miércoles, 4 de noviembre de 2020

Mark Rothko / No. 13 (Blanco, rojo, sobre amarillo) 1958

 


entender arte contemporaneo

'No.13 (Blanco, rojo, sobre amarillo)' (1958)

Mark Rothko

Mark Rothko

No. 13 (Blanco, rojo, sobre amarillo)

1958

Peio H. Riaño
21 de febrero de 2020

Un año después de pintar este cuadro que se conserva en el Metropolitan Museum Of Art de Nueva York (MET), Mark Rothko (1903-1970) voló a Europa con su familia. Su hija Katie recuerda cómo acabó aquel viaje: "Sólo tres días de playa" y dos meses y medio visitando museos. Rothko buscaba conexiones ancestrales entre sus preocupaciones y el arte del viejo continente. En su paso por Pompeya le confesó a John Fischer la "profunda afinidad" que sentía entre sus obras más recientes y los frescos de la Casa de los misterios. Ante aquellos muros, le habló de las grandes extensiones de color sombrío que compartían.

En Grecia, en los templos de Paestum, Rothko enmudeció. En el templo de Hera, dos estudiantes italianos se acercaron al grupo de americanos y les preguntaron quiénes eran. Katie les respondió que su padre era un artista y ellos preguntaron a Rothko si había venido a pintar los templos: "Llevo pintando templos griegos toda mi vida sin conocerlos", respondió. Rothko admiraba esos espacios vibrantes de luz y color. Espacios mínimos y silencios místicos similares a los del monje pintor Fra Angelico (1395-1455). El historiador del arte Giulio Carlo Argan lo resumió así: "Un cuadro suyo no es una superficie, sino un ambiente". Y la ensayista María Zambrano habló del "tiempo de adentro". Los cuadros de Rothko son un poco eso.

EL PAÍS

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