sábado, 28 de julio de 2018

La noche que Mick Jagger propuso un intercambio de parejas a Rod Stewart




Rod Stewart


La noche que Mick Jagger propuso un intercambio de parejas a Rod Stewart

Y otras historias íntimas del rockero más mujeriego, Rod Stewart, que actúa la semana que viene en España


CARLOS MARCOS
15 JUL 2016 - 04:48 COT



Rod Stewart, en 1976, con 30 años, en la cama con su gato.
Rod Stewart, en 1976, con 30 años, en la cama con su gato. CORDON

En las habitaciones recargadas de aquella mansión pasaban muchas cosas. Se llamaba The Wick (La Mecha) y pertenecía a Ron Wood. El guitarrista se la había comprado en 1971 al actor británico John Mills, un hombre 35 años mayor que su comprador que se había forjado una sólida carrera en todo tipo de películas desde los años 30. Ron Wood, el compañero de farra ideal, por aquella época militaba en los Faces con Rod Stewart (años más tarde Wood pasó a los Rolling Stones). El refinamiento con el que había conservado Mills la mansión iba a contrastar con el trato que le daban los bárbaros rockeros. La casa era el cuartel general de músicos británicos millonarios y viciosos. Recuerden: estamos a principios de los 70 y estas estrellas pop eran veinteañeros.
The Wick estaba situada en lo alto de una colina, con vistas al Támesis y panorámica privilegiada de Londres. Tres plantas para hacer el cafre y consumir a placer. En el sótano, Wood había instalado un estudio de grabación, una especie de escenario para jam sessions y reuniones de amigotes, siempre acompañados de bellas señoritas. Por aquí se pasaban Elton John, Keith Richards, Pete Townsend, Mick Jagger, Paul McCartney, Rod Stewart...

“Supongo que siempre es agradable que te lo pidan y reconfortante que alguien se fije en ti, pero le respondimos que no”, afirma, con sorna, el cantante

“Una noche, en aquel estudio, Mick Jagger me propuso hacer un intercambio de parejas”, ha revelado Stewart. Estaban ellos dos, lozanos y ejemplos de la modernidad en aquellos primeros setenta. Falta saber quiénes eran ellas. Al lado de Jagger lucía la exótica nicaragüense Bianca Pérez, morena, culta, inteligente. Acababa de casarse con Jagger (en 1971). De la mano de Stewart se encontraba la modelo rubia (como siempre en Stewart) Dee Harrington. A pesar de su corta edad, los dos rockeros hacía tiempo que bostezaban figurándose la vida sexual del resto de los humanos. Ellos buscaban cosas nuevas, otras vías de placer. Pero Stewart no se atrevió. “Supongo que siempre es agradable que te lo pidan y reconfortante que alguien se fije en ti, pero le respondimos que no”, afirma, con sorna, el cantante. “El intercambio de parejas nunca ha sido de mi agrado”, zanja el cantante, que atribuye la petición de Jagger a un deseo de Bianca. Rod, epítome del narcisismo, tiene claro que a Bianca le interesaba él.
Todo esto lo cuenta Stewart (Londres, 1945) en sus suculentas memorias, publicadas en España como Autobiografía (Plaza & Janes), un libro socarrón, rockanrolero, beodo. Todos los clichés del rock and roll concentrados en un puñado de gozosas páginas.


Rod Stewart en 1984 con su novia Kelly Emberg.
Rod Stewart en 1984 con su novia Kelly Emberg.CORDON


La agitada vida amorosa del carismático cantante tiene una presencia palpitante en estas memorias. Rod ha tenido una agitada vida sentimental, casi siempre con modelos rubias. "He sido un granuja rematado", se ha definido. Se ha casado tres veces (la última, en 2007 con la –lo han adivinado- modelo rubia Penny Lancaster, 26 años más joven que él) y tiene ocho hijos de varias relaciones, el mayor 52 y el pequeño 4. Una de las historias más descacharrantes es aquella en la que Rod le pidió matrimonio a una chica de una forma (ejem) estrambótica mientras se enamoraba locamente de otra. Vale la pena entrar en detalles.
Todo empezó cuando el músico se miró al espejo y se dijo: “Eres un hombre de 45 años dedicado a echar polvos. ¿Solo vales para eso? ¿Eso es todo lo que tienes?”. Y se puso manos a la obra para sentar de una vez la cabeza. Estamos en 1990. Rod había roto con su novia, la modelo texana Kelly Emberg. Ella reaccionó rápidamente iniciando otra relación. Y aquí tenemos un nuevo capítulo de la eterna historia "no hay nada más patético que un hombre celoso intentado recuperar a una chica".
El músico se enteró de que Kelly estaba haciendo un viaje en barco con su nuevo novio. Y se le ocurrió un plan: “¿Qué pasaría si Kelly levanta la mirada desde la cubierta del barco y ve mi propuesta de matrimonio escrita en el cielo? ¿Hay una forma más romántica de hacerlo?”.

Una de las historias más descacharrantes es aquella en la que Rod le pidió matrimonio a una chica de una forma (ejem) estrambótica mientras se enamoraba locamente de otra. Vale la pena entrar en detalles

Más feliz que una perdiz, Rod contacta con una empresa de aviones, hace el encargo y escribe el texto: “Kelly, ¿quieres casarte conmigo? RS”. Con los deberes hechos y convencido de que a Kelly se le va a romper el corazón y se va a lanzar a sus brazos, Rod se va tranquilamente a tomar unas copas con… Sylvester Stallone (sí, ya les advertimos de que la historia era muy loca). En el local, mientras Rod apura su champán y recibe lecciones de masculinidad por parte de Stallone, se fija en una chica de la que se había quedado prendado después de verla en un anunció de fitness para la revista Sports Illustrated. Se llama Rachel Hunter, es neozelandesa, y por supuesto trabaja de modelo, el pelo plateado y tiene 21 años (recuerden: Rod cuenta 45). La invita a su casa y al final de la noche piensa: “Era evidente que era la persona a la que deseaba dedicar el resto de mi vida”. Se encaprichan salvajemente.
Pero, un momento, Rod. Baja de la nube y, con los pies en la tierra, dedica unos segundos a pensar: ¿no has enviado un avión con un mensaje para que otra chica se case contigo? Sudor frío. Tiene que cancelarlo antes de que llegue el desastre. El cantante llama a la empresa de avionetas, pero nadie coge el teléfono. Cae en la cuenta de que es domingo. No trabajan. ¡Oh, dios!
“Esto es embarazoso. He contratado un avión para llevar una pancarta diciendo: ‘Kelly, ¿quieres casarte conmigo? RS’. ¿Qué puedo hacer? ¿Rezar pidiendo un huracán? No puedo alquilar un segundo avión que diga: ‘Lo siento, borra lo de RS”, relata el rockero en su libro. Y continúa: “Llegó el domingo y mi grandioso y absurda propuesta matrimonial condenada al fracaso despegó, ondeó en el cielo y volvió a aterrizar de nuevo sin haber sido avistada por su pretendida destinataria. De verdad que dios existe. Y también para Kelly, quien, como seguramente ya habrá quedado claro, merecía a alguien mejor”.


Mick Jagger y Bianca en Londres en 1973.
Mick Jagger y Bianca en Londres en 1973.CORDON


En sus memorias, Stewart reconoce sin rodeos su alto grado de infidelidad durante muchos años. "Ninguno de nosotros era especialmente fiel cuando estábamos de gira", revela sobre su juerguista etapa en los Faces (1969-1975). ¿Un ejemplo más? Así narra su ruptura con Dee Harrington (recuerden: la chica que iba en el paquete del intercambio de parejas que propuso Jagger): "Dee había volado desde Londres para reunirse conmigo [en Los Ángeles] aquella tarde, pero dijo que estaba cansada y que se iba a la cama. Le dije a Dee que tenía una reunión, lo cual era cierto. Lo que no le conté es que la reunión era en el club nocturno Troubadour con Britt Ekland [una actriz sueca... rubia]". Y, semanas más tarde, confiesa: "Aunque estaba con Britt, siempre me fijaba en otras mujeres. Era terrible. Como de costumbre, empecé a divagar. Tuve una aventura con la actriz Susan George, a la cual conocí a través de Britt, por lo que resultaba aún más embarazoso...". Para luego argumentar, citando a otras conquistas: "Técnicamente, en aquel momento estaba engañando a una modelo de Playboy con otra modelo de Playboy".
Rod Stewart encontró hace años la estabilidad con Penny Lancaster, 45 años. Empezaron la relación en 1999 y llevan casados desde 2007. A sus 71 años dice haber sentado, por fin, la cabeza. Ahí queda, para el deleite de los descubridores de intimidades de las estrellas, su historial sentimental, contada por él mismo. Unas aventuras donjuanescas con un épico récord: se las arregló para que nunca le pillaran con las manos en la masa. "Y me pregunto cómo pude tener semejante suerte", remacha el protagonista.

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