sábado, 5 de septiembre de 2015

Julie Maroh / La mentira de Adèle




Julie Maroh

Julie Maroh

La mentira de Adèle


Las jóvenes actrices francesas Léa Seydoux y Adèle Exarchopoulos,...
Las jóvenes actrices francesas Léa Seydoux y Adèle Exarchopoulos, protagonistas de la película.




Eran de mentira las sonrisas y los besos (dentro y fuera de la alfombra roja). La parte más íntima de sus cuerpos. Las escenas de sexo en femenino plural. Era de mentira su nombre (Clementine en la historia original). Era de mentira el azul. Pero siendo las mentiras del cine las más verdaderas, 'La vida de Adèle' se llevó la Palma de Oro en el último Festival de Cannes. Y lo hizo, en parte, por la voluntad de su director de que, siendo todo fingido, fuese real hasta la náusea.
Reales fueron, precisamente, todas aquellas cosas que no debían serlo: los golpes que Emma (Léa Seydoux) propinó a Adèle (Adèle Exarchopoulos) en las peleas que exigía el guión; la sangre de ésta; la extenuación, fruto de jornadas de rodaje en las que repetían hasta 100 veces la misma toma; los ataques de ira de Abdellatif Kechiche. Todo ello salió a relucir durante una entrevista que ofrecieron las jóvenes actrices a 'The Daily Beast', en la que, además de revelar algunos detalles rijosos, aseguraron que nunca volverían a trabajar con él.
"Fue horrible", dijo Seydoux sobre los cinco meses y medio de trabajo con el tunecino. A lo que él no tardó en responder: "Si no hubiese nacido entre algodones, no hablaría así (la familia de la actriz es un peso pesado de la industria cinematográfica francesa). ¿Cómo se atreven a hablar de dolor cuando tienen uno de los mejores trabajos del mundo?". Ganar la Palma de Oro sólo supuso un breve momento de felicidad, asegura el director. "Desde entonces me siento humillado y desgraciado". Tanto es así que esta semana estalló y publicó una carta en la revista 'Rue 89' cargando contra todo y contra todos.
Real fue también, decíamos, el desprecio que el director hizo a Julie Maroh, autora de 'El azul es un color cálido', cómic en el que se inspiró la película. No hubo un hueco para ella en los agradecimientos ni en la alfombra roja. Tampoco durante el rodaje. Tras el estreno en Cannes, la ilustradora publicó un texto en el que compartía sus impresiones sobre el filme. Aseguraba que la adaptación era simplemente "otra visión" de su misma historia, y reconocía el trabajo de Kechiche: "Lo que ha hecho es coherente, justificado y fluido, es un golpe maestro", escribía.
No obstante, tenía sus reservas. La principal, la forma de abordar el despertar carnal de la protagonista. Esto es, el motor de todo.

¿Sexo realista o pornografía involuntaria?

La película incluye 10 minutos de sexo explícito. Las escenas no estaban pautadas: durante 10 días, y sin que apenas se conociesen, Kechiche pidió a las actrices que se tocasen como sintiesen que debían hacerlo. El fragmento recibió el aplauso de los críticos (masculino plural) por su "belleza", "ternura" y "autenticidad". Pero Maroh (mujer, homosexual y autora, en ese orden) no opinaba lo mismo. ¿Cómo simular la locura física entre Emma y Adèle con a) dos actrices heterosexuales b) rodadas desde un prisma masculino?
"Me parece que en el plató faltaban lesbianas", resume la ilustradora. "Desconozco las fuentes de información del director y las actrices, y a mí nunca se me consultó. Quizás había alguien imitando de forma rara las posibles posturas con las manos o enseñándoles algo de pornografía de supuestas lesbianas. Salvo en algunas secuencias, me pareció un escaparate brutal y quirúrgico, exuberante y frío de supuesto sexo entre lesbianas que se convirtió en porno y me hizo sentir mal de inmediato".
Siendo la escena lúbrica la mínima parte de una película de tres horas, es la que más atención ha recibido. La reflexión feminista y política se esfuma frente a la voluntad de Kechiche de filmar casi exclusivamente las turbulencias del placer, manifiesta Maroh. El filme no contribuye tanto a normalizar la imagen del amor entre dos chiquillas como a sublimarla, otorgándole una dimensión casi mítica. Y como todo lo legendario, poco realista. Una mentira. O una verdad, la del amor, tan grande como confusa.

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