La pantalla desquiciada
Llega a los cines españoles, con siete años de retraso, la película de Jonathan Glazer convertida en este tiempo en obra de culto
Javier Ocaña
9 de julio de 2020
No recuerda este crítico un caso como el de Under The Skin, película de Jonathan Glazer de hace siete años nunca estrenada en cines españoles, convertida en poco tiempo no solo en obra de culto sino también, según recientes encuestas de prestigiosos medios, en una de las fundamentales de la historia del cine del Reino Unido, y que sin embargo culmina hoy su extraño recorrido llegando por fin a nuestras salas comerciales gracias a una atrevida distribuidora.
Tiene el hecho matices de acontecimiento porque si hay un lugar donde tiene sentido la experimental apuesta de Glazer, con guion de Walter Campbell basado en una novela de Michel Faber, es precisamente en un cine. Como dice Nicolas Roeg en su ensayo The Worls Is Ever Changing: “El lugar donde la pantalla te domina a ti y no tú a la pantalla”. Y viene a colación el nombre del extraordinario director británico no por casualidad sino porque quizá sea con su cine, sobre todo con El hombre que cayó a la Tierra (1976), con el que mejor entronquen ciertas esencias de género y de estilo de Under The Skin: una obra entre la ciencia ficción y el terror, pero con base en la radicalidad de la vanguardia, que finalmente encuentra su esencia en la carga social y el comportamiento humano.
Los nuevos territorios del miedo están muchas veces en la conducta social, y Glazer, director de las inquietantes Sexy Beast y Reencarnación, lo dispone a través de una película alejada de cualquier convencionalismo en la narración, que adquiere los flujos de la más cotidiana de nuestras pesadillas, si es que esa expresión es posible: personajes que se convierten en otros a mitad del no-relato, como el bebé que de pronto cambia de raza o el rescatador del suceso en la playa, que pasa de ser el salvador al ahogado. Repeticiones, rupturas, escenarios más inexistentes que irreales, suelo, fondo y techo completamente negros, no-lugares para la venganza de una mujer ante el atrevimiento sexual del hombre, bajo los monumentales acordes de la banda sonora de Mica Levi. La debilidad del hombre ante la mujer, el escarmiento de la depredadora. Todo ello en un delirio ante el abismo que puede recordar a David Lynch, pero que resulta profundamente auténtico, y donde la furgoneta de la chica asesina en serie, casi un personaje más, remite a la de la posterior La casa de Jack, de Lars Von Trier.
Al igual que el hombre con síndrome de Proteus, la enfermedad del hombre elefante Joseph Merrick, que en un momento de la película se pellizca en la mano al sentirse seducido por la hermosa mujer que encarna Scarlett Johansson, y a punto de realizar lo impensable, también nosotros como espectadores debemos pincharnos ante alguna secuencia porque nos transporta de tal modo hasta nuestro propio lado oscuro que podemos llegar a sentirnos desequilibrados en el oscuro túnel de la alucinación visual. La fiesta de inquietud cinematográfica se completa además con The Fall (2019), brillante cortometraje de siete minutos también dirigido por Glazer, críptico y desasosegante, sobre el acoso de la masa al individuo, que se exhibe en los cines antes de la desquiciada Under The Skin.
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