lunes, 28 de enero de 2019

Margarita Valencia / Temporada de contratación


Margarita Valencia
TEMPORADA DE CONTRATACIÓN

Estamos en temporada de contratación. Eso significa que hace un mes, o tres, o hace un año, nuestro contrato de trabajo con el Estado terminó y desaparecimos de las oficinas públicas. Ahora, en temporada, algunos de nosotros hemos sido requeridos. No debo decir “de nuevo” porque el primer paso en el proceso de contratación consiste en dejar establecido que los futuros contratistas somos habitantes del limbo, sin pasado y sin identidad, que no existimos en el mundo real, y que solo el seguimiento preciso, incuestionado, de las exigencias de la contratación nos permitirá volver a la vida. 


El sistema tiene una vacante y le permitirá al elegido convertirse temporalmente en una persona de carne y hueso para que pueda llenar ese espacio vacío que el sistema aborrece. El sistema ha establecido una lista rigurosa de actividades (obligaciones) que el contratista debe llevar a cabo (llenar un número determinado de sobres con hojas de papel, por ejemplo, o estar presente en un aula durante un número determinado de horas); en ocasiones, a la lista de actividades se añade uno o varios entregables (tantas hojas escritas, emisión oral de un número determinado de palabras). 

Cuando somos contratados, si somos contratados, deberemos cumplir con nuestras obligaciones y entregar nuestros entregables, y durante el proceso deberemos entregar informes periódicos que certifiquen constantemente que estamos haciendo lo que estamos haciendo y que nuestras actividades se acogen a un deber arbitrariamente fijado por alguien más. 

Pero para que eso suceda (la contratación) deberemos someternos a un proceso en el cual el sistema se asegura de que el futuro contratista se acomode a la forma precisa del espacio que el sistema debe llenar, que su cuerpo se vuelva cuadrado y su cabeza, rectangular, que se deshaga del peso sobrante en la cabeza y el espíritu, que se libere de la alegría y de la curiosidad. 

Si supera, si superamos exitosamente este proceso, nos sumaremos temporalmente a la fuerza de trabajo del Estado. Se esperará de nosotros las obligaciones, los entregables y los informes, vaciados de entusiasmo al comienzo y de satisfacción al final. Algunos funcionarios, capos de estos campos, prisioneros de tiempo completo, nos recordarán de vez en cuando que nosotros nos iremos pronto y que ellos se quedarán, cerciorándose de que nada cambie, de que nada se mueva. 

Hasta la próxima temporada.

Marx estaría orgulloso.




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