miércoles, 2 de octubre de 2024

Etgar Keret / Edición del director



FICCIÓN BREVE


Etgar Keret EDICIÓN DEL DIRECTOR


9 de julio de 2020

Para Jess

Maček Smolansky era cineasta, empresario y filósofo, pero, sobre todo, un perfeccionista. Por eso, nadie se sorprendió demasiado cuando anunció que su nueva película, Life, se rodaría con tres cámaras y se correspondería, minuto a minuto, con la duración de una vida humana. El rodaje comenzó con el nacimiento de Mateusz Krotoczowski, el introvertido protagonista de la película, y duró setenta y tres años. En el plató de la escena final, en la que Mateusz se ahorca en el sótano de su casa tras ser diagnosticado con un cáncer de próstata en fase avanzada, todo el equipo lloró. Ni siquiera los desesperados gritos de silencio del técnico de sonido pudieron detener las lágrimas.

La posproducción duró ciento catorce años. Maček murió de viejo unos meses después de empezar. El montaje de sonido duró noventa y seis años más y, aun así, cuando se estrenó la película, hubo varias quejas en las redes sociales sobre la rapidez y la chapuza. Todos los críticos de cine más importantes fueron invitados al estreno y las pocas entradas que se ofrecieron al público se vendieron en el mercado negro a precios exorbitantes. La película, como se prometió, duró setenta y tres años. Cuando aparecieron los títulos de crédito y se encendieron las luces, los acomodadores descubrieron que, a excepción de un espectador, todos los espectadores estaban muertos. La mayoría de ellos desprendían un hedor bastante fuerte. Entre todos los cadáveres en descomposición estaba el único espectador superviviente, desnudo y calvo y sollozando como un bebé. Cuando por fin dejaron de llorar, se secó los ojos, se levantó y caminó tranquilamente por el pasillo.

Este hombre mayor era hijo de una famosa crítica de cine, que ni siquiera sabía que estaba embarazada cuando se sentó a ver la película. Nació ocho meses después de la proyección y creció en la oscuridad del cine, fascinado por la pantalla. Cuando abrió las puertas y salió a la calle, el sol lo cegó. Decenas de periodistas que esperaban fuera del cine le acercaron micrófonos y le preguntaron qué pensaba de la película. “¿Película?”, balbuceó, mientras parpadeaba ante la luz del sol. Todo el tiempo había pensado que era la vida.

Los últimos libros de Etgar Keret son “De repente, un golpe a la puerta” y “Ya vuela”. Escribe el boletín “Sopa de letras”.

THE NEW YORKER





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