Bryce Echenique recibe el premio FIL antes de la feria por la polémica de plagio
Numerosos autores han criticado la elección del escritor, involucrado en casos de plagio
EL PAÍS México 27 OCT 2012 - 03:00 CET
El escritor peruano Alfredo Bryce Echenique (Lima, 1939) recibió este jueves el Premio FIL 2012 en su casa y sin cámaras. Solo un escueto comunicado publicado este viernes por la Feria Internacional del Libro de Guadalajara da cuenta del momento.La polémica por su concesión, conocida el 3 de septiembre, no ha amanaido y los organizadores han preferido romper con la tradición de entregar al galardón en la apertura de la feria.
La directora del organismo que entrega el premio, Dulce María Zúñiga, se desplazó hasta Lima para tratar de cerrar el episodio antes de que empiece la cita editorial, en poco más de un mes, y pueda verse empañada por las críticas que han arreciado por la elección del escritor, involucrado en casos de plagio.
Un grupo de escritores y académicos mexicano pidió al jurado del galardón que reconsiderara su decisión alegando que Bryce Echenique había plagiado al menos 16 trabajos que publicó en la prensa. El jurado defendió su elección al considerar su "obra narrativa" y su "relevancia dentro de la literatura del siglo XX", y aseguró que las acusaciones de plagio en contra del escritor competen al ámbito penal. A favor del escritor también salieron más de un centenar de escritores y académicos que firmaron una carta en su defensa.
Los detractores advirtieron de que premiar con dinero público (150.000 dólares) al autor peruano perjudicaría al premio, a las instituciones convocantes y a la cultura del país.
Ante las críticas, la semana pasada la organización anunció el cambio de planes: "Luego de una amplia valoración de los distintos argumentos que se han manifestado alrededor de este asunto, se decidió por esta ocasión modificar el formato de entrega del galardón". Una breve nota da cuenta este viernes del momento: "Alfredo Bryce Echenique recibió el Premio FIL de Literatura". dice la nota, sin ni siquiera una foto.
EL PAÍS
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