mayor nivel de respuesta a una emergencia, el nivel 1, el 15 de febrero. Un aviso interno de este organismo indica que se crearon 14 grupos de trabajo que tenían como misión recabar fondos, formar a personal sanitario y recoger datos, entre otros. En la provincia de Hubei, de la que Wuhan es capital, se debían reducir los eventos multitudinarios y comenzar a tomar la temperatura a los ciudadanos en aeropuertos y estaciones de autobús y de tren.
Además, la Comisión Nacional de Sanidad distribuyó a las autoridades de salud provinciales un folleto de 63 páginas con instrucciones, también obtenido por AP. Entre otras cosas, en este documento se ordenaba identificar casos sospechosos, abrir secciones específicas para enfermos con fiebre en los hospitales y que los médicos y enfermeras lleven equipo protector. Las instrucciones venían marcadas para consumo “interno”, “no divulgar en Internet”, “no difundirse públicamente”.
En público, el mensaje de los funcionarios seguía siendo de tranquilidad. El 15 de enero, el director del centro de emergencias del CDC, Li Qun, insistía en televisión en que “el riesgo de contagio entre humanos es bajo”.
El 20 de enero, Xi Jinping habló en público por primera vez sobre el virus y afirmó que había que “tomar seriamente” el brote y atajarlo. El prominente epidemiólogo Zhong Nanshan anunció también por primera vez, y en la televisión nacional, que el patógeno se transmitía entre humanos. Un estudio de la Universidad de Southampton en el Reino Unido encontraría después que se hubiera podido reducir en dos tercios el número de contagios si el público hubiera recibido una semana antes avisos de mantener la distancia social y llevar mascarilla, y se hubieran impuesto restricciones de viaje.
Algunos expertos a los que cita el artículo, no obstante, opinan que el Gobierno chino tomó medidas decisivas en privado, dada la información de que disponían. “Puede que no dijeran lo que debían, pero estaban haciendo lo que debían”, ha indicado el fundador de los Centros estadounidenses para el Control de Enfermedades en China, Ray Yip. “El 20 dieron la alarma a todo el país, que no es un retraso poco razonable”.
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