Mario Vargas Llosa (izquierda), José Lázaro y Fernando Savater, en Madrid. Foto de CLAUDIO ÁLVAREZ |
Divergencias y vidas paralelas de un Nobel y un filósofo
Vargas Llosa y Savater protagonizan un vibrante diálogo con la lucha contra el fanatismo, el erotismo, la creación literaria o las drogas como temas
JUAN CARLOS GALINDO
Madrid 30 MAY 2018 - 17:09 COT
Las vidas de Mario Vargas Llosa y Fernando Savater confluyeron en 1993, cuando el primero ganó el Premio Planeta y el segundo quedó finalista, lo que les unió en una especie de luna de miel promocional en la que “no hubo roces”, según aseguró este miércoles el Nobel y en la que “se consolidó la buena amistad que nos unía”, un sentimiento que se reflejó en Madrid en la conferencia Pensar es cambiar de ideas, organizada conjuntamente por la Fundación Ramón Areces y la Fundación Deliberar. “Conozco casos en los que ha habido asesinatos en estos viajes promocionales” bromeó Savater, al quite, para regocijo de un repleto auditorio. Sin embargo, su perfil de lucha cívica les llevó pronto por caminos mucho menos agradables cuando el totalitarismo se puso en frente y Vargas Llosa defendió a Savater y a la iniciativa ciudadana ¡Basta Ya! en su lucha contra el terrorismo de ETA, tal y como recordaba el José Lázaro, presentador y codirector de la Fundación Deliberar.
“Frente a la locura y la sinrazón fue un momento en el que muchos intelectuales españoles con enormes diferencias entre ellos coincidieron en un acto de justicia y profundamente democrático. Quiero expresar aquí la gran admiración que tengo por Fernando, creo que encarna lo que es un intelectual responsable”, aseguró el autor de La guerra del fin del mundo. “Sí, fueron intelectuales aunque no fueron muchos. Pero Mario no ponía ninguna objeción”, contó Savater.
Vidas paralelas las de los dos, en lo ciudadano y en lo intelectual, en la acción y el pensamiento. Savater ha señalado en alguna ocasión cuatro grandes temas en la obra de Vargas Llosa: violencia, poder, erotismo y creación literaria. “Son los cuatro temas en los que caben todos los temas”, asintió el autor de Conversación en la catedral. “Me parece imposible crear una obra literaria rica, profunda y duradera que no se refiera a estos cuatro asuntos”, añadió. “Soy vanidoso pero no soy tonto”, aseguró el filósofo sobre esta idea de crear un devenir paralelo. “Soy bastante consciente de la distancia que hay entre los dos”, volvió a bromear el autor de Ética para Amador antes de entrar de nuevo en materia.
Evasión, drogas y literatura
“Cuando me he encontrado cómodo en una identidad he empezado a buscarle defectos. Soy un traidor de mí mismo, enemigo de mí mismo”, continuó Savater cuando la conversación giró hacia la identidad. ¿Y la legalización de las drogas? En principio, los dos de acuerdo, pero ya entramos en el campo de los matices. “No tengo ningún reparo en que una persona utilice las drogas”, aseguró Vargas Llosa, que contó una experiencia que tuvo con un “jalón de cocaína” cuando tenía 14 o 15 años que le ha “curado de cualquier curiosidad” al respecto. “No me entusiasma la idea de la alucinación. Me hace sentir profundamente desagradado conmigo mismo cuando pierdo la lucidez”.
La democracia está llena de injusticias pero se pueden corregir. Es perfectible, pero la sociedad marxista no lo es y los ejemplos a nuestro alrededor son categóricosMARIO VARGAS LLOSA
Llega, ahora sí, la diferencia, la distancia en la experiencia y el pensamiento. “Cuando se habla de lucidez y paraísos artificiales, bueno, todos vivimos en ellos. La literatura o la música son paraísos artificiales. La razón me parece fundamental. He procurado ejercerla a ratos”, dijo Savater entre risas. “Ahora, he tomado sustancias que no volvería a tomar. Hay cosas que no te van bien, que no te aportan nada, que no te distraen de ti mismo. Otras sirven para explorarte mejor u olvidarte de ti. Hay que buscar bien las drogas que te van, pero con el tiempo la vida te busca nuevas sustancias adictivas: la vejez, por ejemplo, es un colocón. O la fatiga. Procuro seguir defendiendo los malos hábitos, intentar dar malos ejemplos”, concluyó.
“Tengo la impresión de que discrepo”, intervino Vargas Llosa para dotar a la deliberación de un ritmo único. “Se puede gozar de Góngora, pero tomar ácido lisérgico no produce lo mismo que la literatura, que incluso en su formas menos racionales esconde una racionalidad. Y lo mismo vale para la música. Una sociedad moderna debe admitir en su seno el uso de esos artificios, aunque no creo que sea lo mismo, hay una diferencia esencial”.
Savater y Vargas Llosa se leen, se siguen y se buscan divergencias. El Nobel se quejó de la caricaturazación del liberalismo; Savater afinó entonces el tiro para defender la socialdemocracia y criticar el individualismo creciente de la sociedad: “Lo que nos hace ricos y nos da de comer a todos son los demás. La sociedad está hecha para los humanos”, aseguró.
Se puede gozar de Góngora, pero tomar ácido lisérgico no produce lo mismo que la literaturaMARIO VARGAS LLOSA
Volvemos a los paralelismos. Savater fue calificado por la policía franquista como “moderadamente anarquista y a Vargas Llosa le gusta el anarquismo desde un punto de vista intelectual. “Es la apoteosis del individualismo y yo soy individualista. Es imposible de poner en práctica pero hay algo seductor en él para quien tiene desconfianza en el Estado, cuyo crecimiento desmesurado conspira contra la democracia”.
Tema esencial el de la democracia en dos biografías en cambio y evolución, pero siempre con unos valores al frente. “La democracia está llena de injusticias pero se pueden corregir. Es perfectible. Sin embargo, la sociedad marxista no lo es y los ejemplos a nuestro alrededor son categóricos” defendió Vargas Llosa antes de asegurar: “He llegado a la conclusión de que no soy de izquierda y he llegado a la conclusión de que la izquierda es todo lo que le acusábamos a la derecha de ser”
El erotismo es la poetización del sexo. Lo único que tiene de malo es confundirlo con el amorFERNANDO SAVATER
Savater busca un punto intermedio en forma de progresismo. “Es más interesante que ser de derechas o izquierdas porque todos sabemos que hoy hay extremismos en ambos bandos. El ser progresista no es querer el paraíso en la tierra. La derecha ha aportado las constituciones y el marxismo los derechos sociales.
Queda un último punto en común: el erotismo. “Es el la poetización del sexo. Lo único que tiene de malo es confundirlo con el amor. Comparado con él es de una banalidad asombrosa”, comentó Savater. “El erotismo es la civilización. El hombre primitivo hacía el amor como un animal”, añadió Vargas Llosa. El encuentro terminó con la sensación de que filósofo y Nobel podrían continuar este camino de paralelismos y divergencias durante horas.
EN POS DE LA DELIBERACIÓN
Un diálogo intelectual desde el respeto, el rigor, el interés por el cambio y sin cortapisas ideológicas. Con estas premisas la Fundación Deliberar lleva a cabo un intenso trabajo cultural del que forman parte estos encuentros. Se trata, según Enrique Baca, codirector de la fundación, de “poner sobre la mesa el valor del pensamiento crítico y estructurado para fomentar el diálogo entre las personas. Una necesidad perentoria en los tiempos que nos han tocado vivir”, o, según las premisas de la institución, “de dialogar con las razones ajenas enriqueciendo con ellas las propias sin imponer las que uno tiene a los demás”. En su credo, la idea de que unas cuantas palabras bien puestas valen más que cien imágenes, que lo actual interesa menos que lo esencial, que es preferible publicar deliberaciones que artículos. Con el diálogo como herramienta esencial, la fundación ha publicado ya una pequeña y ambiciosa biblioteca, dirigida por José Lázaro, con obras del propio Lázaro junto a Cecilio De Oriol (El alma de las mujeres. Novela epistolar), Juan Cruz (Encuentros con Mario Vargas Llosa), Gonzalo Torrente Ballester (Teoría de la novela. Conferencias inéditas) y Francisco Sosa Wagner (Memorias dialogadas).
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