Cuando pelaste la cebolla
para la ensalada
supe
que darme un beso
no estaba en tus planes.
Dudé por un instante
porque cebolla más cebolla
se neutralizan
pero no
nunca miraste esta boca
que hace ya veinte años
solo sabe decirte cosas
con paciencia y deseo.
Cuando agregaste comino
semillas de hinojo
y una pizca de curry
pensé
solo falta el ajo
para ahuyentarme
cual vampiro
lejos
bien lejos de tu boca.
Si pudiera
si fuese capaz
de preparar
una ensalada para vos
no pondría ajo
ni romero
ni comino
tampoco cebolla.
No tendría la acidez del limón
pero sí la sutileza del vinagre
y la untuosidad del aceite de coco.
Si pudiera
no pensar más en tu boca
que no quiere
comerse la mía.
Pero no puedo
y mientras mastico la berenjena
tengo una epifanía:
jamás vas a mirarme
como te miro a vos.
Con semejante revelación
trago la zanahoria
sin masticarla
quiero irme pronto
para llorar tranquila
dejar de mirarte
y pelar la cebolla
que voy a comer
sola
esta noche
lejos
muy lejos
del deseo.
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