Nélida Piñón |
Nélida Piñon: «Todo lo que sabes está en la imaginación»
La escritora brasileña reflexiona sobre los temas vitales en su vida y su literatura: escribir, leer, amor y belleza. Están presentes en su autorretrato 'Una furtiva lágrima'. "El afán de los escritores por ser contemporáneos es peligroso", afirma
Winston Manrique Sabogal
9 de febrero de 2020
Ya desde los siete años, cuando se quedaba en algún hotel con su padre, Nélida Piñon le decía que colocara en el formulario que ella era escritora. Lo evoca con detalles y risas setenta y ocho años después. Y con la misma convicción e ilusión de aquella niña que fue y que es porque su pasión por la literatura y la curiosidad siguen intactas. Son su aire. Incluso cuando en 2015 un médico le anunció su muerte pronto por un cáncer. Empezó un tratamiento. Y como escribir es su vida empezó un diario de despedida que dejó pronto para embarcarse en un repaso a su vida por aquellas rutas que la habían hecho feliz. Por fortuna el diagnóstico fue erróneo.
«Toda mi vida he escrito, así es que en un momento como ese decidí que iba a batallar contra la enfermedad con mis grandes cómplices: la escritura y la lectura».
En un rincón del hotel Palace de Madrid, con los ecos distantes del trasiego de la vida allí de paso, la escritora brasileña habla de eso que para ella es su existencia: escribir, leer. Y amar.
Lo demuestra sentada en el sofá cuando quita una de sus dos manos apoyadas en la cabeza del bastón para señalar con orgullo infantil que ahí, en ese bastón lleva el ADN y el recuerdo de su penúltima gran querencia: los mordiscos de su perro. A él está dedicado este libro sabio, sereno, reflexivo y hermoso en su forma y en su fondo, Una furtiva lágrima (Alfaguara). Un autorretrato emergido de los asomos de la muerte.
No hay tristeza en sus palabras. Solo alegría. Y lo dedicó a su perro muerto.
“Sigue conmigo. Creo que es el primer libro de la literatura brasileña ofrecido a un perrito. Es un atrevimiento”.
Es una de las formas de amor que Nélida Piñon ha expresado a lo largo de su vida desde que nació en Rio de Janeiro el 3 de mayo de 1934. Hija de padres españoles, vivió entre los diez y los doce años en el pueblo de su padre, la aldea gallega de Cotobade. Cerca de la frontera con Portugal donde también quiso que supieran que ella era escritora, y fue allí, precisamente, donde ese sueño tomó fuerza y le regalaría semillas para su literatura y el alma de una persona mestiza y migrante.
Nélida Piñon una y otra vez ha ido a Galicia y a aquellos años infantiles en sus libros. A sus raíces no solo físicas, sino sobre todo sentimentales y espirituales. Un trazo esencial del autorretrato literario que ha creado en Una furtiva lágrima. Son páginas en las cuales Nélida Piñon comparte los aspectos cruciales sobre los que ha construido su vida personal y literaria: la propia curiosidad por la vida, la pasión por la lectura y la escritura, el enriquecimiento de culturas y razas, la belleza y las bellezas, la familia con sus luces y sombras y el amor en sus diferentes variables. Todo eso con el dios tutelar de la imaginación. O como dijo Calderón de la Barca, ¿“la vida es sueño”’?
Nélida Piñon una y otra vez ha ido a Galicia y a aquellos años infantiles en sus libros. A sus raíces no solo físicas, sino sobre todo sentimentales y espirituales. Un trazo esencial del autorretrato literario que ha creado en Una furtiva lágrima. Son páginas en las cuales Nélida Piñon comparte los aspectos cruciales sobre los que ha construido su vida personal y literaria: la propia curiosidad por la vida, la pasión por la lectura y la escritura, el enriquecimiento de culturas y razas, la belleza y las bellezas, la familia con sus luces y sombras y el amor en sus diferentes variables. Todo eso con el dios tutelar de la imaginación. O como dijo Calderón de la Barca, ¿“la vida es sueño”’?
“Sueño con carnalidad, sueño con padecimiento, sueño con muerte. Pero nunca diría que la vida es sueño. Cuando hablo que la vida es imaginación, es una imaginación al servicio de la vida. Somos un conjunto de seres, de verbo y de espíritu. Pienso que hablar de la vida es un atrevimiento, una audacia. Porque la vida nos excede, nos supera. La vida es carnívora, también. Y nosotros nos comemos la vida también. Me gusta mucho pensar que por la vida que tenemos no hemos pagado, ha sido dada por una mujer con la colaboración del hombre y aquí estamos. Hay un esfuerzo colectivo inmenso concentrado en la familia para que vivamos. Es un milagro extraordinario”.
Una vida a la que la ganadora del premio Príncipe de Asturias de las Letras y miembro de la Academia Brasileña de las Letras rinde homenaje a través de su propia existencia contada con los mismos mecanismos con que es recordada desde el cerebro: sin un hilo lineal, donde todo está y sucede al mismo tiempo y llega a la conciencia de las personas en el orden que quiere. Recuerdos que entran, otros que salen. Sensaciones, impulsos. Recuerdos reales pero también creados. “La imaginación es una razón para vivir”, escribe Piñon.
“Siempre he creído que la imaginación es todo. Se funden memoria e invención porque sin memoria no sabes tu nombre, de dónde provienes, para dónde vas. La memoria es una materia prima esencial para la invención y la invención no prescinde de la memoria y todos juntos forman una imaginación que lo es todo.
La imaginación es algo extraordinario porque nos estimula a vivir, a inventar, a describir. Pero lo que más me fascina de la imaginación es que la gente piensa que uno hereda una imaginación, como si fuera una cápsula que nos acompaña siempre y está a nuestro servicio. Pero yo creo que es una cápsula agotable si no das comida, vino y café a la imaginación. Hay que sentir devoción por ella y ponerla en un saco sin expurgar anda. Necesita de los escombros humanos”.
Ahí está la niña Nélida Piñon que pedía a su padre poner que era escritora. Soñaba y tenía curiosidad por todo. Aún.
“La curiosidad abre la puerta de la vida. Y dice «¿qué me vas a ofrecer ahora?». Y tú te pones más fecundo, sabes mucho más. La imaginación es la prueba de tu conocimiento. Todo lo que sabes está en la imaginación. Es fundamental para la imaginación que yo siento que es carnívora, quiere comerse todo, es insaciable. Lo agradezco mucho. La imaginación tiene que ser vital”.
Como vital es el amor en su vida. Los amores en sus diferentes variables están presentes en Una furtiva lágrima. Y entre ellos el amor amor, el amor por un ser amado y deseado. ¿O acaso ese amor es más imaginación que realidad?
“Es una realidad porque tiene forma física, tiende a un deseo; el deseo es una carnalidad pura, es una exaltación del sentido. El amor aporta al otro que es amado. Nosotros inventamos mucho al otro para que encaje en nuestro ideal. Es como si el amor fuera una utopía porque hay utopías personales, no solo sociales, cívicas o políticas.
El amor termina. Hay amores que viven metamorfosis. Entonces, el amor es una invención maravillosa pero con carnalidad que se puede tocar y tiene una visibilidad, hay un deseo. Pero también puede que el amor tras el arrebato físico, amoroso y carnal quede en ternura, devoción, amistad… Hay tantas variantes que hablar del amor es hablar de la vida. El amor es una utopía y el amor también es la ética del corazón”.
Hay un momento en que una frase de Nélida Piñon en el libro recuerda un soneto de Miguel Ángel Buonarroti: “Mis ojos que codician cosas bellas”, porque ella escribe: “El mal de amor es codiciar la perfección”.
“Terrible, pero es la utopía del amor. Y eso acentúa nuestra humanidad. Queriendo es como si nos autoproclamaramos dioses. Nosotros estamos muy influidos por los dioses griegos que tenían un amor limpio y a la vez tenían relaciones sexuales con otras mujeres, hombres o chicos. Era algo pansexual, muy cercano y sin prejuicios.
El soneto de Miguel Ángel es una maravilla. Y es verdad. Pero la codicia tiene un aspecto maléfico, la codicia no es inocente.
Con mi frase de ‘El mal de amor es codiciar la perfección’ quiero decir que no siempre se entiende que el amor puede ser modesto porque cuando estamos enamorados tenemos alas.
Está también el amor a la familia para bien y para mal. La familia mata, asfixia y todo, pero también salva. La familia es el sitio al cual regresar cuando estás perdido”.
Y junto al amor, la belleza. Es otro aspecto en la obra de Nélida Piñon, la belleza que recuerda que ética es estética y una forma de vida.
“Y se confunden. Y conviene. La estética sin ese resguardo ético puede ser peligrosa. Por eso lo siguiente es considerar al hombre en su discreta y modesta humanidad.
La belleza es un asombro. Está muy asociada al asombro amoroso. Lo que me gusta mucho del concepto de belleza es que rompe los grilletes de una estética caucasiana. Fuimos educados para creer que algunos pueblos no entran en el canon de belleza y que son feos. Cuando el negro, el chino, el indígena y demás razas tienen una gran belleza. Es una conquista que la belleza tiene que alcanzar, no tiene que dejarse arrinconar por un modelo estético o un canon único. La belleza es hibridación. Soy gran admiradora de la argamasa étnica”.
Nélida Piñon ha dicho que la belleza predica el misterio y “es una bendición”.
“Yo no quiero el mundo esclarecido. Quiero el asombro. Porque el esclarecimiento tiene un aspecto dictatorial, tiene una versión única. El misterio garantiza múltiples versiones.
Y el misterio alimenta la imaginación. La muerte y la vida son un misterio. Los dos se confunden. No se pueden resolver. ¿De dónde procede el arte? De una concepción divina, de una narrativa previa. Siempre pienso que el arte proviene del caos. Un caos que no acepta expurgos que siempre está en evolución y para organizar vas cortando, ajustando, escribiendo, estableciendo analogías, pero mientras está en proceso de crear hay que saber que el origen es múltiple. Tanto que uno tiene el mundo entero para crear”.
Toda esa curiosidad, imaginación y aproximación a la belleza, Nélida Piñon las utiliza al servicio de la literatura. Y la literatura como hija de a imaginación está presente en cada página de Una furtiva lágrima en las que la escritora deja entrever que esta adolece hoy de algo.
“A la escritura contemporánea le falta épica. Como si quienes la escriben les hubiera faltado haber leído a los griegos. Los héroes insensatos, los que pensaron que la literatura abarcaría el mundo, incluso desde sus cosas pequeñas. Creo que nosotros somos muy modestos. En el afán de los escritores por ser contemporáneos está el peligro”.
¿Por qué?
“Porque se escribe de cosas muy próximas sin que la historia aún haya estado macerada, metabolizada. Y así no sale. La literatura tendría que surgir de una reflexión inconsciente de muchos años. El asomo hacia los años puede ofrecer una gesta épica”.
Las horas pueden pasar de largo sin que nos demos cuenta al ser acunadas con las palabras de Nélida Piñon en lengua castellana pero impregnadas del acento brasileño. Más de veinte libros ha escrito, como El tiempo de las frutas, Tebas de mi corazón, La república de los sueños, La dulce canción de Cayetana, Aprendiz de Homero, Libro de horas, La épica del corazón o este Una furtiva lágrima donde escribe:
«No expulses de tu vida a tus seres queridos. No te abandones a ese ensañamiento que, en realidad, refleja la existencia de un corazón que desconoce la utopía, el sueño, los derechos sagrados del hombre».
- Una furtiva lágrima. Nélida Piñon. Traducción de Roser Vilagrassa (Alfaguara).
No hay comentarios:
Publicar un comentario