JUAN CRUZ
Madrid 15 ABR 2016 - 17:00 COT
Juan GossaínFoto de DANIEL MORDZINSKI |
El
autor de Cien años de soledad murió el 17 de abril de 2014 en México. Lo evocan
Juan Gossaín, escritor, periodista, uno de sus más grandes amigos, y su hermano
menor, Jaime, que ahora trabaja en la gerencia de la Fundación Nuevo Periodismo
que fundó Gabo. Estos monólogos fueron recogidos por Juan Cruz en Cartagena de
Indias.
Juan
Gossaín
"En sus libros hay vida y recuerdos"
"¿Sabes
qué extraño de Gabo? Que era un factor de unificación de los amigos viejos.Uno
no sabe eso cuando los amigos están vivos. Estaba aquí, lo veías, y cuando no
estaba también lo veías en los amigos que seguían en Cartagena, pero cuando él
venía esto parecía una caja de música, él nos ponía a hablar. Y muerto Gabo es
como si nos hubiéramos muerto todos. Yo no he vuelto a ver a los viejos amigos,
ni siquiera tengo la pulsión de decir 'voy a llamar a este o al otro'; se
fueron todos porque se fue Gabo, es como si nos hubiéramos ido todos con Gabo,
eso es lo que más extraño, lo que más me llega…".
“¿Y
cómo era? Yo llevo luchando con la gente contra una imagen de Gabo que yo sé
que existe, que él buscó sin proponérselo. Es la del arrogante. Y desde que lo
conocí, cuando yo tenía 14 años, aquí, en Cartagena, sé que eso no es
petulancia ni soberbia: sé que es timidez ante los extraños. Gabo se retraía y
la gente lo tomaba como que se distanciaba. Pero cuando estaba solo con los
amigos entonces era un bromista. ¿Sabes qué le encantaba? Recordar viejas
historias, '¿sabes aquella de cuando en 1959 iba Cepeda Zamudio por las calles
de Barranquilla, y apareció una mujer, una putica de la calle…?'… ¡Era feliz!
Le gustaba tomar el pelo a los amigos, ponerles apodos. Le gustaba recordar,
eso es lo que le gustaba. Se encontraba contigo y te saludaba como si no te
hubiera visto en siglos. '¡Ven acá! ¿Cómo era aquel cuento de cuando tú y yo
íbamos por el centro de Cartagena…?' Ese hombre era una evocación
permanente".
“Yo lo
conocí en la puerta de un teatro. Era el primer festival de cine de Cartagena.
Él estaba con Ripstein, Lucha Villa, los mexicanos. Ponían la película que hizo
con Ripstein, Tiempo de morir. Y en la pantalla dice Juan Sayago el nombre de
mi pueblo, San Bernardo del Viento. ¡Di un respingo! Al salir del teatro había
un señor con la pierna puesta contra la pared. Era García Márquez. Le pregunté
por qué había puesto el nombre de mi pueblo. Elemental, me dijo, 'porque es
bonito'. Medio siglo más tarde estábamos almorzando aquí, ya él era un mito,
íntimo de reyes y ministros… Entonces le volví a preguntar por qué había puesto
en Tiempo de morir el nombre de mi pueblo. Saltó de la silla y me dijo: '¡Otra
vez la misma pregunta de aquel día en la puerta del teatro!' ¡Y de nuevo me
reprodujo aquella historia de medio siglo atrás! La verdadera gracia de Gabo es
que se acordaba de ese y también de todos los episodios de su infancia para
poderlos reconstruir y para que fueran alimento de su ternura".
“Por
eso creo que el genio de Gabo es el mejor homenaje que la conciencia humana ha
hecho al recuerdo, a la evocación. Y no basta con recordar: lo recordaba por el
gusto de recordarlo absolutamente todo; y para los detalles nos usaba a los
amigos… Por eso desde la primera página del primer libro a la última del último
libro lo que hay es una vida, la vida de García Márquez: su pueblo, sus casas,
sus amigos, sus parientes, la gente que conoció, la gente que estimó; es decir,
recuerdos. Lo único que García Márquez necesitaba para ser un genio era
recordarlo y contarlo bien. A eso le ayudó el lenguaje del Caribe. No bastaba
con recordar, claro, faltaba esa música, y faltaba quien le ayudara a recordar.
Por eso buscaba incansablemente a los amigos. Era el lenguaje de donde ocurrieron
las cosas. Por eso suena Gabo a Caribe. Redescubrió el sentimiento, el valor de
esta música. El Caribe es el hombre universal que soñaba Aristóteles. El hombre
de todos los hombres está en el Caribe. Necesitaba a alguien que echara el
cuento y nadie lo contó mejor que García Márquez. La literatura de Gabo en el
fondo no es sino la historia mejor contada del Caribe.
“Y,
claro, estaba lo que le dio el periodismo. Buscó la fuente siempre, el origen,
y eso le sirvió para la ficción y para la realidad. Le dio la exactitud…, pero
le sirvió también, en la ficción, para convencer a la gente de que lo que decía
era realidad aunque inventara las cifras… Que el lector le crea: esa ambición,
y esa manera de lograr la creencia del lector, se la dio el periodismo. El periodismo
y el lenguaje de la gente. Por eso, cuando la gente le preguntaba de dónde
viene su estilo, él decía: 'De mi abuela'. Ah, y la música, que le vino del
origen guajiro de sus antepasados. La brujería, la magia, las leyendas
indígenas, las tradiciones… Juan Luis Cebrián publicó hace años un libro en el
que estamos Gabo y yo, él tenía 45 años y todo el éxito, y yo era un
principiante de 21 en El Espectador… Ahí es donde él dijo aquello que luego
quedó canonizado: 'Cien años de soledad es un vallenato de 350 páginas…' Y
cuando salió El amor en los tiempos del cólera, aquel memorión me dijo: '¿Te
acuerdas de lo que te dije hace años? ¡Pues esta novela es un bolero!".
“¿La
última pregunta? No se la hice. Vino a Cartagena, ya estaba enfermo. Preguntó
por mí, y me acerqué, trató de hablarme y yo me agaché, era en un almuerzo… Me
miró, no dijo nada, me agarró la mano y me la besó. Yo sé que quiso decirme que
como había tanta bulla no podíamos hacernos cuentos, y eso fue lo último, un
beso en la mano. A los seis meses se murió el amigo más entrañable que he
tenido”.
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