Moisés Naím |
‘En Venezuela ahora todo dependerá de las fuerzas armadas’
Moisés Naím explica la situación de su país en 'Dos espías en Caracas'. Estuvo en el Hay Festival.
3 de febrero de 2019
Moisés Naím es hoy uno de los más rigurosos e influyentes analistas venezolanos. Sus columnas semanales son publicadas por un gran número de diarios de todo el mundo. En ellas interpreta la realidad. Sin embargo, para él, como para la mayoría de sus compatriotas, la situación de su país se salió de toda lógica, tanto que lo llevó a un intento tan inédito como sorprendente: explicarla a través de la ficción. Por eso vino a la XIV edición del Hay Festival en Cartagena para presentar su novela Dos espías en Caracas.
Estoy tratando de contar la historia de la Venezuela de Hugo Chávez tal como yo creo que ocurrió, pero ante la imposibilidad de comprobar algunas situaciones que fueron secretas, furtivas, clandestinas, decidí hacerlo a través de la literatura.
Con sus pergaminos, ¿valió la pena arriesgarse por el incierto camino de la literatura?
Por supuesto que sí, valió la pena. Decidí utilizar las mismas técnicas de investigación y del periodismo para tratar de entender la realidad de lo que ocurre en Venezuela y podérsela explicar a los lectores. Con las columnas de opinión yo me sentía insatisfecho porque sabía que estaban ocurriendo demasiadas cosas que no podía contar porque eran clandestinas. Era muy difícil de demostrar, pero yo sabía que habían sucedido, confirmado con fuentes fidedignas que me lo transmitían, pero difíciles de demostrar. Así que aquí está la novela.
¿Un científico de las ciencias sociales cómo se siente poniendo metáforas?
Usé todas las técnicas narrativas aprendidas, eso sí, durante toda una vida de lectura para poder hacer una historia de ficción que se acerca mucho más a la realidad que las historias de realidad que nos han vendido. Al hacerlo me siento absolutamente liberado.
Para un escritor, el primer párrafo es un reto. ¿Por qué usted arranca con una escena de amor en La Habana?
Una de las sorpresas más grandes que he tenido en mi vida, que es casi inexplicable, es por qué los venezolanos tardamos tanto, primero con Hugo Chávez y luego con Nicolás Maduro, en saber que Fidel y Raúl Castro tenían una influencia determinante en nuestra realidad. Lo hacían de una manera tan inteligente y tan secreta que fueron muy eficaces.
¿Así como en la novela, en La Habana está la raíz de los problemas de Venezuela?
Naturalmente que sí. Ellos llevan muchos años interviniendo los asuntos de otros países, pero a nosotros nos tomó mucho tiempo en descubrir que Hugo Chávez les había dicho a los Castro que nos tomaran y nos ocuparan. Por eso, la enorme cantidad de cubanos en los aparatos de seguridad en el Estado venezolano, en la Policía. Ellos eran los que influían de manera determinante tanto en la represión como en los planes económicos.
Pero ¿eso es así?
Sí, es una sorpresa, pero es real. Un país quebrado, muy pequeño, logra dominar a uno más grande, rico, con una de las reservas de petróleo más grandes del planeta y le impone sus condiciones ideológicas.
Al margen de la postura ideológica de un gobierno, en teoría lo que busca es progresar, ¿por qué se dio el desastre económico?
No para todos. En la cúpula del chavismo son inmensamente ricos. Los que hoy protegen a Maduro se han hecho millonarios a costa del sufrimiento de las mayorías.
Su novela es un viaje a la Venezuela de Chávez. ¿Qué opina de él?
Yo creo que Hugo Chávez quería el bien de los venezolanos, sinceramente él quería ayudar a Venezuela y especialmente a los más pobres. Pero al mismo tiempo que albergaba ese sentimiento de nobleza, sufría de otro que yo he llamado la necrofilia ideológica. Como usted sabe, la necrofilia es una perversión que sufren algunas personas que se enamoran de cadáveres, y eso le pasó a él: se enamoró de una idea muerta, probada una y otra vez en el fracaso. Él se enamoró de una ideología muerta que simbolizaba Fidel Castro. A Chávez le ganó su enamoramiento por Fidel Castro.
¿Por qué cree que Chávez, en vísperas de su fallecimiento, designó a Maduro, que es tan hosco políticamente?
Nicolás Maduro fue formado en Cuba. Él recibió toda su preparación en la escuela de cuadros de la isla y hoy es el más títere. Había podido ser Diosdado Cabello, pero este es más autónomo e independiente e incómodo, por eso Cuba decidió que fuera Maduro.
Usted es uno de los más rigurosos analistas de Venezuela. ¿Cómo se siente con dos presidentes?
Con uno. Porque el otro, que es Nicolás Maduro, no es presidente, él es un usurpador del poder. Hay que recordar que el año pasado él decidió que iba a haber unas elecciones no contempladas en la Constitución. De manera arbitraria las ganó porque no permitió que sus rivales participaran porque los encarceló o los mandó al exilio. Utilizó todos los abusos y trucos para ganarles.
¿Qué pasó entonces?
Pues que las ganó de manera ilegítima. Nadie, sin embargo, en el mundo, salvo algunos socios de él y unas dictaduras, lo reconocieron como gobernante. Eso pasó en mayo del 2018, y este 10 de enero, que era la toma de una juramentación ilegítima, era la toma de posesión de la Asamblea Nacional, del Congreso, que es el último resquicio de democracia de nuestro país. Ese mismo día asumió Juan Guaidó.
¿Qué cree que va a pasar en su país?
Es de una audacia enorme tratar de predecir qué es lo que va a ocurrir en Venezuela. Yo no lo sé. Hay varios escenarios, hay algunos benevolentes y nobles y otros que son malignos y abusivos. Todo va a depender al final de las fuerzas armadas de Venezuela, de su disposición a seguir sirviendo como guardia pretoriana de un usurpador.
¿A qué cree que están dispuestas las fuerzas armadas?
Lamentablemente puede haber algunos elementos que podrían estar dispuestos a salir a matar a su propio pueblo con tal de mantener en el poder a Nicolás Maduro.
¿Por qué cree que hay esa posición en algunos militares?
Por una combinación de dinero y miedo. Maduro ha sido muy eficaz en darles a los militares, sobre todo a los militares de alto nivel, todo tipo de prebendas, puestos, dinero, mandos en las empresas del Estado que los ha hecho muy ricos. Hoy en día, casi que sobrevivir en mi país es tener acceso a los recursos mal habidos que maneja el Estado.
No quisiera mencionarlo, pero ¿hay posibilidades de una guerra civil?
Por supuesto que sí. Las guerras civiles las hacen facciones de las fuerzas armadas que se enfrentan entre sí, quedan divididas en una o más facciones y empiezan las tragedias a las que luego se les empiezan a sumar civiles. Ese, por supuesto, es un escenario espantoso a indeseable que hay que hacerlo imposible para que no ocurra.
¿Y una intervención militar?
Es igual de horrorosa. Lo que ha ocurrido en otros países ha sido un desastre. Hemos visto cómo quedaron Siria, Libia, Irak, hay que tener mucho cuidado con cualquiera de estas dos posibilidades. Maduro debe irse y hay que hacer una transición gradual con las fuerzas armadas para que se ajusten al ordenamiento jurídico.
¿Cómo ve el papel que está jugando Colombia?
Los venezolanos nunca olvidaremos la manera como Colombia está tratando este problema: la llegada de refugiados venezolanos en masa, muchos en la pobreza tratando de buscar algo de comer, y Colombia abriéndoles los brazos. El mundo tiene que aprender de Colombia la fraternidad y la humanidad con la que aquí se ha tratado a los inmigrantes. Eso es un ejemplo que ustedes le están dando al planeta.
¿Por qué cree que Colombia está respondiendo así?
Es la grandeza de Colombia. ¿Por qué en Colombia existe esta actitud y estos gestos de bondad mientras en el resto del mundo toleran tan poco a los inmigrantes? Eso habla muy bien de Colombia. En Europa, por ejemplo, aparecen monstruos políticos que impulsan la xenofobia y la intolerancia, aquí no pasa así, y eso es una actitud ejemplar.
¿Por qué Juan Guaidó y no, por ejemplo, Leopoldo López, María Corina Machado, Henrique Capriles?
No hay que negar que la oposición en semejante opresión durante tantos años se resquebrajó, se fragmentó y se metió autogoles, y aparece esta figura joven, una cara nueva que ha prometido lo más importante: cumplir la Constitución. Él lo ha dicho, y le creemos. Su mandato será para organizar unas elecciones limpias, él es un demócrata, es táctico, es estratégico. Lo ha hecho realmente muy bien.
Tiene 35 años, es muy joven...
Su edad representa la esperanza, el futuro.
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