Graham Greene: El poder y la gloria
22 de enero de 2016
Idioma original: inglés
Título original: The Power and the Glory
Traducción: Guillermo Villalonga
Año de publicación: 1.961
Valoración: Muy recomendable
Continúa todavía existiendo una parte de la población que ha (hemos) recibido una educación de raíz católica. Laxa, sí, de perfil bajo, o de colegio concertado, llámese como se quiera, pero más o menos vinculada con lo religioso. Y, claro, por mucho que luego nos hayamos hecho librepensadores o cosas peores, las ficciones relacionadas con curas agitan viejos fantasmas y despiertan nuestro interés –cierto que algo malsano, sobre todo cuando se plantean escenarios de duda trágica o persecución.
Y aquí tenemos algo de eso. Resulta que en el México de principios del siglo XX (años veinte) tuvo lugar un potente movimiento anticlerical, que derivó en la represión de todo lo relacionado con la religión católica. Así que nos situamos en un país sumamente pobre y desde luego desigual, sumido en un largo y algo descontrolado proceso revolucionario, donde florece el rechazo a los estamentos privilegiados y, en algunos Estados, desemboca en feroz persecución contra la Iglesia oficial.
En este interesante escenario, Greene (católico confeso) va construyendo, con sutileza y equilibrio, un relato en principio fragmentado, con hilos argumentales sujetos a diversos personajes, principalmente un dentista americano, un teniente de policía, y dos sacerdotes con diferentes trayectorias frente a las prohibiciones. Estamos por tanto en una historia de fugitivos y perseguidores, donde los personajes son apenas un esbozo, pero esa misma indefinición los hace atractivos y suscita nuestro interés.
Sin embargo, el foco pronto pasa a situarse sobre uno de los religiosos. La autoridad civil ha prohibido el ministerio sacerdotal, se han suprimido los oficios y los curas se han visto obligados a casarse para eludir la cárcel (algo me recuerda a las novicias de Lerroux). Pero así como el Padre José se ha sometido a la norma para salvar el pellejo, este otro religioso –al que Greene priva hasta del nombre- opta por la clandestinidad y la huida. El hombre parece que llevase la desgracia pegada al cuerpo, dejando tras de sí un rastro de muerte y penalidades.
Este cura innominado es un personaje realmente interesante. Más que un sacerdote perseguido es, por encima de todo, un hombre, con profundas contradicciones que no residen tanto en el plano espiritual, sino en sus propios actos: es un hombre obviamente asustado, que no plantea dudas sobre su fe (nada que ver con el Manuel Bueno de Unamuno), pero arrastra una buena colección de infracciones a sus propias normas, se sabe imperfecto y seguramente indigno de su función. Le remuerde su pasado y su debilidad pero, sin saber él mismo porqué, tampoco se achanta ante la autoridad. Es de hecho un rebelde, pero tampoco da el perfil de mártir, quizá es sólo un hombre confuso que parece buscar la penitencia en su condición de perseguido.
Aunque la figura del cura absorbe la mayor parte de la narración, los personajes secundarios no carecen de interés, y aportan interesantes matices. El relato acusa cierta irregularidad, decayendo a ratos cuando el ritmo de los acontecimientos se apaga. Greene parece mejor dotado para los momentos de acción más intensa (era también un famoso guionista y autor de novelas de intriga), pero aun así nos deja una interesante perspectiva humana para una narración que parecía propicia a mensajes más estereotipados.
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