miércoles, 14 de agosto de 2024

Ronald Searle según Quentin Blake

 

Ronald Searle en su casa.

Draguignan, sur de Francia, 2006

Foto de Eamonn McCabe)


RONALD SEARLE SEGÚN QUENTIN BLAKE

En The Guardian existe una sección llamada “My Hero”, donde un personaje habla de otro de manera generosa. El 6 de enero de 2013, Quentin Blake recuerda su encuentro con Ronald Searle, quien había muerto una semana antes.

El encuentro sucedió sesenta años atrás, cuando Quentin Blake era apenas un principiante y Searle una figura reconocida internacionalmente, aunque apenas los separaban doce años. Quentin no se atrevió entonces a preguntarle qué tipo de plumillas utilizaba. Nunca volvieron a verse.

Pero nunca olvidó “esos asombrosos dibujos que trajo de los campos de prisioneros japoneses; y luego la comedia de St Trinians y Molesworth; más reportajes de los campos de refugiados; caricaturas maravillosas, sobre todo en el teatro, y luego, a lo largo de años de viajes por el mundo, lo que equivalen a caricaturas al por mayor de ciudades y países; años de sátira en las páginas de Le Monde. Y ahora tengo sobre la mesa, frente a mí, Les Très Riches Heures of Mrs Mole, los dibujos que hizo para su esposa Mónica, que muestran  que puede ser tan sensible como satírico”.

Quentin Blake lamenta que Searle no haya sido mejor valorado en su país. “En los años 60 se fue a Francia para empezar una nueva vida, un país que ya en 1973 –hace 40 años– montó una exposición a gran escala de su obra en la Biblioteca Nacional. En cambio, ninguna institución importante en Gran Bretaña ha logrado hacer algo parecido, lo que resulta decepcionante, sobre todo porque es un representante notable de una gran tradición británica de algo que hacemos bien, y está al nivel de sus propios héroes, George Cruikshank y Thomas Rowlandson”.

Finalmente, Blake recuerda: “En 2007, el Victoria & Albert Museum celebró su 150 aniversario e invitó a 150 artistas y diseñadores a contribuir con una página para un volumen conmemorativo. La página de Searle, la más enérgica del libro, muestra a Alberto y la reina Victoria con atuendos del siglo XIX, pero bailando como locos”.




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