Katarina Frostenson con su marido Jean-Calude Arnault, involucrados en el escándalo que ha afectado a la Academia Sueca, en una imagen de 2011. HENRIK MONTGOMERY |
¿Qué leer de los escritores que jamás recibirán el premio Nobel?
Al español se ha traducido parte de la obra de los académicos que deciden el ganador en Literatura, suspendido por los escándalos que han sacudido la Academia Sueca
Madrid, 8 de mayo de 2018
Alivio a cambio de rechazo. El escritor más traducido al español entre los miembros de la maltrecha Academia Sueca debió de respirar tranquilo un día de 2009, cuando Tomas Tranströmer perdió en la votación para incorporarse como académico en una silla cercana a la suya. Y no porque le faltase admiración hacia quien era, seguramente, el poeta con mayor prestigio literario dentro en el país, sino porque la condición de académico, vitalicia además, es incompatible con la de ganador del premio Nobel de Literatura. En otra votación en la misma sala, dos años más tarde, Tranströmer terminó recibiendo el galardón.
Esta confidencia, rara en ese Vaticano de la literatura que es la Academia Sueca, salió el pasado septiembre de boca de Kjell Epsmark (1930), uno de los miembros de la Academia que ha abandonado la institución tras el escándalo que la ha sacudido, y cayó en los oídos de uno de sus traductores, Francisco J. Uriz, que lo entrevistó en su casa al este de Estocolmo. "Benditas bolas negras", le dijo al veterano traductor, refiriéndose a las que marcan oposición en las votaciones del exclusivo club del Nobel de Literatura.
Entre los 18 miembros vitalicios de la Academia Sueca −ahora mermada hasta 10, insuficientes para fallar el premio de este año−, aparecen novelistas, poetas, dramaturgos, pero también estudiosos del idioma que no se dedican a la creación. "Es como un club de lectura, pero con votaciones", describe Gaspar Cano, fundador del Instituto Cervantes de Estocolmo y que promovió en su día la traducción al español de la web de los premios. Entre los académicos no hay superventas, sino autores "prestigiosos, más que populares", apunta por teléfono el ahora coeditor de Palabra Förlag, la nueva editorial que se estrenará en breve con la traducción al sueco de Sefarad, la novela de Antonio Muñoz Molina.
Cano los describe además como prescriptores culturales en la sociedad sueca y como "buenos lectores asesorados por scouts", los exploradores literarios que les alertan sobre escritores de interés que publican fuera de los ámbitos culturales que ellos dominan directamente. El escándalo que afecta a la vetusta Academia Sueca, que ya tenía 115 años cuando comenzó a dar el Nobel de Literatura en 1901, se vive en el país, según Cano, como "un desastre, peor de lo que se piensa en el extranjero, porque [los Nobel] son lo mejor de la imagen de Suecia". Uriz opina que el prestigio de la academia, muy desigual a lo largo de la historia, ya se tambaleó hace más de un siglo, en tiempos en que el omnipotente secretario permanente de la época vetaba el lenguaje y la ideología del innovador August Strindberg.
De los miembros de la Academia, desconocidos en general en España, estos días resuena sobre todo el de Katarina Frostenson (nacida en 1953 y con 26 años como miembro de la academia). Frostenson es mujer de Jean-Claude Arnault, acusado de acosar sexualmente a varias mujeres, de filtrar el nombre de ganadores del Nobel y copropietario, junto a su mujer, del club cultural Forum, un lugar que marca la agenda literaria sueca.
El nombre de Frostenson le llegó por doquier a Francisco J. Uriz, traductor del sueco y otras lenguas nórdicas y dos veces Premio Nacional de Traducción, cuando abordaba la selección de autores para una monumental −más de 1.000 páginas− Antología Nórdica (Ediciones de la Torre, 1995). "Buscando poetas jóvenes, todo el mundo me dijo: 'Katarina Frostenson'. Busqué, leí. Su poesía me interesa más bien poco. Es una poetisa muy hermética, para todo el mundo", comenta Uriz, incluso para algún compañero suyo de la propia Academia Sueca, atestigua el traductor. Añade de ella que es "extraordinariamente conocida y muy famosa", con un prestigio "extraordinario" y que ha marcado "un tipo de escritura entre la gente joven, que es casi el estándar". Gaspar Cano la define como "muy reconocida y muy influyente" a través de Forum, el sitio donde los escritores tenían que ir casi en peregrinación. "Si eres un autor nuevo y te presentaban allí, tenías ya un pie dentro de una crónica sobre tu trabajo".
Pero para disfrutar de una obra amplia de un académico y si se quiere leer en español, hay que acudir de nuevo a Kjell Epsmark, que fue secretario permanente de la Academia en los años en que se premió a Günter Grass, José Saramago, Wisława Szymborska, Seamus Heaney, Camilo José Cela o Octavio Paz. "Es una de las personalidades más notables de la actualidad literaria sueca", destaca Uriz.
Hay un libro de Epsmark especialmente útil estos días para entender ese ambiente que rodea la Academia, el ensayo El Premio Nobel de Literatura: cien años con la misión (Nórdica, 2008, traducción de Marina Torres), que cuenta la historia y el proceso de concesión de un premio no siempre atinado, como describe el propio autor. "Probablemente, [Epsmark] es la persona que más sabe de los premios", asegura Gaspar Cano.
Entre sus obras de ficción, Uriz destaca una amplia selección de su obra poética con el título de Voces sin tumba (Fundación Jorge Guillén, 2005) y sus tres últimos poemarios Vía Láctea (Prames, 2009), El espacio interior (Libros del Innombrable, 2015) y La creación (Bolchiro, 2016). En su poesía se cuelan episodios dedicados a El Escorial o a la Batalla del Ebro en Gandesa. Además, tiene publicada en español la novela Béla Bartók contra el tercer Reich (Bassarai, 2007), pero no su heptalogía Tiempo de olvido, dedicada al surgimiento, la decadencia ("y la traición", apunta Uriz) de la socialdemocracia en Suecia.
Otro de los pocos académicos traducidos al castellano era Torgny Lindgren, fallecido en 2017. De lo disponible en castellano, lo mejor para Francisco J. Uriz es la novela El camino de la serpiente sobre la roca (Bassarai, 2001). Están disponibles en español otras suyas (Betsabé, Alfaguara, 1988, o En elogio de la verdad, en Nórdica, 2006), amén de un libro de cuentos ("fantástico", según Uriz): Agua y otros cuentos (Nórdica, 2017). También se ha publicado Tres piezas radiofónicas (Bassarai, 1998), pequeñas obras teatrales que Lindgren escribió para la radio.
Los amantes de la novela negra tienen una cita con la prolífica novelista Kerstin Ekman (1933), que ya había dejado de acudir a la academia en protesta por el silencio de la institución ante la fatua contra el escritor Salman Rushdie. Ocurrió a orillas del río (Tusquets, 2001, traducida por Marina Torres) narra los sucesos en torno a un doble asesinato en una localidad recóndita del norte de Suecia. "Es una gran escritora y una novela magnífica", apunta sin tapujos Uriz. También destaca Klas Östergren (1955) y su novela Caballeros (Mondadori, 2006), que incluye una "muy buena descripción de su generación".
De la más joven de la nómina de la Academia, Sarah Stridsberg (1972), que ha sido además la última en renunciar a su puesto tras el escándalo, estará disponible en 2019 The gravity of love, según anuncia a EL PAÍS su editor, Diego Moreno. Pendiente de traducción quedará aún una novela de gran éxito en Suecia, Beckomberga. Una oda a mi familia.
Del resto, destaca Lotta Lotass (1964), que dejó la academia en 2015, pero no lo hizo público hasta noviembre del año pasado. En una entrevista a un diario sueco, la escritora confesó haber sufrido duras críticas por ocupar una silla que históricamente ocupaban abogados veteranos, y por no haberse adaptado a la pompa que rodea el cargo: "El mundo a mi alrededor era muy extraño y pronto entendí que no tenía la educación social requerida", apuntaba. La revista de cultura sueca en español Crisis recogerá en su propio número fragmentos de su novela Tredje flykthastigheten ("La tercera velocidad de vuelo", publicada en 2004), dedicada a la figura del astronauta soviético Yuri Gagarin.
La misma revista se ocupará de traducir fragmentos de la poeta y dramaturga Kristina Lugn (1948). Su poesía se caracteriza por "la noción de no encontrar sitio en el mundo, el sentimiento de rechazo, la soledad, la muerte…", se asegura en el perfil que le dedica la revista, que traduce algunos de sus poemas ("no se preocupa la muerte / de que la muerte empiece a resultar anticuada / en una época en la que todos van a morir", se dice en uno de los primeros). Su estilo sencillo y su ironía quedan claros en los títulos de sus poemarios, como Se desea entrar en contacto con señor culto de cierta edad (1983) o el anterior Para mi marido, si supiera leer (1976).
No hay comentarios:
Publicar un comentario