Antonia Pozzi
NOVIEMBRE
Y luego, cuando me haya ido,
algo quedará
de mí
en mi mundo:
una fina estela de silencio
entre las voces,
un tenue aliento blanco
en el corazón del azul.
Y en un atardecer de noviembre
una esbelta muchacha,
en la esquina de una calle,
venderá crisantemos
y allí estarán las estrellas
frías, verdes, lejanas.
Alguien
-quién sabe dónde- llorará
y buscará crisantemos
para mí
en el mundo
cuando ocurra que, ya sin retorno,
tenga que marcharme.
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