Jeffrey Epstein |
Jeffrey Epstein, acusado de tráfico sexual, tenía planes para ser la semilla genética del mundo
1 de agosto de 2019
Jeffrey Epstein, el adinerado financiero que ahora está acusado de tráfico sexual, albergaba un sueño inusual: pensaba que su ADN se volviera la semilla de la raza humana al embarazar a mujeres en su rancho de Nuevo México.
La visión de Epstein es reflejo de una fascinación que tenía desde hace mucho tiempo con el llamado transhumanismo, la ciencia de mejorar a la población humana por medio de tecnologías como la modificación genética y la inteligencia artificial. Los críticos del transhumanismo lo tildan de una versión moderna de la eugenesia, el campo de estudio desacreditado que hablaba de mejorar la raza humana con métodos selectivos de crianza.
Epstein, quien fue imputado en julio por tráfico sexual de mujeres y niñas tan jóvenes como de 14 años era un ilusionista en serie. Se ha revelado que mintió sobre la identidad de sus clientes, sobre su riqueza, sus capacidades para hacer dinero y sus logros personales. Sin embargo, también supo aprovechar sus conexiones y carisma para entablar importantes relaciones con líderes empresariales y políticos.
Entrevistas con más de una decena de allegados suyos y una revisión de documentos públicos demuestran que usó las mismas tácticas para insinuarse dentro de una comunidad científica de élite, lo que le permitió proseguir con sus intereses eugenésicos y en otros campos alternativos de la ciencia, como la criónica, que propone la criopreservación de seres humanos.
Los abogados de Epstein —quien se declaró no culpable de los cargos de tráfico sexual— no respondieron a solicitudes para hacer comentarios para este artículo.
Epstein tuvo contacto con una variedad de científicos destacados antes de 2008, entre ellos: el físico Murray Gell-Mann, quien ganó el Premio Nobel de Física por el descubrimiento de la partícula cuark; al físico teórico y autor de divulgación Stephen Hawking; a Stephen Jay Gould, paleontólogo y biólogo evolutivo; al neurólogo y autor Oliver Sacks; a George M. Church, ingeniero molecular que ha hecho trabajo para identificar los genes que, de ser modificados, crearían humanos “superiores”, y al físico teórico Frank Wilczek, del Instituto de Tecnología de Massachusetts (MIT) y también premio nobel.
Para algunos científicos, el atractivo de tener contacto con Epstein era el dinero que parecía tener; les prometía financiar proyectos. Algunos dijeron que esa promesa los cegó respecto a las posibles transgresiones sexuales de Epstein y hasta los hizo dar cierto crédito a las postulaciones seudocientíficas que promovía el financiero.
Epstein reunía a los científicos en cenas en su mansión de Manhattan, donde se vertía mucho Dom Pérignon y vino; Epstein no tomaba alcohol. También organizaba almuerzos estilo bufé en el programa de Dinámica Evolutiva de Harvard, que Epstein ayudó a establecer con una donación de 6,5 millones de dólares. En otras ocasiones, los científicos acudieron a conferencias patrocinadas por Epstein y organizadas en las Islas Vírgenes de Estados Unidos, donde él tenía una isla privada.
El psicólogo experimental y cognitivo Steven Pinker, de la Universidad de Harvard, dijo que lo invitaron algunos colegas —entre ellos el profesor de matemática y biología Martin Nowak y el físico teórico Lawrence Krauss— a “reuniones y cafés de discusión” en los que Epstein atraía mucha atención.
Algunos de los compañeros de Pinker llegaron a llamar genio a Epstein, dijo el psicólogo, pero él lo describió como un “impostor intelectual”.
“De la nada cambiaba de tema, como alguien con TDA, o hacía al menos alguna observación con una broma adolescente”, dijo Pinker.
Otro científico al que Epstein estuvo buscando fue Jaron Lanier, escritor prolífico y pionero en el campo de realidad virtual. Lanier contó que las ideas propuestas por Epstein no eran para nada ciencia, pues no había cómo defenderlas con evidencia rigurosa. Lanier dijo que alguna vez Epstein presentó como hipótesis que los átomos se movían como los inversionistas en un mercado.
En esa línea, estaba el interés de Epstein en la eugenesia.
En varias ocasiones desde principios de los años 2000, Epstein les dijo a científicos y empresarios que tenía planes de usar su rancho de Nuevo México como una base en la que las mujeres serían inseminadas con su esperma para dar a luz a sus bebés, de acuerdo con dos científicos premiados y con un asesor para grandes empresas e individuos adinerados a quienes Epstein les contó.
No era un secreto. De hecho, el asesor dijo que no se enteró de esos planes solo por Epstein, que le contó en una reunión en una casa en Manhattan, sino por otro integrante destacado de la comunidad empresarial. Uno de los científicos comentó que Epstein le contó sobre su idea desde 2001 en una cena en la misma casa de Manhattan; el otro recordó que Epstein lo había discutido con él en una conferencia de 2006 que organizó en la isla de Santo Tomás, de las Islas Vírgenes.
La idea se les hizo disparatada y alarmante a los tres entrevistados; no queda claro si habría sido un tema que violara la ley.
Alguna vez, en una de las cenas en la mansión de Manhattan, Lanier, el pionero de realidad virtual, dijo que habló con una científica que le dijo que trabajaba en la NASA (Lanier no recordaba su nombre) y le comentó que la meta de Epstein era tener a veinte mujeres embarazadas a la vez en el rancho de 3000 metros cuadrados a las afueras de Santa Fe, Nuevo México.
De acuerdo con Lanier, la científica de la NASA dijo que la idea de Epstein estaba basada en relatos sobre el proyecto Repository for Germinal Choice (repositorio de elección germinal), un banco de esperma pensado para albergar solo el producto de premios nobel con la idea de fortalecer el acervo genético mundial. (El repositorio fue descontinuado en 1999; solo un premio nobel ha reconocido públicamente que contribuyó con su esperma).
Epstein no escondió su interés en la modificación genética ni su pretensión para perpetuar su ADN.
El negocio que Epstein dio de alta en las Islas Vírgenes, Southern Trust Co., reveló en documentación local que estaba involucrado en temas de análisis de ADN. No hubo respuesta a varias llamadas de The New York Times a Southern Trust, que patrocinó una feria escolar de ciencia y matemáticas en las Islas Vírgenes en 2014.
En 2011, una organización de beneficencia establecida por Epstein donó 20.000 dólares a la Asociación Transhumanista Mundial, que ahora opera con el nombre Humanity Plus. El sitio web del grupo indica que su meta es “influir en una nueva generación de pensadores que se atrevan a concebir los siguientes pasos para la humanidad”.
La organización de Epstein, que ya no existe, también dio 100.000 dólares para el pago de sueldo de Ben Goertzel, vicedirector de Humanity Plus, de acuerdo con el currículo de Goertzel.
“No deseo hablar de Epstein en este momento”, dijo Goertzel en un correo. “Las cosas que estoy leyendo sobre él en los periódicos son muy perturbadoras y van mucho más allá de lo que yo pensé que eran sus improperios y manías”.
Alan M. Dershowitz, profesor emérito de Derecho en Harvard, recordó que en un almuerzo organizado por Epstein en Cambridge, Massachusetts, el financiero dirigió la conversación hacia el tema de si los humanos podían ser mejorados por medio de la genética. Dershowitz dijo que eso lo dejó horrorizado, con el antecedente histórico de cómo los nazis usaron las ideas eugenésicas para justificar sus esfuerzos genocidas de purificar a la raza aria.
Sin embargo, los almuerzos en el programa de Dinámica Evolutiva continuaron.
“Todos especulábamos sobre si estos científicos estaban más interesados en lo que Epstein decía o en su dinero”, dijo Dershowitz, que fue uno de los abogados de Epstein en un caso de 2008, cuando el financiero se declaró culpable de cargos por solicitar la prostitución de una menor de edad.
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