Toni Morrison |
Toni Morrison
La canción de Salomón
1 de enero de 2014
Idioma original: inglés
Título original: Song of Solomon
Año de publicación: 1977
Valoración: Muy recomendable (como mínimo)
Para quien todavía no conozca a Toni Morrison, puede que esta novela –galardonada con el National Critics Awards en 1978– constituya un buen comienzo. Ya hablamos aquí de Beloved (premio Pulitzer 1988) que, probablemente, la supera en excelencia literaria, pero esta tiene la ventaja de ser menos abstrusa, de proporcionar más facilidades al lector. También dijimos que recibió el Nobel en 1993. Eso sí, hay que tener en cuenta que, como en cualquier exponente del realismo mágico –de la negritud americana en este caso–, realidad y fantasías ancestrales se combinan en un todo imposible de delimitar so pena de perder gran parte de la magia.
Decir que la acción se desarrolla en los años sesenta no es exacto del todo, más correcto sería situar en esa época el desenlace y el núcleo; pero el pasado tiene aquí un papel fundamental, e ignorarlo o confundirlo acaba desorientando a los personajes y dando lugar a imprevisibles consecuencias. Con el territorio ocurre algo parecido: los hombres y mujeres que, cada uno a su manera, intentan sobrevivir de la mejor manera posible se han establecido en Michigan desde hace años, pero sus raíces están en otro sitio, mucho más al sur. Aquel que consiga remontarse a épocas pasadas, acercarse al lugar que habitaron sus mayores, hallará la clave de su propia idiosincrasia. Aunque abrir la caja de los truenos ha sido peligroso siempre.
Morrison es una narradora extraordinariamente eficaz. No solo por su capacidad para desplegar un argumento complejo sin dejar un cabo suelto, consigue además diseñar un conjunto de caracteres tan coherentes como contradictorios, cada uno con su parte de razón y verdad, en una confrontación continua y casi siempre soterrada que va progresando y complicándose a medida que pasa el tiempo. Y todo ello sin presentar los hechos linealmente, al contrario: abundan las idas y venidas a diferentes tramos del pasado que junto al consumado manejo de los diferentes hilos de la historia produce una sensación de complejidad que se acerca mucho a las vivencias.
Los conflictos éticos están presentes de continuo. Por ejemplo, el apego a los bienes materiales del padre de Lechero, un rasgo que lo deshumaniza y separa de su excéntrica y vigorosa hermana Pilatos pero a la vez aporta bienestar a su familia; o el egoísmo despreocupado del propio Lechero, tan connatural a él como exento de mala intención. Pero es ese diálogo constante con la vida de ultratumba y las circunstancias que la sociedad les impone (segregación, pobreza, ignorancia, un pasado sin libertad con la consiguiente sumisión que produce) lo que está presente en cada párrafo y condiciona los actos de la gente. De la mayoría pues, como ya he dicho, algunos asumen los valores de los blancos, unos su afán de prosperidad, otros su violencia.
Relaciones familiares pero también amistad y hasta amor. Sentimientos que no se idealizan, al contrario. Cuanto mayor es la implicación emocional más propensión a destruir –mediante violencia, rencor, morbo, lo que sea– y más facilidad para hacerlo. La realidad es tan áspera como estoy dando a entender, pero quizá la salvación esté en la búsqueda, puede que la auténtica tragedia se produzca, precisamente, cuando ya no hay razón para buscar.
Todo esto quedaría desdibujado si la traducción no reprodujese en correcto castellano las sutilezas de lenguaje y pensamiento, sus resonancias misteriosas, el complejo mundo interior de Toni Morrison.
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