‘Yo por dentro’, el testamento literario de Sam Shepard
Héctor González
12 de marzo de 2019
Uno es víctima de sus miedos y sus obsesiones. Ahí reposa buena parte de nuestra identidad muy a pesar nuestro. A lo largo de su carrera como narrador, actor y dramaturgo, Sam Shepard (Illinois, 1942 – Kentucky, 2017), invirtió bastante tiempo en identificarlas. Una adolescente de trece o catorce años colgada del tubo de un columpio es una imagen difícil de olvidar, Shepard lo sabe y la tiene identificada que es una de las orillas a las que llega Yo por dentro (Anagrama), su obra póstuma.
El estadounidense no es un autor precisamente blando y de ejercicios retóricos. Sus escenarios son áridos, fronterizos en muchos casos y ajenos a los dramas urbanos. En sus libros la geografía es tan importante como cualquiera de sus protagonistas. Cada tanto, el narrador de Yo por dentro, se pierde mientras observa un cielo despejado y estrellado. Recuerda un pasado que no solo lo alcanzó, sino que además no lo suelta.
“Hoy soy exactamente un año más viejo que mi padre a la edad que murió. Es un pensamiento extraño, como si fuera una especie de logro en vez de puro azar”, escribe, mientras acomoda la dieta del día: una buena cantidad de pastillas prescritas por el acupuntor. La relación con su padre no fue sencilla –¿cuál lo es?-, la nombra como un mantra de esos que nos gobiernan aún sin querer. Ambos compitieron, se enfrentaron, incluso compartieron a Felicity, mujer cuyo desenlace no hizo honor a su nombre.
El narrador se refiere a su padre como “el hombre diminuto”. No lo exhibe, lo mira de frente y lo confronta, para terminar viéndose en su reflejo. En el ajuste cuentas que supone no faltan las mujeres, las relaciones fallidas. Evoca a aquella joven que sin su consentimiento y a escondidas grabó sus conversaciones con miras a utilizarlas para publicar un libro; a la ex esposa con quien vivió más de treinta años, “lo asombroso que es que dos vejestorios tercos y ariscos como nosotros engendrásemos a unos niños tan dulces y tranquilos”, se dicen entre sí.
Patti Smith, amiga de Sam Shepard, sabe como nadie que en Yo por dentro, se filtra la propia vida del escritor. Su prólogo es el eslabón que completa el rompecabezas y es que relato le debe tanto a la memoria que le copia su estructura fragmentaria.
En el relato no hay espacio para la redención. Ni siquiera hay condescendencia, ni tiempo ni ganas de inspirar lástima. Imposible comparar el alcance de Yo por dentro, con los relatos de Cruzando el paraíso, sin embargo con lo que combustible que carga es suficiente para recordar de qué estaba hecha la literatura de Sam Shepard.
Sam Shepard.
Yo por dentro
Anagrama, Barcelona, 2019
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