Cesare Pavese
Tolerancia
Traducción de Carles José i Solsora
Llueve sin ruido sobre el prado del mar.
Nadie pasa por las sucias calles.
Una mujer sola bajó del tren:
pudieron verse bajo el abrigo las blancas enaguas
y las piernas que se eclipsaron en una puerta oscura.
Una mujer sola bajó del tren:
pudieron verse bajo el abrigo las blancas enaguas
y las piernas que se eclipsaron en una puerta oscura.
Se diría que es un pueblo sumergido. El anochecer
gotea, frío, sobre los umbrales y las casas
propagan humo azulado por las sombras. Rojizas,
se encienden las ventanas. Una luz se enciende
tras los postigos entornados de la casa a oscuras.
gotea, frío, sobre los umbrales y las casas
propagan humo azulado por las sombras. Rojizas,
se encienden las ventanas. Una luz se enciende
tras los postigos entornados de la casa a oscuras.
Al día siguiente hace frío y luce el sol sobre el mar.
Una mujer en enaguas se enjuaga la boca
en la fuente y la espuma es rosada. Sus cabellos
son de un agreste rubio, parejos a las cortezas de naranja
diseminadas por el suelo. Inclinada por la fuente, mira de soslayo
a un pilluelo moreno que la observa, encantado.
En la plaza, mujeres oscuras abren los postigos de par en par
─en la sombra, sus maridos dormitan todavía.
Una mujer en enaguas se enjuaga la boca
en la fuente y la espuma es rosada. Sus cabellos
son de un agreste rubio, parejos a las cortezas de naranja
diseminadas por el suelo. Inclinada por la fuente, mira de soslayo
a un pilluelo moreno que la observa, encantado.
En la plaza, mujeres oscuras abren los postigos de par en par
─en la sombra, sus maridos dormitan todavía.
Cuando anochece de nuevo, se reanuda la lluvia
crepitante sobre muchos braseros. Las esposas,
aventando los carbones, echan un vistazo a la casa
a oscuras y a la fuente desierta. La casa
tiene los postigos cerrados, pero dentro hay un lecho,
y en el lecho una rubia que se gana la vida.
Cuanto hay en el pueblo reposa por la noche,
todos, salvo la rubia que se lava por la mañana.
crepitante sobre muchos braseros. Las esposas,
aventando los carbones, echan un vistazo a la casa
a oscuras y a la fuente desierta. La casa
tiene los postigos cerrados, pero dentro hay un lecho,
y en el lecho una rubia que se gana la vida.
Cuanto hay en el pueblo reposa por la noche,
todos, salvo la rubia que se lava por la mañana.
Cesare Pavese / “Trabajar cansa” (1931-1940)
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