miércoles, 22 de julio de 2020

Juan Marsé / Crudo y sincero

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Juan Marsé
Ilustración de Ulises
JUAN MARSÉ
BIOGRAFÍA
Crudo y sincero
por VIRGINIA HERNÁNDEZ
Ochenta años. 'Últimas tardes con Teresa', 'La oscura historia de la prima Montse', 'Si te dicen que caí' o 'El embrujo de Shanghai'. Rostro de haber vivido muchoJuan Marsé (Barcelona, 1933), uno de los escritores más reputados de nuestras letras, recibió el Premio Cervantes en 2009 con las credenciales de compartir las alabanzas de la crítica con los aplausos de los lectores. Y no hay muchos que consigan poner de acuerdo a ambas partes.
El escritor, autodidacta, nació como Juan Faneca y cambió su apellido cuando una familia de payeses del barrio de Gracia le adoptó al morir su madre en el parto. Sólo pudo cursar estudios elementales ya que, a los 13 años, tuvo que entrar de aprendiz en un taller de joyería para ayudar a su familia. El padre estaba en prisión por comulgar con la izquierda catalana.
Comenzó con los relatos breves que aparecían en revistas y en 1960 publicó 'Encerrados con un solo juguete', su primera novela. Ese mismo año, se fue a París y allí recaló en un departamento del Instituto Pasteur, donde conoció al biólogo Jacques Monod, un premio Nobel que le influyó para ingresar en el Partido Comunista, en el que militó durante cuatro años. «Me hice del Partido Comunista de España en París no por Monod, sino porque era el único que hacía algo contra Franco. Luego me separé por una cuestión de intransigencia». Volvió a Barcelona y al taller.


Marsé, quien en 2008 pudo quitarse de encima la etiqueta de eterno 'candidato' al galardón más prestigioso de las letras hispanas, aseguraba en una entrevista que los premios son importantes sobre todo cuando se está empezando, «porque te dan tiempo para trabajar y te dan confianza», aunque «en ocasiones, no tienen nada que ver con la literatura, sino con la venta de libros». A lo largo de su carrera ha acumulado premios como el Planeta, el Ciudad de Barcelona, el Ateneo de Sevilla, el Nacional de Narrativa, el de la Crítica, el Juan Rulfo...
No pensaba lo mismo del Cervantes, concedido «por su decidida vocación por la escritura y por su capacidad para reflejar la España de la posguerra». Aunque cuando el entonces ministro trataba de comunicarle por teléfono que por fin él era el elegido, el homenajeado estaba en el médico. Como si fuera una tarde cualquiera. Como si no esperara ganarlo. «La verdad es que yo nunca me vi donde me ven ustedes. Los que me conocen saben que me da bastante apuro hablar en públicó», dijo al inicio de su discurso del Cervantes. «Sin embargo, la ilusión de recibir el premio que tan generosamente se me otorga se ha impuesto, venciendo las aprensiones».
Jurado habitual del Planeta, que ganó en 1978 por 'La muchacha de las bragas de oro', en 2005 abrió la caja de los truenos cuando renunció a su puesto poco después de que se anunciara el ganador. La dimisión llegó con sus razones bien expuestas, sin delicadezas que contentasen a nadie: los originales presentados le parecían de muy poca calidad y nadie había atendido a sus peticiones para que cambiasen las bases.
Aunque su denuncia llenó las páginas de los periódicos, su reacción tampoco sorprendía. Nunca se ha mordido la lengua: «Yo no tengo ganas de polémicas, pero sí que reclamo mi derecho a decir lo que pienso. Mi problema es que nunca he querido cuidar mi imagen pública. Por ejemplo, no tengo inconveniente en aceptar una entrevista en televisión, pero siempre pongo como condición que dimitan los altos cargos para hacerla».
Los años no le quitan la energía. No hace tanto tiempo que aseguró que todas las películas que se han hecho de sus libros «son muy malas» y que en una próxima novela, de la que ha hablado varias veces pero aún no ha concretado, incluirá un pequeño ajuste de cuentas con los guionistas y directores que han adaptado sus obras, entre los que figuran Vicente Aranda o Fernando Trueba. Con una sorpresa. Él está en algunos de los títulos de crédito.

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