lunes, 21 de febrero de 2022

Balzac y sus travesuras gastronómicas

 

Honoré de Balzac

Honoré de Balzac y sus travesuras gastronómicas


Honoré de Balzac (1799-1850) es uno de los grandes literatos franceses de todos los tiempos. Mundialmente conocido por La Comédie Humaine, Balzac fue, además de novelista, un prolífico articulista y escritor de relatos. Su gran obra, La Comédie Humaine, es una serie de novelas conectadas entre sí que retratan la sociedad francesa de su época. Una de las cosas más curiosas de su obra es el protagonismo que adquiere la gastronomía a través de las experiencias de sus personajes. No solo describe en sus libros las viandas y bebidas degustadas. También usa como localizaciones de sus escenas míticos restaurantes de la época. En uno de los libros de La Comédie Humaine, Balzac hace que Lucien de Rubempré, uno de sus memorables personajes, coma en el lujoso restaurante parisino Véry. Allí, el personaje come ostras, pescado, macarrones y frutas, todo ello regado con una botella de Burdeos. La cuenta del menú era de 50 euros, una suma sobre la que el propio novelista apunta en la novela que haría vivir razonablemente bien a Rubempré durante un mes en su Angoulême natal. Balzac procedía de una familia burguesa de provincias. Nacido en Tours, se instaló en París con su familia siendo adolescente.  Estudió derecho en la Sorbona, y tras graduarse trabajó con un notario a las afueras de París. Durante un tiempo compaginó el trabajo con clases de literatura, también en la Sorbona. Aunque pronto abandonó el derecho para dedicarse por completo a la creación literaria. A pesar de unos inicios algo difíciles, logró dedicarse de pleno a una prolífica carrera literaria. 

El Balzac gourmand

Balzac, a pesar de lo que plasmaba en sus libros, no era especialmente glotón. Cuentan que disfrutaba más de la gastronomía viendo a los demás disfrutar comer y beber. También narrándolo en sus libros. Cuando se encerraba a escribir, dedicaba más de 15 horas al día a su profesión. Su alimentación durante el confinamiento autoimpuesto se basaba en productos sencillos. El café estaba muy presente en su dieta diaria, y los alimentos que más consumía eran huevos y frutas, de las cuales era especialmente adepto. De todas ellas, tenía especial predilección por las peras. Eso sí, tras concluir sus encierros, Balzac se lanzaba de pleno a disfrutar de pantagruélicos menús en los restaurantes parisinos. Quizás un modo de premiarse por el trabajo finalizado.

El literato travieso

En cierta ocasión, Balzac, en uno de sus momentos gourmand, invitó a comer a Monsieur Werdet, su editor, a Véry. A pesar de comer Werdet de modo muy frugal por motivos de salud, Balzac devoró un centenar de ostras, doce costillas de cerdo, un pato caneton, un par de perdices asadas, un lenguado de Normandía, varios entremeses, peras, cafés y licores.  Al acabar la comida, el escritor le preguntó a Werdet si llevaba algo de dinero. El editor sacó de su bolsillo una moneda de 5 francos. Cinco francos que Balzac dejó como propina. En la cuenta, que ascendía a 62,50 francos, Balzac escribió una anotación. Ya fuera del restaurante, Werdet le preguntó qué había escrito. “Eso, querido, mañana lo descubrirás”. Al día siguiente, un botones de Véry se presentó en la oficina de Werdet con la factura. La anotación decía: “Monsieur Werdet pagará gustoso la cuenta mañana en su oficina”. En descargo de Balzac, el editor descontó el montante de la cuenta más los cinco francos de los siguientes honorarios de Balzac. 

 En cualquier caso, aparte de estos desmanes puntuales, el novelista era bastante moderado a la hora de comer. Graham Robb, profesor de literatura francesa en la prestigiosa Universidad de Oxford, y biógrafo de Balzac, afirma en su libro 'Balzac' que el literato devoraba grandes fuentes de peras y melocotones. Esa fue su auténtica perdición gastronómica. Remitámonos, pues, a la opinión de Balzac sobre los comilones. “Es el sujeto menos estimable de la gastronomía, porque ignora su principio elemental: ¡el arte sublime de masticar!". 


COCINA Y VINO




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