martes, 16 de marzo de 2021

Bernardine Evaristo / "No todo se reduce a la raza"


How Bernardine Evaristo won the Booker | Prospect Magazine
Bernardine Evaristo

Bernardine Evaristo: "No todo se reduce a la raza"

La anglonigeriana Bernardine Evaristo hizo historia al convertirse en la primera escritora negra en ganar el Premio Man Booker con la extraordinaria 'Niña, mujer, otras'

Leticia Blanco
Barcelona, 10 de junio de 2020

La escritora anglonigeriana Bernardine Evaristo.
Bernardine Evaristo
Foto de Simone Padovani











Algo parece estar cambiando en el ecosistema literario. Si hace unas semanas el afroamericano Colson Whitehead se alzaba con el Premio Pulitzer por su última novela, este año el prestigioso Man Booker ha tenido no una, sino dos ganadoras: la todoterreno Margaret Atwood por Los Testamentos y la anglonigeriana Bernardine Evaristo, que se convierte así en la primera mujer negra en hacerse con el premio en su medio siglo de historia por Mujer, niña, otras (AdN).
La novela es un apasionante mosaico en el que se despliegan las complejas vidas de 12 personajes desde los inicios del siglo XX hasta la actualidad: desde una inmigrante nonagenaria que vive en la campiña inglesa a una adolescente madre de tres que trabaja en un supermercado del Londres menos turístico, a una activista lesbiana en la noche del gran estreno teatral que podría cambiar su carrera.
"Más que una pionera, me siento como una veterana", confiesa la autora, que cuenta con una larga e hiperactiva carrera como activista y se ha especializado en explorar las historias de la diáspora africana. "Todavía no sé qué consecuencias tendrá el premio, sólo espero que el cambio tenga efectos duraderos, que no sea algo efímero. Es un hito, pero el éxito individual no siempre se traduce en puertas abiertas
para los demás", explica. "¿Mi activismo? Nunca lo he visto como una carga. Entiendo que otros escritores no quieran implicarse tanto, pero para mí es muy reconfortante porque formo parte de una comunidad que no está lo suficientemente representada. La sociedad ha cambiado mucho en los últimos años. Es cierto que hay más receptividad a las voces de los márgenes, queer, de color, de distintas tendencias sexuales porque, ¿quién quiere leer solo libros escritos por una demografía tan estrecha como la de los hombres blancos?", se pregunta.
Los personajes de Niña, mujer, otras se enfrentan a un amplio y en ocasiones muy sutil abanico de discriminación, ya sea por su género, raza, orientación sexual, religión o nivel de pobreza. Pero que nadie se espere una historia de mártires exigiendo justicia, más bien todo lo contrario. En la novela hay traición, hipocresía, infidelidades, abandono familiar e incluso un episodio de malos tratos dentro de una relación lésbica de lo más tóxica. "No me interesan las víctimas", confiesa Evaristo.
De hecho, dinamitar estereotipos y combatir los lugares comunes que se suelen asociar al racismo es uno de los grandes logros de la novela. "Es estupendo que en los últimos años se haya debatido tanto sobre los privilegios blancos, pero no todo se reduce a la raza", explica la autora. "¿Está una princesa negra rica que va a Eton más oprimida que una persona no binaria blanca que vive en la pobreza y es marginada? Poco a poco empezamos a tener conciencia de lo que es la interseccionalidad", apunta, un concepto que en la novela aparece en boca de una millennial que lee con devoción a Roxane Gay, la ideóloga del concepto de "las olimpiadas de los privilegios". "Hemos de encontrar nuevas maneras de hablar de la discriminación, maneras más complejas", opina Evaristo, algo difícil en un mundo donde las ideas se propagan a la velocidad de la luz en escasos caracteres. "Dedico mucho tiempo a las redes porque son importantísimas para los jóvenes y las comunidades marginadas. Pero necesitamos argumentos más sofisticados de los que permite Twitter, que lleva a una sobresimplificación de las ideas. No es sano para la vida intelectual de nadie", reconoce la autora.
Niña, mujer, otras refleja la realidad de un país, Inglaterra, donde el racismo es oficialmente algo superado pero cuyas jerarquías a veces siguen funcionando con prejuicios antiguos. "La gente joven suele quejarse y decir: aquí no cambia nada, no avanzamos, pero las cosas sí que han cambiado y mucho.
Cuando mi padre llegó a Inglaterra en el 49 no había novelas sobre el racismo y lo atacaban e insultaban por la calle, no podía encontrar alojamiento ni trabajo. Lo que tenemos ahora no es ninguna utopía, pero la gente de color ha accedido a todos los niveles, incluso en el gobierno. Claro que podríamos tener un Obama inglés. Donde hay un problema es en la academia. En la universidad somos unos cientos de profesores negros de 17.000, pero hace 30 años no había ni uno. Queda mucho por recorrer".
Hija de una maestra y un activista político, Evaristo es producto de esa izquierda que se zambulló en la lucha antiThatcher y no siempre supo combinar bien lo político con lo personal. En la novela hay un padre muy comprometido políticamente que nunca está en casa a la hora de ayudar a hacer los deberes o arropar a sus hijos y que tiene bastante del de la autora. "Mi padre era un activista laborista, pero en casa daba un poco de miedo. Hay que entenderle, tuvo ocho hijos en diez años, tenía que mantenernos a raya y venía de esa cultura nigeriana muy disciplinada donde los niños se tratan de una manera muy distinta al Reino Unido", confiesa.
Evaristo también explora el choque generacional (y en particular, el que sacude al feminismo actual) a través de Amma, una activista lesbiana que es duramente criticada por su hija adolescente, quien se burla de sus anticuadas "políticas de mujeres" en estos tiempos de fluidez de género. "Mi teoría personal es que para que los hijos puedan ser ellos mismos tienen que rechazar la ideología de sus padres. Es un rito de paso. A los 15 siempre te duele que tus padres no sean perfectos".
La madre de Evaristo fue profesora. El sistema educativo que permitía cierta movilidad social desmantelado por Thatcher y la desmotivación generalizada de los maestros es otro de los temas de Niña, mujer, otra que, como casi todo lo que se escribe en Inglaterra, está atravesada de arriba a abajo por el clasismo. "Es increíble como el sistema aquí en Reino Unido beneficia a los que son capaces de gastarse más de 30.000 libras al año en educación privada. Me interesa mucho cómo se pasa de una clase social a otra, y en la educación es donde está muchas veces la salida de la pobreza. ¿Cómo consigue medrar una chica lista nacida en una familia difícil? Muchas veces es a través de un mentor. Son pocas, pero todavía hay ventanas disponibles para la integración. Y salvan vidas".


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