CARLES GELI / TEREIXA CONSTENLA Barcelona / Madrid 25 SEP 2015 - 12:16 CEST
La Generalitat no convertirá la titularidad del archivo de Carmen Balcells en una reedición de la feroz pugna que mantuvo en 2009 con el Ministerio de Cultura por el del fotógrafo Agustí Centelles, pero este martes mostró su extrañeza por el anuncio de que la agente había pactado ya la venta de su legado al Estado. “En ningún momento ella me dijo que la venta de su archivo estuviera cerrada”, aseguró ayer a EL PAÍS el consejero de Cultura catalán, Ferran Mascarell. “Pero si lo está, lo está y ya nos parecerá bien porque queremos, por supuesto, que se cumpla su voluntad”, añadió.
Mascarell afirmó que hablará en breve con el ministerio; “según cómo esté todo, también lo haremos con los herederos y decidiremos”, puntualizó. El consejero, no obstante, admitió que los 1,5 millones de euros que el ministerio estaría dispuesto a pagar pueden suponer un elemento disuasorio: “No sé si lo podríamos asumir, aunque en la medida que podamos, iremos a por todas, claro”.
Mascarell dejó entrever que las negociaciones de la Generalitat con la agente vienen de lejos y recordó la compra por la Biblioteca de Cataluña de unos 50.000 libros de la biblioteca de Balcells en 1994.
Contactos
El último contacto de la Generalitat con la agente fue un correo electrónico enviado el 28 de agosto en el que se emplazaban a una cita. “Todos sabemos cómo era Carmen”, apunta el consejero para justificar las conversaciones paralelas. “Siempre le dije, y ya hace años, que lo más lógico es que esos papeles formaran parte de los fondos del mundo editorial que estamos creando en la Biblioteca de Cataluña”, contextualiza Mascarell, que se mostró a disposición de la familia si finalmente el heredero de Balcells, Lluis Miquel Palomares, decide mantener la agencia independiente y en Barcelona.
El último contacto entre Balcells y la Secretaría de Estado de Cultura para cerrar la venta de la segunda parte de su archivo se produjo el pasado lunes, una semana antes de su fallecimiento. La Administración informó a la agente de la tasación de sus fondos, acordada por la Junta de Calificación, Valoración y Exportación de Bienes del Patrimonio Histórico Español, el organismo consultivo que fija el dinero que paga el Estado por la adquisición de bienes culturales que pasan a formar parte de la colección de museos, archivos y bibliotecas estatales. El importe máximo se fijó en 1,5 millones de euros, que se podrían incrementar con desgravaciones fiscales hasta los 2,2 millones.
Este acuerdo contaba ya con el visto bueno del Ministerio de Hacienda, según fuentes de la negociación. Balcells vendió una parte de su archivo al Ministerio de Cultura en 2010 por tres millones. La agente decidió ofertarles de nuevo el material que se había reservado, así como el generado en los últimos años, que ocuparían alrededor de 3.200 metros lineales de estantería, el triple de lo adquirido hace cinco años (mil metros lineales).
El nuevo material incluía documentación generada por sus empresas desde 2004 y otros papeles que habían sido excluidos de la venta anterior, como los contratos con escritores, los diarios de la agente desde 1954, donde recogía sus comentarios sobre operaciones, autores y editores, y una parte del archivo privado, así como los ejemplares de su biblioteca personal, dedicados por sus autores y anotados por Balcells.
Del archivo privado, según el informe de Cultura al que ha accedido EL PAÍS, se excluyen los diarios íntimos donde Balcells reflejó vivencias familiares y personales a partir de 1991. Hay, además, una vasta documentación empresarial, que incluye extractos bancarios, documentación contable, los fondos de la sucursal brasileña de la agencia Balcells, fichas y correspondencia con autores, contratos con editoriales, expedientes de gestiones y manuscritos, tanto de autores representados como de otros rechazados por la agencia.
El legado incluiría un fondo con los libros de autores de la escudería Balcells, copias encuadernadas de originales, la biblioteca personal de García Márquez con ejemplares dedicados por el Nobel y el archivo más personal, con 50 cajas con fotografías comentadas por Balcells, los citados diarios, la biblioteca personal (4.852 volúmenes) y 122 cartas inéditas de Julio Cortázar a su amigo Francisco Porrúa, entre otros materiales. En el informe oficial se destaca el valor del archivo, “sin parangón con otro similar en nuestro ámbito cultural”, y se informaba a favor de la compra.
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