El lado oscuro de 12 grandes iconos de Hollywood
Juan Sanguino
20 de octubre de 2019
Se mostraron bellos y poderosos en la pantalla, pero fuera escondían vidas amargas
El actor John Cusack definió Hollywood así en The Guardian: “Una casa de putas donde la gente se vuelve loca”. Las vidas de sus estrellas darían para melodramas trágicos, comedias negras y thrillers macabros tan delirantes que ningún guionista se atrevería a escribirlos. Algunos actores llegaron a Hollywood huyendo de infancias truculentas; otros venían de hogares felices, pero la industria, la ambición y el vicio les corrompió. Pero ninguno de ellos tuvo vidas tranquilas o completamente felices, con una excepción: Paul Newman. A estas 12 estrellas del Hollywood dorado les habría venido genial que Newman les diese un par de consejos.
- Errol Flynn: le tapaban todos sus desmanes
Pasó a la historia como... Errol Flynn (Australia, 1909-Canadá, 1959) fue el primer aventurero del cine (El capitán Blood, Robín de los bosques, Murieron con las botas puestas...) y un galán disfrutón que se pasaba las noches en fiestas donde docenas de mujeres le asediaban. Su imagen pública quedó resumida en aquella leyenda urbana de que era capaz de tocar el piano con su pene: virilidad, descaro y rumores.
Su lado oscuro. Flynn se dio cuenta de que no le hacía falta reflexionar sobre sus actos, porque el estudio se encargaría de ocultarlos: cuando le dio un puñetazo a su mujer, Warner aseguró que habían sufrido un accidente de coche para evitar atropellar a un gatito. Cuando dos adolescentes le acusaron de violación, el abogado de Flynn basó su defensa en tres supuestos: “¿qué esperaban que ocurriese si se tumbaban en una cama con Flynn por ahí rondando?”, “incluso aunque no quisieran, era imposible que no disfrutasen”, y “todo es mentira, se lo están inventando”. El jurado declaró inocente al actor, que siguió siendo la mayor estrella de Hollywood hasta que la adicción a la heroína le consumió y murió a los 50 años.
- Cary Grant: traumatizado por el fantasma de su madre
Pasó a la historia como... El único hombre en el que hay que fijarse para parecer elegante, ya sea gastando bromas, ligando con Katharine Hepburn o huyendo de una avioneta. George Clooney se ha forjado una carrera entera imitándolo.
Su lado oscuro. Cary Grant (Ingraterra, 1904-EE UU, 1986) jamás superó el trauma de ser abandonado a los 11 años por su madre, que desapareció sin dar explicaciones. Cuando a los 31 descubrió que seguía viva en un manicomio, donde su marido la internó para formar una nueva familia, se embarcó en más de 100 sesiones con LSD para tratar de gestionar su dolor. Según Grant, este tratamiento le ayudó a comprender que saboteaba sus relaciones para intentar “matar a la madre”, y por eso se casó cinco veces. El último matrimonio le dio una hija, Jennifer, y el actor se retiró del cine a los 62 años para dedicarse a cuidar de ella. Fue la etapa más feliz de su vida.
- Ingrid Bergman: el Vaticano contra ella
Pasó a la historia como... Una de las actrices más admiradas, respetadas y taquilleras del Hollywood clásico. Cuando protagonizó Las campanas de Santa María, los conventos vieron aumentar el número solicitudes de aspirantes a monja.
Su lado oscuro. El primer marido de Ingrid Bergman (Estocolmo, 1915-Londres, 1982), Petter Lindström, la acusó de ser bebedora, promiscua y obsesionada con su carrera. La huida de Bergman a Italia para iniciar un romance con el director Roberto Rossellini escandalizó al Vaticano, al Senado estadounidense y a la prensa: había abandonado a su hija (a quien vería una sola vez durante los siguientes ocho años), a su país y a su industria por un romance. Cuando regresó arrepentida, tras divorciarse de Rossellini, Hollywood la celebró como a una hija pródiga dándole el segundo de sus tres Oscars, por Anastasia.
- Kirk Douglas: el insistente rumor
Pasó a la historia como... El primer actor de carácter en conseguir ser una estrella comercial, el único que apoyó al guionista Dalton Trumbo cuando el senador McCarthy le metió en la lista negra por afinidades comunistas y, a los 102 años, la última leyenda del Hollywood clásico que queda viva, junto a Olivia de Havilland.
Su lado oscuro. Kirk Douglas (Nueva York, 1916) lleva casi cinco décadas arrastrando el rumor de que encerró a una joven Natalie Wood en una habitación de hotel durante un casting, la agredió, la humilló y la violó varias veces. Al llegar a casa, la madre de Wood la regañó por “haber cabreado” al actor y la llevó al hospital discretamente. Los estudios ocultaron el suceso, pero Wood nunca se recuperó emocional ni psicológicamente del ataque perpetrado por “un poderoso actor” que, según diversas crónicas como la publicada en Gawker, “todo el mundo sabe que se trata de Kirk Douglas”.
- Doris Day: huyó con sus perros, lo único que le importaba
Pasó a la historia como... El emblema de lo que una mujer estadounidense de los cincuenta debía ser (decente, encantadora y sumisa) en docenas de ingenuas comedias románticas. Todavía ostenta el récord de ser la estrella más taquillera cuatro años seguidos.
Su lado oscuro. Doris Day (Ohio, 1922-California, 2019) odiaba ser actriz, porque solo quería ser un ama de casa perfecta como las que interpretaba en sus películas. A los 16 años se casó con un trombonista que la maltrataba a diario (ella presumía de sus moratones, asegurando que eran resultado de su pasión sexual) y con quien tuvo un hijo. A los 24, intentó abandonar su carrera para atender a su segundo marido, y a los 27 su tercer marido/mánager la convirtió en un icono del optimismo de la posguerra para a continuación fundirse todo su dinero. Su vida privada (era bebedora y promiscua) jamás se hizo pública, pero la insatisfacción de Day la llevó a pasar sus últimos años recluida con sus perros, en quienes confiaba más que en cualquier persona. Murió en 2019, a los 97 años.
- Judy Garland: la estrella que no quería vivir
Pasó a la historia como... Judy Garland (Minnesota, 1922-Londres, 1969) fue el símbolo definitivo de todo lo hermoso y todo lo espeluznante de Hollywood. A los 17 años, protagonizó El mago de Oz, inscribió Over The Rainbow en el imaginario colectivo como la canción que siempre estuvo ahí y acabó rodando Ha nacido una estrella en calidad de vieja gloria. Y tenía solo 32 años.
Su lado oscuro. La Metro-Goldwyn-Meyer le impuso una dieta, desde los 13 años, a base de sopa, lechuga y 80 cigarrillos diarios. Le daban anfetaminas para trabajar y barbitúricos para dormir. Cuando empezó a desarrollarse físicamente, los ejecutivos se referían a ella en su cara como “una cerda con coletas”, “una pequeña jorobada” o “un monstruo que baila”. A los 25 años, intentó suicidarse en un psiquiátrico, sufrió adicción a los somníferos, al alcohol y a la morfina y, tras su segundo intento de suicidio rajándose la garganta, la misma Metro-Goldwyn-Meyer que le había enganchado a todas esas sustancias, la despidió. Murió a los 47 de una sobredosis de pastillas. Y lo hizo actuando en Londres por cien libras la noche, una decadencia que retrata Judy, el regreso al cine de Renée Zellweger que se estrena el 5 de diciembre.
- Anthony Perkins: vivió en un armario y falleció por el sida
Pasó a la posteridad como... Norman Bates, el psicópata en el que se inspirarían muchos de los asesinos de cine que llegaron después. Anthony Perkins (Nueva York, 1932-Los Ángeles, 1992) entró en el motel de Psicosis como un actor de prestigio y un cantante de éxito, pero le marcó tremendamente el personaje: estaba condenado a que cada vez que alguien le mirase a la cara solo viese a Norman Bates. El actor exigía por contrato que durante los rodajes nadie le mencionase Psicosis.
Su lado oscuro. Perkins se parecía más a Norman Bates de lo que le habría gustado. El desmesurado afecto de su madre, según el mismo confesó con “ciertas connotaciones sexuales”, le llevó a sentir celos de su propio padre de niño y a desear su muerte. Ante el fallecimiento de este, cuando Anthony tenía solo cinco años, el niño quedó traumatizado y convencido de que él era el culpable. Alfred Hitchcock (director de Psicosis) sabía perfectamente lo que estaba haciendo cuando le dio el papel de Norman Bates. Perkins se pasó toda la vida dentro del armario y se sometió a terapias de electroshock para curar su homosexualidad, se acostó por primera vez con una mujer a los 39 años y acabó casándose con su mejor amiga del colegio. Tras su muerte por sida en 1992 (con 60 años), sus dos hijos publicaron un comunicado del actor en el que explicaba cómo esa enfermedad, supuestamente un castigo de Dios, le había hecho conocer el amor, la generosidad y la humanidad al final de su vida.
- Rita Hayworth: su calvario empezó cuando su padre abuso de ella
Pasó a la posteridad como... Gilda (su personaje en la película del mismo título de 1946), el mito erótico oficial de los cuarenta hasta el punto de que su efigie estaba dibujada en las bombas que tiraba el ejército americano. “Los hombres se van a la cama con Gilda, pero se despiertan conmigo”, lamentó al final de su vida.
Su lado oscuro. Rita Hayworth (Nueva York, 1918-1987) vivía aterrorizada por la atención mediática, su complejo de inferioridad y la certeza de que los hombres solo estaban interesados en su cuerpo. Su padre (un bailarín sevillano llamado Eduardo Cansino) se la llevó de gira a los 12 años, presentándola como su esposa y obligándola a mantener relaciones sexuales con él. Se casó cinco veces, fracasando en su sueño de construir un hogar tradicional lejos de Hollywood y consumida por la ansiedad, los ataques de pánico y el alcoholismo. Cuando viajó a Madrid, ya enferma de alzhéimer sin diagnosticar, José María Íñigo optó por recortar la entrevista al sentir lástima por el estado mental de la actriz. Hayworth aseguraba que solo fue feliz durante su convulso matrimonio con Orson Welles, el único hombre en la industria que la valoró como actriz. A raíz de lo que dijo Hayworth, Welles afirmó: “Si aquello fue felicidad para ella, no me quiero imaginar cómo fue el resto de su vida”.
- Gene Tierney: "la mujer más bella del mundo" que acabó en un psiquiátrico
Pasó a la posteridad como... Una mujer tan guapa que el maquillaje estorbaba su belleza y acabó rodando con la cara lavada. Todos los personajes de Laura (película que protagonizó en 1944) estaban obsesionados con ella, y eso que durante media película solo aparecía en un cuadro colgado de la pared; cuando por fin irrumpía en la historia conseguía que el público comprendiese esa fascinación colectiva con ella. La apodaron La mujer más bella del mundo.
Su lado oscuro. Gene Tierney (Nueva York, 1920-Texas, 1991) no se dejó dominar por el sistema de estudios de Hollywood: para su primera película cobró cinco veces más que el resto de actrices debutantes y exigió que si la Fox no le daba trabajo en tres días su contrato se rescindiría. Durante una visita a los soldados en la Segunda Guerra Mundial, una marine enferma de rubeola se saltó la cuarentena y se coló para saludar a Tierney, su actriz favorita. Como resultado, Gene dio a luz a una niña con discapacidad mental que se pasó toda la vida en una institución sin madurar más allá de los dos años. Ahogada por la culpabilidad, Tierney pasó largas temporadas en psiquiátricos por culpa de lo que solo hoy se conoce como depresión clínica. Recibió terapias de electroshock, sufrió paranoias y alucinaciones toda su vida e intentó suicidarse dos veces. Fue la primera galardonada con el premio Donostia del Festival de San Sebastián en 1986, cinco años antes de su muerte.Steve
- Steve McQueen: se definía como un "cerdo machista"
Pasó a la posteridad como... El icono que sirvió como puente entre John Wayne y Tom Cruise: en él confluían, de forma natural, la virilidad ruda de posguerra y la masculinidad sofisticada de los yuppies. Bullit, La gran evasión o El secreto de Thomas Crown le convirtieron en el tipo más cool de todo Hollywood.
Su lado oscuro. Steve McQueen (Indiana, 1930-México, 1980) reconocía ser “un cerdo machista”. Le daba palizas a su primera esposa, Neile Adams (a quien llegó a encañonar con una pistola en un ataque de celos), y le prohibió trabajar a la segunda, Ali McGraw, durante los cinco años que estuvieron juntos para que se dedicase a servirle carne con patatas cada noche a las seis en punto y le dejase cenar viendo la tele en silencio. Le gustaba beber, conducir rápido y drogarse (cocaína, peyote, LSD y nitrato de amilo para sus atracones de sexo), pero odiaba compartir película con otros actores: exigió que Paul Newman tuviese exactamente el mismo número de palabras que él en El coloso en llamas y que la última frase de la película fuese suya. Esta inseguridad paranoica venía por el abandono de su madre, una prostituta adolescente que le acogió de nuevo años después. Pero las palizas de su padrastro llevaron a McQueen a dormir en la calle con nueve años. “De lo único que Steve McQueen siempre ha estado seguro”, aseguraba su amigo Robert Vaugh, “es de su atractivo para las mujeres”.
- Lana Turner: el oscuro asesinato de su novio mafioso
Pasó a la posteridad como... La femme fatale de El cartero siempre llama dos veces, la sufridora de Imitación a la vida y una de las celebridades favoritas de la prensa gracias a su siempre entretenida vida sentimental. “Yo quería tener un marido y siete hijos”, bromeó en una ocasión, “pero acabé teniendo una hija y siete maridos”.
Su lado oscuro. Su novio, el mafioso Johnny Stompanato, fue asesinado por Cheryl Crane, la hija de Lana Turner (Idaho, 1921- Los Ángeles, 1995). Como tenía 14 años, la niña no tuvo que testificar y fue absuelta por homicidio en defensa propia. Sin embargo, varios biógrafos de Lana Turner aseguran que fue la actriz quien apuñaló a su novio en un ataque de celos tras encontrárselo en la cama con su hija. Esta teoría explicaría que la escena del crimen no tuviese restos de sangre ni huellas, porque, supuestamente, fue reordenada por el abogado de la actriz antes de llamar a la policía.
- Joan Crawford: acabó enclaustrada y sola
Pasó a la posteridad... Como una de las estrellas más populares, glamourosas y magnéticas de los años treinta y cuarenta. El legado artístico de Joan Crawford (Texas, 1904-Nueva York, 1977), sin embargo, ha quedado a menudo eclipsado por su carácter y los abusos que perpetró sobre sus hijos.
Su lado oscuro. Crawford consideraba que las relaciones sexuales que mantuvo con su padrastro a los 11 años eran afectuosas y consensuadas y no una violación, y siempre se mostró agradecida a Hollywood por haberle dado todo lo que tenía. Al pertenecer a la primera generación de estrellas, Crawford no podía imaginarse que pasados los 50 Hollywood la abandonaría relegándola a una carrera de terror de serie B y a vivir enclaustrada durante sus últimos años de vida. Su hija Christina, rabiosa por no haber recibido nada en la herencia, se vengó publicando un libro que dejaba a Joan Crawford como una desquiciada violenta y una parodia grotesca de las divas de Hollywood. La película, Queridísima mamá, enturbió para siempre el recuerdo de Crawford en el público. Al menos Joan no vivió para sufrir esta ridiculización.
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